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La pauta de variación del Índice de Precios al Consumidor (IPC) es uno de los datos más llamativos del proyecto de Presupuesto 2026, presentado ayer por el presidente Javier Milei. Si la meta anual es del 10,1%, esto quiere decir que la Argentina deberá encaminarse a tener una inflación promedio del 0,8% mensual. La meta no es lejana, pero ante las complicaciones monetarias y cambiarias que tiene el país, puede que tenga algunos contratiempos en el camino si el Gobierno no logra recomponer las reservas internacionales del Banco Central.
El Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM), elaborado por la autoridad monetaria en base a los pronósticos de 39 consultoras privadas y entidades financieras, proyecta un IPC del 17,9% para el año que viene, con un arranque del año en torno a un 1,5% mensual.
De todas maneras, no hay que perder de vista el factor político, al que el mercado reacciona de manera sensible. Producto del revés en los comicios bonaerenses por parte de La Libertad Avanza, el mercado ajustó sus expectativas de inflación al alza, no en el corto, sino en el mediano plazo, advierte Thiago Marino, Analista de Estrategias de Inversión en IOL.
La inflación cerraría en 31% para 2025, y 24% para el año siguiente, desde esa perspectiva. “Estos pronósticos reflejan un mercado más cauto respecto al sendero de precios y un reconocimiento de que el esquema monetario contractivo continuaría conviviendo con un deslizamiento cambiario moderado, lo que abre paso al debate sobre la magnitud del pass-through”, puntualiza el consultor.
Hacia adelante, la trayectoria del tipo de cambio y la formación de expectativas constituyen factores importantes para la nominalidad; eventuales shocks cambiarios podrían reintroducir presiones inflacionarias a través de un mayor pass-through. Sin embargo, en consideración de Marino, la principal razón del bajo traslado a precios observado en los meses anteriores reside en el entorno monetario contractivo. Las tasas reales altas, la falta de liquidez y el costo elevado del crédito limitan la acumulación de inventarios y reducen la capacidad de las empresas de trasladar aumentos de costos a precios. “A diferencia de otros períodos con abundancia de pesos, hoy el pass-through cambiario es mucho más acotado”, subraya.








