31 Jul 2015
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Ilustración de Marc-Antoine Mathieu

He visto muy pocas veces que los cómics se alimenten de medios distintos a la literatura y el cine. Hay autores como Frank Miller, que usaron elementos de la televisión, otros como Ed Brubaker o Mike Carey, que fueron más allá al usar recursos de las redes sociales para dar diferentes puntos de vistas a sus historias. El francés Marc-Antoine Mathieu logró algo muy especial en  Dios en persona; un comic influenciado por el documental de perfil en dónde no falta una crítica certera a los procesos mediáticos y el marketing. 

A modo de documental de investigación, aparecen varios personajes que van dando su testimonio para lograr comprender a ese hombre sin documentos que apareció de la nada diciendo ser Dios. De un momento al otro demuestra ser mucho más de lo que aparenta y pone en juego si realmente es Dios o no. En base a este recurso, la historia se construye en una suerte de fases que pasan del escepticismo a la aceptación filosófica y científica. En el cómic hay un manejo de datos y teorías sorprendente que favorecen mucho a esto. Mathieu se las arregla para no aburrirnos gracias al ritmo que le sabe dar y la forma de ir revelando sorpresas sobre ese personaje.  Por supuesto, no pasa mucho hasta que gran parte de la humanidad decide hacerle un juicio a Dios. Las influencias Kafkianas abundan, pero pasan a un segundo plano cuando comienza lo verdaderamente interesante: La búsqueda de convertir a Dios en un producto y explotarlo al máximo. Al igual que las estrellas de moda, termina siendo convertido en una fórmula que hace dinero, un fenómeno superficial. Sin dudas Mathieu conoce los procesos mediáticos por la forma en la que su narración navega sin ningún tipo de problemas detrás del telón de ese mundo y en la manipulación de masas a través de los mismos. La deshumanización a la que llegan sorprende y duele, sobre todo cuando en varios de los testimonios del “documental” dejan patente que han sido conscientes de sus actos todo el tiempo. 

La ambientación genera un vacío mostrando lo diminutos que somos ante las masas y el sistema en el que estamos sumergidos. Los tonos entre grises y negros aumentan esta soledad junto a los rostros estoicos que desfilan por el cómic. Sabe manejar muy bien los ángulos y las composiciones a la hora de retratar masas de personas o lugares imponentes. No es un dibujo maravilloso en su conjunto, pero logra reflejar perfectamente ese sentimiento que el autor nos quiere transmitir. 

Dios en persona es un cómic complejo, muy inteligente que refleja y critica la mentalidad de la época en la que vivimos con una idea arriesgada y bastante provocadora. Es posible que a muchos no les guste, no es una lectura fácil y pide conocimientos por parte del lector. Si se animan, es una lectura apasionante en un mundo claustrofóbico que los va a dejar pensando durante un buen tiempo. 

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