Un firme compromiso con los asuntos publicos

Un firme compromiso con los asuntos publicos

26 Junio 2007
La vida de Arturo Ponsati en la esfera política pública se remonta a su época de estudiante secundario, con los enfrentamientos con el peronismo en el poder. Durante la presidencia de Arturo Frondizi, participó activamente de la polémica sobre si la educación debía ser libre o laica, militancia que derivó en la creación del movimiento universitario Liga Humanista, inspirada en las ideas de Jacques Maritain y de Emmanuel Mounier, que todavía tiene un fuerte predicamento en las casas de altos estudios del país. Desde allí fue natural su incorporación a las filas de la Democracia Cristiana de la Argentina, partido que llegó a presidir a nivel nacional en tres oportunidades y en la provincia, en cinco veces, y representó en foros internacionales. La fundación alemana Konrad Adenauer (apoya a los partidos democristianos en todo el mundo) lo becó para una gira europea en 1962.
Fue coordinador general en 1973 de la Alianza Popular Revolucionaria, que presentó la fórmula Oscar Alende-Horaco Sueldo. Durante el Gobierno militar, fundó el Partido Revolucionario Cristiano, y con el retorno de la democracia fue postulado a la vicepresidencia de la Nación, secundando a Francisco Cerro. En 1987, fue candidato a gobernador de Tucumán.
Tras su trunca gestión en la Cámara de Diputados, fue nombrado secretario de Educación durante la intervención federal que condujo Julio César Aráoz.
En 1991, asumió una vocalía en la Corte Suprema de Justicia de Tucumán y dejó toda militancia política activa. En 1995, como titular del Poder Judicial, presidió la Junta Electoral Provincial e integró la Nacional. Respecto de la votación pata autoridades tucumanas, dispuso la reapertura de 600 urnas de la capital y el conteo de sus votos al haber detectado errores en las planillas de cómputos.
Su profunda fe religiosa no le impidió polemizar con la propia Iglesia, como ocurrió en un sonado cruce de opiniones con el arzobispo Horacio Bozzoli sobre la cláusula confesional de la Constitución de 1990 (hoy derogada). El consideraba que no debía estar en aras de la tolerancia.