Fiesta en las calles tucumanas: caravanas, recibidas y ¡propuesta de casamiento!
El festejo por el último examen aprobado desborda las aulas y se instala en el centro de la ciudad. En medio de ese ritual compartido, hay historias que combinan el título con decisiones personales que cambian una vida.
Diciembre llegó con un pulso propio en la ciudad de San Miguel de Tucumán. Las veredas se llenan de nervios acumulados, carpetas gastadas y miradas que esperan una nota final mientras el calendario avanza hacia las fiestas. Es el mes de los exámenes, de los últimos intentos y de los abrazos demorados en los pasillos, cuando el calor se mezcla con la ansiedad y la esperanza. Mientras se arman arbolitos y se piensa en la Navidad, miles de estudiantes viven su propio cierre de ciclo: el egreso. Y con él, irrumpen los rituales de las recibidas, esos festejos desbordados que toman la plaza Independencia con harina, huevos, carteles y bocinazos, y que transforman un logro académico en una celebración colectiva y ruidosa, en la cual el esfuerzo de años encuentra finalmente su desahogo.
En ese clima de finales aprobados y celebraciones que estallan en el centro de la ciudad, Elías Quiroga decidió que su recibida y la de su novia, no fueran una más. El miércoles, tras convertirse en profesores de Lengua y Literatura en el Instituto San Martín, él eligió marcar el cierre de esa etapa con un gesto que fue más allá del título: en medio de los festejos, le pidió matrimonio a su novia, María de los Ángeles Mendoza, con quien comparte la vida desde hace dos años y medio.
La historia de amor
Ambos se conocieron mientras estudiaban y, con el tiempo, la relación se consolidó al punto de comenzar a convivir. “Cuando uno convive con su pareja ya no se pueden ocultar cosas tan fácilmente en la casa”, contó Elías entre risas, quien reconoció que la idea de la propuesta rondaba desde hacía tiempo, aunque no quería que ella lo sospechara. Para eso contó con la ayuda de un amigo, Sebastián, a quien le confió el anillo durante más de dos semanas y le encargó una misión especial: conseguir girasoles. La elección no fue casual. Elías explicó que siempre intentó cultivar girasoles sin éxito y que esa flor tenía un valor simbólico para la pareja. Finalmente, el amigo logró reunir girasoles, que fueron parte central del momento. “Fue una misión imposible”, dijo sobre la tarea que tuvo que cumplir Sebastián.
El día de la recibida comenzó a la tarde. Ambos rindieron Práctica Profesional IV y esperaron en el instituto hasta las 20.30. Elías dice que los nervios fueron intensos y la espera se hizo larga. “Fue muchísima la ansiedad, hasta que finalmente nos dieron las notas y confirmaron que estábamos recibidos”, relató. Tras eso, salieron a festejar como marca la tradición: harina, huevos, carteles y caravana.
”Fue distinto y especial”
Elías decidió esperar el instante justo para la propuesta. “Había planeado pedirle casamiento antes del festejo, cuando todavía estábamos vestidos formalmente”, confesó. Pero eso no fue posible porque faltaba el anillo. “No pudo ser de esa manera porque mi amigo llegó recién para los festejos”, explicó entre risas. “Fue muy lindo, fue distinto y especial. En medio del alboroto, me arrodillé y le hice la propuesta en la vereda”, relató. “Angie”, como le dicen sus allegados, cubierta de espuma, aferrada a las flores y con un atuendo especial, gritó de alegría mientras se cubría la boca.
Hay videos del momento: ella gira, la espuma no tapa su emoción. Los aplausos y bocinazos se escuchan fuerte. Elías abre el estuche con un poco de dificultad, se levanta y se abrazan. Ella dijo que sí.
“Es difícil describir lo que se siente. Cuando alguien logra algo tan importante y todavía no termina de procesarlo, todo es muy intenso”, dijo Elías, convencido de que no había otro momento posible para dar ese paso. “Quiero compartir mi vida con ella”, resumió. La semana fue especial para ambos: ella se recibió días antes de pastelera también. Ahora proyectan nuevos desafíos. Angie sueña con abrir su propia pastelería y ya piensa en el nombre del emprendimiento, mientras continúan construyendo su vida juntos en El Manantial, donde viven.
Los festejos incluyeron la participación activa de familiares y amigos. Cada uno llevó algo para la celebración y hubo carteles preparados por las madres de ambos. También se sumó una caravana de autos, entre bocinazos, saludos y sonrisas de quienes se cruzaban con ellos. “Mucha gente copada nos saludaba por nuestro logro aunque es entendible que a algunos se les complique transitar con los festejos, pero es un momento único en el año”, reflexionó Elías.
Entre la emoción por el título y la propuesta de matrimonio, la recibida de Elías y Angie se transformó en una historia que combinó amor, esfuerzo y celebración compartida.
Del último examen a la plaza independencia: el “recibidómetro” del centro tucumano: la calle se vuelve escenario
“¡Nos vuelven locos!”, dijo un agente de Tránsito Municipal al describir lo que ocurre en los alrededores de la plaza Independencia cada vez que se multiplican las recibidas. Las caravanas de autos, los bocinazos y las detenciones prolongadas colapsan las calles que rodean ese espacio y generan embotellamientos que se extienden por cuadras. Allí, en pleno centro de la ciudad, las celebraciones por el final de una carrera universitaria o terciaria se repiten a diario en diciembre y convierten el logro académico en un gran fenómeno visible, ruidoso y convocante.
Uno de los rasgos más visibles del ritual de festejo es el uso de harina, huevos, espuma, pintura, papel picado y otros elementos que cubren al recién recibido. La ropa, muchas veces rota o intervenida, funciona como un soporte simbólico donde se inscriben años de estudio y perseverancia. Los carteles, con mensajes completan una escena que ya forma parte del paisaje tucumano.
La ocupación del espacio público resulta central. En los últimos años, algunas instituciones comenzaron a delimitar espacios para ordenar estas celebraciones o a prohibir los festejos en sus edificios, lo que provocó que migraran a la plaza.
Viviana Coria, de 41 años, se recibió de profesora de Física en el instituto Manuel Marchetti y vivió la recibida rodeada de afectos. “Fue una carrera muy emocionante”, contó. “Estaba abrazando a mis hermanas. Estoy muy agradecida con ellas porque me costó mucho hacer esta carrera. Pasaron muchos años desde que terminé el secundario. Quedé embarazada, tuve a mis hijas, esperé, y ahora llegó mi momento”. Para ella, el título también tiene un valor familiar. “Progresé y les estoy dando un buen ejemplo a mis hijas. Ellas son adolescentes y también están haciendo una carrera”, expresó.
La Gaceta / Foto de Osvaldo Ripoll
Constanza Rivero (29 años) y María José Villarreal (31), amigas y compañeras, se recibieron de profesoras de Lengua y Literatura y eligieron la plaza Independencia para celebrar. “Es una mezcla de sentimientos”, dijo María José, quien remarcó que ambas sostuvieron el deseo de recibirse pese a las obligaciones laborales. “Era una meta que queríamos cumplir juntas”, afirmó. Constanza destacó el contexto social: “En una época atravesada por tanta tristeza y preocupación, poder recibirse y gritarlo a los cuatro vientos es un alivio”. Para ellas, el título también es un mensaje. “Queremos mostrar que es posible proponerse un objetivo y alcanzarlo, incluso en contextos adversos”, sostuvo.
Camila Durante, de 24 años, se recibió de abogada en la UNT y planificó cada detalle de su recibida junto a su familia y amigos. “Fue una mezcla de sentimientos muy fuerte”, relató sobre el último examen. “El momento de salir de rendir y vera toda mi familia y amigos esperándome es algo que jamás sentí”, dijo. Destacó la caravana por la ciudad. “Fue increíble cómo personas desconocidas tocaban bocina y me felicitaban”, afirmó.
Raúl Nermer, de 22 años, licenciado en Ciencias Políticas en la Unsta, vivió su recibida de manera distinta. “Me sentí bastante aliviado después de rendir”, contó. Había desaprobado esa materia tres veces y decidió no avisar a su familia hasta confirmar el resultado. “Elegí quedarme callado. Les dije después que había aprobado y comenzaron los festejos”, explicó. Su experiencia resume una idea común a todas las recibidas: el título no sólo marca un final, sino también la liberación de una carga que se compartió, tarde o temprano, con otros.









