Un status quo en el rumbo y no cambiar el modelo vigente. Eso es lo que se viene en materia de política económica. Habrá algunos retoques a nivel macroeconómico, un lifting en la microeconomía, pero el espíritu central de la política sustentada por el Gobierno nacional se mantendrá en el segundo semestre, tal como ocurrió en la primera mitad de este 2007. Y esto tiene una explicación, según indica a LA GACETA el economista Carlos Melconian. “La bonanza consumista en la Argentina está a la orden del día y el Gobierno sólo debe preocuparse por mantenerla y que nadie le pregunte cómo la sostiene”.
Este fenómeno, de acuerdo con la visión del experto, se expresa en las siguientes variables:
• El consumo, propiamente dicho, crece a mayor ritmo que el Producto Bruto Interno (PBI).
• También se evidencia un incremento del crédito para el consumo, formal e informal.
• El gasto público estalla y el indicador más genuino es la creación del empleo, con aumentos salariales -tanto del sector formal como el no registrado por los empresarios-, incluyendo a los jubilados como parte de aquel gasto.
Ese factor empresarial
Más allá de la evolución del consumo en el país, Melconian observa que la inflación real está en un umbral preocupante. “Cualquier empresario trabaja con un promedio de inflación mensual del 1%. Entonces, frente a una tasa de entre el 7% y el 8% anual (oficial), se generan situaciones hipócritas, en el que cada uno hace la suya, pero en precios regulados, el deterioro es creciente”, acota.
El especialista, frente a este panorama, considera que es fundamental regenerar la credibilidad, en el que la integralidad de la decisión política se observe en la gente y en el programa.
Melconian, por otro lado, no cree conveniente extrapolar hacia el futuro el nivel de gastos, de ejecución obras públicas y de precios primarios que “cayeron como un maná” a las provincias. “Lo más genuino que ocurrió en las provincias es el espectacular precio de los productos argentinos”, dice.
De la misma manera, el economista manifiesta que cualquier inversión de tipo empresarial no está sujeta a que vengan ajustes tarifarios. “Las decisiones de inversión son cuestiones que van más allá de todo eso, que tienen que ver más con la rentabilidad del negocio, del sostenimiento de las reglas de juego, de tal manera que aquel que pone su capital en el país no tenga la sensación de que hoy le dan un aumento y en dos años tiene que escupir sangre”, puntualiza.