El juicio a Dios
He visto muy pocas veces
que los cómics se alimenten de medios distintos a la literatura y el cine. Hay
autores como Frank Miller, que
usaron elementos de la televisión, otros como Ed Brubaker o Mike Carey,
que fueron más allá al usar recursos de las redes sociales para dar diferentes
puntos de vistas a sus historias. El francés Marc-Antoine Mathieu logró algo muy especial en Dios en persona; un comic influenciado
por el documental de perfil en dónde no falta una crítica certera a los
procesos mediáticos y el marketing.
A modo de documental de investigación, aparecen varios personajes que
van dando su testimonio para lograr comprender a ese hombre sin documentos que
apareció de la nada diciendo ser Dios. De un momento al otro demuestra ser
mucho más de lo que aparenta y pone en juego si realmente es Dios o no. En base
a este recurso, la historia se construye en una suerte de fases que pasan del
escepticismo a la aceptación filosófica y científica. En el cómic hay un manejo
de datos y teorías sorprendente que favorecen mucho a esto. Mathieu se las
arregla para no aburrirnos gracias al ritmo que le sabe dar y la forma de ir
revelando sorpresas sobre ese personaje. Por supuesto, no pasa mucho
hasta que gran parte de la humanidad decide hacerle un juicio a Dios. Las
influencias Kafkianas abundan, pero pasan a un segundo plano cuando comienza lo
verdaderamente interesante: La búsqueda de convertir a Dios en un producto y
explotarlo al máximo. Al igual que las estrellas de moda, termina siendo
convertido en una fórmula que hace dinero, un fenómeno superficial. Sin dudas
Mathieu conoce los procesos mediáticos por la forma en la que su narración
navega sin ningún tipo de problemas detrás del telón de ese mundo y en la
manipulación de masas a través de los mismos. La deshumanización a la que
llegan sorprende y duele, sobre todo cuando en varios de los testimonios del
“documental” dejan patente que han sido conscientes de sus actos todo el
tiempo.
La ambientación genera un vacío mostrando lo diminutos que somos ante
las masas y el sistema en el que estamos sumergidos. Los tonos entre grises y
negros aumentan esta soledad junto a los rostros estoicos que desfilan por el
cómic. Sabe manejar muy bien los ángulos y las composiciones a la hora de
retratar masas de personas o lugares imponentes. No es un dibujo maravilloso en
su conjunto, pero logra reflejar perfectamente ese sentimiento que el autor nos
quiere transmitir.
Dios en persona es un cómic complejo, muy inteligente que refleja y
critica la mentalidad de la época en la que vivimos con una idea arriesgada y
bastante provocadora. Es posible que a muchos no les guste, no es una lectura
fácil y pide conocimientos por parte del lector. Si se animan, es una lectura
apasionante en un mundo claustrofóbico que los va a dejar pensando durante un
buen tiempo.