Los gemelos mágicos - Una fábula de Alejandro Jodorowsky
Una de las paradas obligatorias cuando visiten Paris, es el Café Témérarie. Desde hace décadas, Alejandro Jodorowsky lee gratis el tarot allí, solamente tienen que tener paciencia. Mucha paciencia porque la cola es larga. Jodorowsky es un artista polifacético que ha sabido consagrarse en el cine, el teatro, el cómic y la literatura. También es filósofo para unos, estafador y hablador para otros. Sea como sea, ha creado su propia disciplina, la psicomagia, que aparece en todas sus obras. Este polifacetismo también repercute en sus guiones, aventuras en mundos de ciencia ficción o fantasía, cargadas de metafísica y los elementos psicomágicos y esotéricos. Lo curioso, es que también se ve una forma de narrar historias que se basa en el tarot. Más bien, está inspirada en los arcanos mayores, en líneas generales, al ordenarlo vemos una evolución que va desde Le Mat, representación de la libertad total, hasta El Mundo, la realización completa. A este cambio del personaje tonto o loco lo vimos en El Incal, Los tecnopadres y en una menor medida en Los gemelos mágicos, en donde toma otro rol, el de comodín.
Los gemelos
mágicos es la típica historia en la que los protagonistas, los gemelos Aram y
Maratienen, tienen que ir superando pruebas cada vez más difíciles para lograr
algo muy importante, en este caso rescatar a su padre de Tartarath, el señor
del reino de la Oscuridad y salvar su reino. En las primeras páginas, las cosas
se dan de una forma un tanto atolondrada. Pasan demasiado rápido sin dejar que
la historia respire. No es un ritmo vertiginoso, simplemente es una seguidilla
de cosas. En una primera lectura molesta bastante ese paso de la presentación
de personajes, decir cuál es el peor miedo de la madre, que se cumpla en la
otra página y los gemelos comiencen la aventura. Sin embargo, Jodorowsky tiene
una idea que justifica esto. La vemos recién en el final, donde cierra todo.
Cuando comienzan las pruebas en la primera isla, la historia logra su ritmo con
el que se repite varias veces la fórmula de presentar el lugar, vemos el
peligro, los gemelos lo viven y encuentran la forma de salir adelante usando su
astucia. No siempre tiene esa carga metafísica a la que nos tiene acostumbrados
el guionista. Es una aventura más bien clásica, el problema está en que
tienen un comodín, un pájaro mágico. Muchas veces lo usan para poder vencer
esas pruebas. Tiene poderes que se pueden usar una vez al año, está bien, eso
promete que no van a abusar del personaje. Sin embargo, este animal tiene un
abanico enorme de poderes, incluso cuando representa el personaje cómico-tonto
que encierra la libertad sin límites, Le Mat. A la larga esa forma de superar
las pruebas termina molestando bastante. En parte es una trampa narrativa de la
que Jodorowsky abusa. Le quita mucha carga tensional a la historia y la vuelve
algo mucho más simple, casi una obra para niños. Esto no hace que la obra deje
de ser imaginativa, ni que esté bien narrada. Solamente le quita esa riqueza
que podría haber tenido.
En este cómic, George Bess ilustró por primera vez
un guión de Jodorowsky. La química que existe entre los dos, y la forma en la que se articulan el dibujo con
el guión es maravillosa. Son artistas que respetan el trabajo del otro y sobre
todo, disfrutan trabajar juntos. Bess tiene un estilo muy imaginativo, muy
ligado al de la ilustración moderna de cuentos infantiles. Sus mundos son ricos
en detalles, variados y siempre muy bien desarrollados. Es de esos artistas que
se sumergen tanto en su obra, que pueden darse el gusto de narrar desde
distintos ángulos, como si estuviesen documentando lo que sucede. Es un efecto
que logran los grandes como Moebius, Corben, wrightson. El coloreado tiene una
muy buena elección en cuanto a la paleta que usa. Sus colores están vivos y
terminan de dar vida al cómic. Disfrutar las páginas de Bess es toda una
experiencia.
Si bien Los gemelos mágicos está lejos de ser una
de las mejores obras de Jodorowsky, es entretenida y tiene algunas ideas muy
originales. Además es la primera colaboración con uno de los dibujantes que
mejor han entendido su imaginación, George Bess. La química que hay entre los
dos, hace que se complementen, y esas fallas narrativas no pesen tanto en estas
páginas ilustradas con mucha maestría.