
Leonardo Broczkowski, de 55 años, está frente al desafío deportivo más grande de su vida: cruzar a nado el Río de La Plata.
El hombre es un aficionado a la natación. Practicó la disciplina desde los cinco hasta los 17 años de manera ininterrumpida y compitió en eventos realizados en piletas en los estilos crol y espalda. El trabajo, las responsabilidades y el cambio de rutina hicieron que tuviera que dejar el deporte. Sin embargo, el retiro duró 37 años.
“Volví a nadar el año pasado en la travesía del Proyecto SOi que hicieron para recaudar beneficios para el Hospital de Niños”, dice sobre aquella experiencia en la que nadó 12 kilómetros en El Cadillal. Ese hecho le reavivó la adrenalina deportiva y ahora intentará hacer los 42 kilómetros que separan a Colonia del Sacramento (Uruguay) de Punta Lara (Argentina), a mediados de marzo. Ese reto lo obligó a modificar por completo toda su rutina durante los últimos cuatro meses.
“El Río de la Plata para mí es el Everest de los ríos”, compara el porteño radicado en Tucumán que estará acompañado por los comprovincianos Javier Figueroa, María Eugenia Farías, Diego Daniel Martínez Álvarez y Juan José Sirimaldi. Los últimos tres nadadores harán el cruce por medio de postas de 14 kilómetros.
El espíritu aventurero es una parte fundamental de la vida de Broczkowski. El hombre asegura que no es un súper atleta, aunque siempre le gusta ponerse a prueba y superar sus miedos. Años atrás, según cuenta, escaló cinco veces el volcán Iztaccíhuatl de México (5.230 metros de altura). “Le tenía miedo a las alturas y me puse ese reto”, dice.
Corrió algunos triatlones, participó en varias competencias de Mountain Bike, aprendió kitesurf y surf… Siempre encontró desafíos dentro del deporte que pusieron a prueba todas sus capacidades. El interés por la natación, sin embargo, le resurgió el año pasado y ahora buscará cumplir un objetivo pendiente. “Crucé varias veces el Río de la Plata en velero y siempre pensé si se podría hacerlo nadando. Lo conozco cuando está calmo y cuando está muy bravo”, cuenta.
El vínculo de Brozckowski con la natación nació a partir de una tragedia. Su tío murió ahogado en el Río Luján, en la zona de Tigre. “Un amigo lo empujó al agua y el remolino de una lancha lo tragó hacia abajo”, cuenta. Ese fue el motivo por el que su padre lo llevó a practicar el deporte en el que luego experimentó una etapa competitiva hasta los 17 años.
Hoy, el enfoque es diferente. Utiliza la natación como un método de terapia y de desafío personal; es decir, sólo se enfoca en vencer sus propios límites. “Si no lo logro voy a volver a intentarlo después. Y, en caso de que todo marche bien, intentaré hacerlo sin traje de neopreno durante invierno, o buscar algún desafío marítimo como el Estrecho de Gibraltar o el Canal de la Mancha”, cuenta.
La preparación para el cruce, según el nadador, es contrarreloj. La mayoría de los deportistas que se plantean la travesía comienzan con un año de anticipación. Pero el caso de Broczkowski es diferente.
La aventura recién tomó forma en septiembre y desde allí debió cambiar por completo sus hábitos. “Por razones estadísticas ninguno de los cinco llegaría con la preparación ideal, pero tuvimos que duplicar el volumen y hubo muchos sacrificios a nivel personal. No tomo una gota de alcohol desde hace cuatro meses y me entreno todos los días. El único día que no vine a la pileta fue el 1 de enero porque estaba cerrado, pero después no falté nunca. También estoy trabajando lo mental. Siento que nadar es como hacer terapia”, asegura detallando que para cumplir el desafío deberían realizar 100 metros de nado cada dos minutos. “Es una velocidad lenta, pero el tema es la resistencia en los 42 kilómetros”.
Broczkowski asegura que el punto fundamental es la concentración y la separación de roles de otras problemáticas que aquejan a tu vida. “Una vez que estás en el agua, sólo tenés que ser nadador. Afuera ya podes adoptar otras actividades, pero si tenés una sola idea, será más fácil cumplir tus objetivos”, indica. Según el nadador, esa es la única manera de aislarse de los pensamientos negativos y miedos que pueden aparecer en el periodo de preparación. “Mi familia está preocupada. Me preguntan por qué hago esto y ya están resignados”, retrata.
Un susto que pudo dejarlo afuera de la travesía
El azuleño cuenta que, días atrás, recibió un parte médico que podría haber complicado sus planes de cruzar el Río de La Plata. En uno de sus primeros análisis de sangre, arrojó valores altos de PSA (antígeno prostático específico) por lo que decidió recurrir a un urólogo para tener un diagnóstico con certeza. “El médico me hizo repetir los exámenes; los valores me salieron más altos, y me dio dos opciones: o era un cáncer de próstata o una inflamación”, cuenta.
La duda le hizo someterse a diferentes tipos de análisis para determinar cuál era la gravedad, y lo último que se realizó fue una resonancia magnética, en la que descartó todo tipo de problemas. “Nada me imposibilitaba hacer la travesía, pero iba a ser una carga más en este período. La mente no funciona igual cuando suceden esas cosas”, opina.
¿Cómo fue la conexión de Broczkowski con Tucumán?
Nacido en la ciudad de Azul, Buenos Aires, el licenciado en Administración de Empresas y nadador destaca que tiene un espíritu emprendedor por naturaleza. Esa característica lo llevó a vivir en diferentes ciudades del continente entre las que se destacan la Ciudad de México, Río de Janeiro y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Luego, Broczkowski se casó con Cynthia Solórzano, una contadora tucumana que trabajó para diferentes empresas petroleras multinacionales. “Nunca me imaginé vivir en esta provincia, pero apenas llegué me enamoré”, resalta el hombre que llegó a Tucumán en 2020.
Según cuenta, su suegra había sufrido una serie de problemas médicos por lo que toda la familia decidió mudarse para Tucumán de manera temporal. “El hecho de que todos los trabajos se hayan transformado en remoto nos benefició. Después de un tiempo, decidimos instalarnos de manera definitiva con nuestros dos hijos”, cuenta.
Además, Broczkowski asegura que Tucumán lo volvió a enamorar de la natación. “Aunque parezca una locura, tienen diques que son tremendamente fríos para nadar en invierno. Este desafío es muy atractivo para los que hacemos aguas abiertas. Nadé sin neopreno en El Cadillal, en Escaba y en La Angostura. Ojalá todo eso pueda explotarse más”, describe.
El desafío económico de Broczkowski
El nadador cuenta que la logística del cruce implica un alto costo económico. Contando los traslados, la travesía implica un gasto de U$S 15.000 para la incursión de los cinco nadadores implicados. “Creo que ese es el desafío más grande, incluso más que el deportivo. Seguimos en la búsqueda de sponsors”, admite Broczkowski, que está firme en su plan de lograr otro hito más.