Historia circular de las frustraciones tucumanas

Historia circular de las frustraciones tucumanas

Historia circular de las frustraciones tucumanas

La palabra “historia” fue utilizada por primera vez hace unos 2.500 años por Heródoto, lo que le valió el apelativo de padre de la historia.

En pocas y simples palabras, lo que Heródoto pretendía era hacer un corte en el presente para relatar acciones pasadas, no sólo desde el mero hecho descriptivo que les permitiera a las próximas generaciones contar con una exposición plena y fidedigna de lo ocurrido, sino también para que los hombres del futuro estuvieran bien informados para poder tomar decisiones correctas y no repetir errores.

Este griego razonaba que no podían modificarse las inexorables fuerzas de la naturaleza (los poderes de los dioses del Olimpo), como impedir que llueva o invertir su sentido, que las tormentas fueran de abajo hacia arriba, pero que conociendo la historia los humanos podrían resguardarse de las lluvias o incluso aprovecharlas en su beneficio.

La historia lineal como hoy la conocemos, consolidada principalmente por las religiones monoteístas, como el cristianismo, el judaísmo y el islamismo, intenta ordenar desde una perspectiva humana, simbólica y muy subjetiva, los ciclos naturales, que son más bien circulares antes que lineales.

Pese a la linealidad imaginaria impuesta por el hombre, un concepto que oímos demasiadas veces es que “la historia siempre se repite”.

En épocas de estudiantes solíamos debatir en el bar de Filosofía y Letras, la mejor aula de esa Facultad, que si analizamos con rigurosidad las narrativas creadas por el hombre, en la literatura y en las artes, y más acá también en el cine, vemos que en realidad no existen más de 15 o 20 grandes historias, que luego sólo se repiten una y otra vez en diferentes contextos y adaptaciones.

Ocurre lo mismo con los mitos y leyendas de la humanidad que han sido transmitidos por generaciones, aún en diferentes culturas que jamás se han relacionado entre sí.

Historias como Romeo y Julieta, La Odisea, el Rey Arturo, Las mil y una noches, Hamlet, El Quijote, La Ilíada, 20.000 leguas de viaje submarino, Cien años de soledad o Crimen y Castigo, entre algunas pocas más, son la inspiración del 99% de las obras artísticas que vinieron luego.

Quién puede dudar que el fenómeno zombi, que arrasa en las taquillas, librerías y merchandising en general desde hace casi medio siglo, no es otra cosa que una repetición infinita, con mil variantes, del gran clásico universal Drácula. Lo mismo con Frankenstein y sus cientos de bises. Y hoy hasta con inteligencia artificial.

El cuervo de Poe

Por más esfuerzo del monoteísmo por imponer una linealidad ordenadora, como situar el punto cero en los inverosímiles Adán y Eva, que sólo tuvieron hijos varones, la historia es siempre circular y por eso se repite en versiones no exactas pero muy similares.

Algunos temas como los conflictos sociales, las luchas por el poder o de clases, las tensiones raciales, la justicia, la igualdad, el amor o la muerte han sido abordados una y otra vez a lo largo de los siglos, porque reflejan la esencia humana desde su origen.

Subraya la socióloga madrileña Carmen Rodríguez Senen que el poema “El cuervo”, de Edgar Allan Poe, es un fiel ejemplo de narración circular. Comienza con un narrador solitario y desesperado y termina con la misma sensación de desesperación. En este poema se repite constantemente la frase “nunca más”, poniendo énfasis en la idea de que el narrador está atrapado en un ciclo interminable de tristeza y soledad.

La historia circular de la política argentina, y tucumana en particular, parece guionada por “El cuervo”, en un ciclo interminable de intentos frustrados, que se repiten como en un juego de espejos enfrentados que se reflejan idénticos hasta el infinito óptico.

Los digestos de leyes provinciales y ordenanzas de la capital (no profundizamos en el resto de los municipios) son la documentación escrita y empírica de la historia circular política de Tucumán.

Si sólo nos circunscribimos a los últimos 40 años de democracia, en esa linealidad histórica imaginaria, veremos que la circularidad de ciertas normas plantea una repetición cíclica y neurótica sobre ciertos temas o problemas irresueltos. Y si retrocedemos más en el tiempo se profundizará más aún esa sensación de frustración y desesperación que se plasma en “El Cuervo” de Poe.

Con sangre, sudor y lágrimas

Vamos a citar algunos ejemplos que hoy tienen actualidad, ya que listar todos los casos sería agobiante para este columnista y para el lector, y demandaría confeccionar un extenso digesto en sí mismo de leyes y ordenanzas repetidas a lo largo de generaciones.

La erradicación del transporte de tracción a sangre ha sido debatido en el parlamento provincial, entre proyectos y leyes aprobadas, en al menos cinco oportunidades en las últimas cuatro décadas. No sabemos, pero es probable que incluso haya antecedentes anteriores, a juzgar por las crónicas periodísticas que dan cuenta de este problema de tránsito y de maltrato animal a lo largo del siglo pasado.

Con diferentes variantes y distintas opciones de sustitución del caballo, la ley que se aprobó hace una semana es un claro ejemplo de historia circular.

Espejo enfrentado donde además se mira el municipio Capital, que también cuenta con ordenanzas similares que nunca prosperaron.

Con o sin respaldo jurídico, de memoria recordamos anuncios sobre la tracción a sangre en las intendencias de Rubén Chebaia, Raúl Martínez Aráoz, Rafael Bulacio, Oscar Paz, Raúl Topa, Domingo Amaya y Germán Alfaro.

Amaya, quien asumió en 2003 por un interinato de 18 meses y que terminó prolongándose -elecciones mediante- por 12 años, con Alfaro como secretario de Gobierno en la mayor parte de su mandato, anunció que iba a reemplazar los caballos por motocarros.

Un compromiso que también fue recurrente durante las tres intendencias de Fuerza Republicana.

Pedales giratorios

Leyes sobran, al punto que muchas se repiten neuróticamente a lo largo del tiempo. Sólo falta que se cumplan.

Quizás por eso las promesas de campaña de los candidatos se repiten en una interminable historia circular, porque los problemas siguen siendo los mismos, generación tras generación.

Respecto del ordenamiento del tránsito que impulsa la actual gestión municipal, y que figura en el Plan Rector de gestión que presentó la intendenta Rossana Chahla (capítulo A3, página 38), por ejemplo, existen al menos tres normas aprobadas por el Concejo Deliberante de la capital que ordenan la creación de ciclovías y la promoción de la bicicleta como medio de transporte urbano. Una ordenanza, la 2.725, lo hace en términos generales, de junio del 98, con la creación del “Plan Estratégico y Regulador de Desarrollo Urbano y Ambiental”. Otras dos son específicas sobre este tema, la ordenanza 3.703, de septiembre de 2005, y la 4.331, de noviembre de 2010. Pasaron 26 años y la ciudad es cada día más expulsiva para el ciclista.

También existe una ley, la 9.554, de mayo 2022, que promueve y regula este transporte en todo el territorio provincial, que surge como consecuencia directa de la pandemia, donde el uso de la bicicleta como medio de transporte urbano pasó del 3% al 6% de la población activa, de 18 a 65 años, según cifras oficiales de 2022. Se estima que ahora el porcentaje sería mayor, impulsado por tres razones: el llamado efecto contagio, las campañas que encabezan varias organizaciones no gubernamentales, lideradas por Meta Bici, y el fuerte aumento de las tarifas del transporte público.

En un sondeo realizado por LA GACETA, el 20% de los lectores respondió que se movilizaría en bicicleta si fuera más seguro. Esto involucra dos factores, temor a los robos y miedo al tránsito caótico y peligroso.

Está demostrado en el mundo que la infraestructura, aunque sea básica (pintura y letreros), impulsa fuertemente esta práctica saludable, no contaminante, silenciosa, económica y que libera mucho espacio al tránsito.

En 2009, en la Ciudad de Buenos sólo el 0,4% de los viajes se hacían en bicicleta y monopatines. Mediante la progresiva construcción de infraestructura, que incluyó ciclovías y alquiler de bicis y monopatines, ese porcentaje en 2019 se elevó al 4% y, pandemia mediante, hoy es del 10,2%. Son casi 300.000 personas que no utilizan autos, ni motos, ni abarrotan el transporte público. Y el gobierno de CABA supone que este número seguirá creciendo por la suba de las tarifas de los viajes.

Hoy la red de ciclovías porteña se extiende a 267 kilómetros.

La red más extensa de la Argentina la tiene el Gran Mendoza, que une varios municipios, con 350 km. Esto hizo que ya el 40% de los servicios de cadetería utilice bicicletas en vez de motos.

Otras redes importantes son las de Rosario (202 km), Salta (97 km), La Plata (47 km), Posadas, donde es compartida con motos (40 km, más nueve en construcción), Santa Fe (30 km), y Córdoba (13 km, 1,7 de los cuales es elevado, único en Latinoamérica).

Lejos estamos. Dinamarca, uno de los países menos estresados y más armónicos del planeta (sexo, hogar, trabajo deseado, entretenimiento), alardea 37.000 kilómetros de ciclovías.

Una limpieza necesaria

El Concejo Deliberante, mediante una comisión creada a tal efecto, revisará por un plazo de 18 meses, las más de 5.400 ordenanzas municipales, decretos y resoluciones dictados desde 1983 hasta hoy. Estimamos que cientos de ellas deberán ser eliminadas, ya sea por caducas o extemporáneas, porque son redundantes o repetidas, o por ser de imposible implementación o cumplimiento.

Veamos algunas de las normas aprobadas hace 10, 20 o más de 30 años que nunca se acataron. Está prohibido generar ruidos molestos. Esto incluye a locales y domicilios, motos, autos, colectivos y camiones. Pero las motos ensordecedoras son un infierno en la ciudad y los frenos de aire de los ómnibus hacen sangrar los oídos. Sobre esto hay cuatro ordenanzas, entre el 97 y el 2010.

La ordenanza 3.841 dispuso en diciembre de 2006, hace 18 años, la separación diferenciada de los residuos sólidos. En abril de 2004 (3.466) se exigió que todas las plazas y parques de la ciudad debían contar con placeros, de 8 a 20, para orden y limpieza, vigilancia y coordinación de eventos públicos.

En agosto del 98 (2.757) se ordenó eliminar todos los lomos de burro. Y en casi tres décadas no dejaron de proliferar.

En 2015 se aprobó (4.758) llamar a licitación para el estacionamiento callejero pago, que debía administrarse mediante un software centralizado.

Existen varias ordenanzas que prohíben pintadas, pegatinas o publicidad colgante en paredes ajenas, monumentos, árboles, columnas de alumbrado, semáforos o señalética y establecen fuertes multas, incluso por cada columna. La primera es de diciembre del 93 (2.114), luego hay otra similar de julio de 2002 (3.262) y la última es de hace dos años.

“La empresa no se responsabiliza por daños, robos o hurtos que pudieren sufrir los vehículos”. Este anuncio está prohibido en todas las guarderías o cocheras, pagas o gratuitas, que quieran eludir esa responsabilidad, según la ordenanza 4.725. Sigue presente en varias de ellas, incluso en los tickets.

Desde agosto de 2016 (4.832) los propietarios, tenedores o paseadores de perros están obligados a recoger las deyecciones de animales en la vía pública. Las multas por no cumplir son fuertes, sin embargo las veredas son un asco en toda la ciudad.

Desde diciembre de 1991 (1.860) está prohibido el cambio de nombres a calles, pasajes, avenidas, plazas y plazoletas, parques y paseos públicos. Sólo se podrá imponer nombres a los espacios que carezcan de él. Y para poder hacerlo se necesita una mayoría especial en el Concejo y una sólida argumentación histórica. No es el caso de la avenida Néstor Kirchner, por ejemplo.

Y así podríamos seguir durante varias páginas con ordenanzas repetidas hasta cuatro o cinco veces y decenas que nunca se ejecutaron.

Para consumar su Plan Rector, la intendenta Chahla no necesita demasiadas ordenanzas nuevas. Con hacer cumplir las que existen ya tendrá mucho trabajo.

A nivel provincial el escenario es muy similar, con decenas de leyes duplicadas, que no se cumplen o que incluso se contradicen.

Hace 2.500 años Heródoto “inventó” la historia lineal para que el hombre no repitiera sus errores. Hay sociedades que con sangre y fuego fueron aprendiendo sus lecciones. La nuestra sigue siendo circular, en un ciclo interminable de intentos frustrados, donde siempre volvemos al mismo lugar.

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