La Justina - Cómic Tucumano de exportación
Hay
personajes que toman tanta fuerza, que incluso sus propios creadores no saben
hasta dónde van a llegar. Desde ese momento, lo que vaya a suceder depende del
talento, la formación y del compromiso que tengan con la historia. En realidad,
tienen que estar un poco enamorados de su obra. En el caso de “La Justina” (con
el artículo adelante), fue un amor a primera vista como explican el dúo Frido Núñez y Diego Lamoglia.
Origen secreto
Por más que duela, a los fanáticos completistas les va a costar conseguir el
poster en el que La Justina apareció por primera vez. Nació como una representación de la Justicia, ilustrada
por Frido Nuñez, para darle un toque comiquero a los pósters de las charlas
sobre Derecho & Cómics que Diego
Lamoglia había organizado. En ese tiempo, el personaje no tenía nombre y su
look era bastante diferente. “Mi Justina es la del primer póster”, señaló entre
risas. De a poco, entre charlas de whatsapp y jugando, como explican sus creadores,
“la petiza” pasó a tener nombre, personalidad, una historia y un contexto. En
esa vorágine de ideas, descubrieron que “puede pasar cualquier cosa”. Son
autores que simplemente crean, se divierten.
Del póster a las viñetas
Cada vez que me cruzaba con Diego o Frido, tenían una idea nueva que me
contaban con mucho entusiasmo. Así me enteré de los personajes secundarios y
que La Justina se iba a mover en locaciones tucumanas y también gran parte de
la historia. En cierto momento pensé ¿y con qué me voy a sorprender cuando lea
el cómic?- El día en el que llegó la primera caja con las copias de cortesía me
quedé boquiabierto. Apostaron por una editorial grande, De Los Cuatro Vientos,
y el resultado saltaba a la vista: muy buena calidad de páginas y una impresión
que deja ver las texturas de los dibujos de Núñez. “tenía miedo de que no se
vean” explica “y mirá lo que está ¡Impresionante!”, cierra con entusiasmo.
La hora de la verdad
Con el cómic en mano, solamente faltaba lo mejor: leerlo. Ese momento de la
verdad en el que cada página se vuelve un round e intentan dar el knock out. Sino,
gustar lo suficiente como para ganar con puntos. Hay una verdad: cuando una
obra promete, las exigencias de los lectores son más altas. Después de todo, el
dúo creativo tenía un personaje llamativo, locaciones interesantes y un buen
reparto de secundarios. Para colmo, la edición va a gustar hasta a los
coleccionistas más quejosos.
Una buena obra tiene que tener un buen comienzo, en especial cuando la cantidad
de páginas es limitada. Ya desde la primera viñeta establecen un pacto de
lectura en el que juegan con los tres elementos que le dan identidad a la obra:
lo sobrenatural, la actualización de la narrativa de los mitos y elementos
nuestra provincia. En el primer número pululan locaciones emblemáticas de Tafí
viejo y personajes, como el perro Chalfain. Si bien nos son cercanos, gracias a
los elementos con los que trabajan los autores terminan siendo parte del
universo ficcional de La Justina.
Cuando al fin aparece La Justina la historia va a lo seguro, recordemos que son
30 – 35 páginas. Se estructura en actos bien definidos y pasa a tener una
narrativa clásica. En cierta medida se parece a las películas de Sergio Leone,
en el que hay un villano muy definido, un misterio y los pobladores que
desconfían del antihéroe – en este caso, antiheroína. Justina es muy humana,
con muchos defectos y un vocabulario florido. Por lo general, cuando el espacio
para contar la historia es corto, los autores apuestan a una resolución rápida.
Peleas simples y victorias sin emociones. El mayor logro de este número está
justamente en lo contrario: a la protagonista le cuesta conseguir su objetivo y
esta humanización la hace un personaje muy creíble. Lástima que por esto el
cómic se lea de un tirón y haya que presionar a los autores para que se apuren
con el segundo número.
Otro punto a favor está en la estructuración tan marcada, hay una historia que
comienza y termina en este número, la de la reescritura de un mito. Salta del
misterio sobrenatural a la acción, con un par de giros interesantes. Por otro
lado, hay una historia mayor, con misterios sobre la historia de la propia
Justina y su antagonista, una villana que actúa desde las sombras y promete
pelea. En lo narrativo es una muy buena obra, pero tiene fallos en el
storytelling: a veces hay cambios bruscos de tiempo y ciertos giros son
esperables. Sin embargo, entretiene y mucho.
En cuanto al dibujo, la formación académica de Frido es palpable en cada
viñeta. El trabajo visual es muy imaginativo, rico en mitos y locaciones que
nos son familiares. Las viñetas dedicadas a esos puntos icónicos de Tafí Viejo
tienen una gran belleza. Por otro lado, hay un muy buen trabajo de tintas y
texturas. Su manejo de los claroscuros es notable, pero a veces falla en
ciertos ángulos y escorzos. Detalles menores que no entorpecen la lectura del
cómic.
La Justina no es una obra perfecta, dista de serlo, pero tiene algo que muchos
autores olvidaron: Está hecha con cariño y con ganas. Sus creadores se
divirtieron y no tuvieron otra meta que pasarla bien. Esto se refleja en cada
página y el resultado es un cómic que tiene una identidad propia que le da
mucha fuerza y simpleza. También es de lo más divertido.
Solamente puedo decirles que espero con ansias el segundo número.