Mujeres en los cómics - Segunda parte

13 Mar 2015
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Ilustración de Amanda Conner

En la década del 60, la crítica social se evidencia cada vez más y se busca dejar de lado la inocencia que tenían los cómics de antaño. El golpe más fuerte es sin dudas la muerte de Gwen Stacey, la novia dulce de Peter Parker. Si ese noviazgo seguía, Spiderman se iba a casar y en ese tiempo, suponía el final de la historia del personaje. Después de esta muerte, Mary Jane Watson tiene que madurar y encontrar esa fortaleza que la aleje de ser la novia de turno. Por primera vez vemos como un personaje de interés amoroso comienza a madurar en el cómic comercial y encontrar su lugar.  La mujer deja de ser la compañera segundona, ahora puede liderar. La personalidad de Storm de los X-men es una muestra clara de esto.  Ororo Monroe (storm) es una mujer de color, considerada diosa en su Africa natal. Otro ejemplo de esto es Misty Knight, que junto a su amiga Colleen Wing crean una agencia de detectives y rompen con el esquema machista del género negro. 

En esta década comienzan a aparecer nombres de artistas importantes, Wendy Pini, que sorprende con una de las mejores obras de fantasía en la historieta, Elfquest. Con su estilo fresco e influenciado por el manga (debe ser una de las primeras en mencionar a Tezuka entre sus influencias) narra la epopeya de La tribu del Lobo, un grupo de elfos que busca su origen. Kate Worley busca transgredir con Omaha the Cat Dancer, una gata que es bailarina erótica y se sumerge en el mundo del negocio sexual idealizado, donde la mujer al fin encuentra su liberación.

Los ochenta son oscuros. Las heroínas son frías, a veces asesinas y por lo general se convierten en anti-heroínas. Los personajes comienzan a sufrir muertes sangrientas, y los fans parecen pedir más y más. En esta década es donde una mujer de carne y hueso, Jenette Kahn, hace algo muy importante por el cómic: busca darle un mayor peso literario al incursionar autores de la talla de Neil Gaiman y Alan Moore en el mercado americano. Gracias a esta editora nacen series como Sandman, Hellblazer, Doom patrol y por supuesto, Watchmen. Es evidente que con ese peso literario se gana tridimensionalidad en los personajes y evolucionan en la parte sentimental. Ya no son novias que viven un noviazgo de ensueño. Son compañeras que están a la par de su pareja, la empujan y sufren junto a ellos. No dudan en mostrar los errores de los hombres y son incluso más valientes que ellos a la hora de enfrentarse a peligros, tanto físicos como sobrenaturales.   

En Latinoamérica se viven épocas de represión. El cómic se convierte en una voz de protesta frente a la dictadura militar y las heroínas son muchas veces un reflejo de la necesidad de un héroe revolucionario. Son rebeldes en mundos de ciencia ficción donde parece que no hay escape del régimen o de los invasores. Sin embargo, logran convertirse en voces que despiertan la necesidad de libertad y de lucha. Barbara y Safari son las máximas representantes de este fenómeno.

En las páginas del cómic underground nacen las que son, a mi parecer,  las mujeres más interesantes del noveno arte: Love And Rockets de los hermanos Hernández. En las páginas de esta revista, cada uno desarrolló una saga que era independiente de las otras. Gilbert Hernández, muy influenciado por el realismo mágico de Gabriel García Márquez, creó el pueblo ficcional de Palomar, allí conocemos a Luba desde que es una niña hasta su vejez. De a poco sus hijos ganan protagonismo, pero el nombre Luba resuena siempre en la obra de Gilbert. Jaime cambió el realismo mágico por una ciencia ficción muy personal, donde no faltan las aventuras de su protagonista, Maggie Chascarrillo y Hopey Glass, unas chicanas que viven en California. Sus historias son más simples que las de Gilbert, pero muchísimo más divertidas. Si en Palomar vemos como Luba lucha constantemente por salir adelante y plantarse como mujer, en Locas (O Hoppers 13 en inglés) vemos el intento de maduración de unas chicas rebeldes que viven el día a día, buscando el lado interesante y aventurero de la vida. Ambas son series largas, hay mucho drama, humor y la identidad latina desarrollada como nunca antes en el cómic. A estas obras se las puede conseguir en comiquerías, se las recomiendo.

Si se vivían épocas oscuras en los ochentas, en los noventas fue el colmo. Los súper héroes tanto masculinos como femeninos se vuelven oscuros  y psicópatas. La violencia gratuita se hace notar en cada página y hay cierta tendencia de asesinar a los personajes femeninos secundarios.  En el número 54 de Green Lantern, Alexandra DeWitt es asesinada  brutalmente y su cadáver termina en una heladera. Esto genera una ola de protesta en el público femenino, liderada por Gail Simone, que luego se convertiría en una de las mejores guionistas de Dc.  La protesta toma relevancia cuando crean la página Women in refigerators (mujeres en refrigeradores), para expresar el descontento frente a los asesinatos violentos e innecesarios que sufren los personajes femeninos.

Las artistas se hacen notar más y consiguen más fans. Gail Simone, Devin Grayson, Louise Simonson son figuras obligatorias. Pero la que mayor peso tuvo en la industria fue la sucesora de Jannette Khan, Karen berger, quien crea el sello Vértigo para la publicación de cómics adultos (como el sello Max de Marvel) 

Las mujeres empezaron con mucha fuerza en el nuevo milenio. Si bien habían comenzado a incursionar como artistas y participado en eventos, ahora toman un rol mucho mayor, impulsando a nuevas artistas a convertirse en profesionales. Los personajes femeninos evolucionan más que nunca, y las series protagonizadas por mujeres ganan mayor calidad y seguidores, un ejemplo es Ms. Marvel, que ganó el premio de IGN al mejor cómic del 2014.

En Argentina hay nuevos talentos femeninos que están dejando una huella importante en el cómic. Laura Vazquez Hutnik se ganó un lugar privilegiado como investigadora del cómic. Caro Chinaski, Clara Lagos y Alejandra Lunik (que nació en Chile pero se siente argentina) han continuado y mejorado ese humor costumbrista centrado en la vida de las mujeres que inició Maitena. Otra artista que merece ser tomada en cuenta es Maco. Sus historietas tienen una experimentación narrativa muy interesante y destaca la forma no lineal que tiene de ver el medio. Si pueden conseguir su libro Aloha, no duden en comprarlo.

El peso de las mujeres en este medio es innegable. Si todavía hay alguien que siga pensando en comiquerías reinadas por tipos raros, y cómics escritos por tipos todavía más raros, le recomiendo que salga del tapper. Hay que agradecer lo que las mujeres hicieron y seguirán haciendo por la historieta.  

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