Mujeres en los cómics - Segunda parte
En la
década del 60, la crítica social se evidencia cada vez más y se busca dejar de
lado la inocencia que tenían los cómics de antaño. El golpe más fuerte es sin
dudas la muerte de Gwen Stacey, la
novia dulce de Peter Parker. Si ese noviazgo seguía, Spiderman se iba a casar y
en ese tiempo, suponía el final de la historia del personaje. Después de esta
muerte, Mary Jane Watson tiene que
madurar y encontrar esa fortaleza que la aleje de ser la novia de turno. Por
primera vez vemos como un personaje de interés amoroso comienza a madurar en el
cómic comercial y encontrar su lugar. La
mujer deja de ser la compañera segundona, ahora puede liderar. La personalidad
de Storm de los X-men es una muestra
clara de esto. Ororo Monroe (storm) es
una mujer de color, considerada diosa en su Africa natal. Otro ejemplo de esto
es Misty Knight, que junto a su
amiga Colleen Wing crean una agencia
de detectives y rompen con el esquema machista del género negro.
En esta década comienzan a aparecer nombres de artistas importantes, Wendy Pini, que sorprende con una de las
mejores obras de fantasía en la historieta, Elfquest. Con su estilo fresco e influenciado por el manga (debe
ser una de las primeras en mencionar a Tezuka entre sus influencias) narra la
epopeya de La tribu del Lobo, un grupo de elfos que busca su origen. Kate Worley busca transgredir con Omaha the Cat Dancer, una gata que es
bailarina erótica y se sumerge en el mundo del negocio sexual idealizado, donde
la mujer al fin encuentra su liberación.
Los ochenta son oscuros. Las heroínas son frías, a veces asesinas y por lo
general se convierten en anti-heroínas. Los personajes comienzan a sufrir
muertes sangrientas, y los fans parecen pedir más y más. En esta década es
donde una mujer de carne y hueso, Jenette
Kahn, hace algo muy importante por el cómic: busca darle un mayor peso
literario al incursionar autores de la talla de Neil Gaiman y Alan Moore en el mercado americano. Gracias a esta
editora nacen series como Sandman, Hellblazer, Doom patrol y por supuesto, Watchmen.
Es evidente que con ese peso literario se gana tridimensionalidad en los
personajes y evolucionan en la parte sentimental. Ya no son novias que viven un
noviazgo de ensueño. Son compañeras que están a la par de su pareja, la empujan
y sufren junto a ellos. No dudan en mostrar los errores de los hombres y son
incluso más valientes que ellos a la hora de enfrentarse a peligros, tanto
físicos como sobrenaturales.
En Latinoamérica se viven épocas de represión. El cómic se convierte en una voz
de protesta frente a la dictadura militar y las heroínas son muchas veces un
reflejo de la necesidad de un héroe revolucionario. Son rebeldes en mundos de
ciencia ficción donde parece que no hay escape del régimen o de los invasores.
Sin embargo, logran convertirse en voces que despiertan la necesidad de
libertad y de lucha. Barbara y Safari son
las máximas representantes de este fenómeno.
En las páginas del cómic underground nacen las que son, a mi parecer, las mujeres más interesantes del noveno arte:
Love And Rockets de los hermanos Hernández. En las páginas de
esta revista, cada uno desarrolló una saga que era independiente de las otras.
Gilbert Hernández, muy influenciado por el realismo mágico de Gabriel García
Márquez, creó el pueblo ficcional de Palomar,
allí conocemos a Luba desde que es una niña hasta su vejez. De a poco sus hijos
ganan protagonismo, pero el nombre Luba resuena siempre en la obra de Gilbert.
Jaime cambió el realismo mágico por una ciencia ficción muy personal, donde no
faltan las aventuras de su protagonista, Maggie Chascarrillo y Hopey Glass,
unas chicanas que viven en California. Sus historias son más simples que las de
Gilbert, pero muchísimo más divertidas. Si en Palomar vemos como Luba lucha
constantemente por salir adelante y plantarse como mujer, en Locas (O Hoppers
13 en inglés) vemos el intento de maduración de unas chicas rebeldes que viven
el día a día, buscando el lado interesante y aventurero de la vida. Ambas son
series largas, hay mucho drama, humor y la identidad latina desarrollada como
nunca antes en el cómic. A estas obras se las puede conseguir en comiquerías,
se las recomiendo.
Si se vivían épocas oscuras en los ochentas, en los noventas fue el colmo. Los
súper héroes tanto masculinos como femeninos se vuelven oscuros y psicópatas. La violencia gratuita se hace
notar en cada página y hay cierta tendencia de asesinar a los personajes
femeninos secundarios. En el número 54
de Green Lantern, Alexandra DeWitt es asesinada brutalmente y su cadáver termina en una
heladera. Esto genera una ola de protesta en el público femenino, liderada por
Gail Simone, que luego se convertiría en una de las mejores guionistas de
Dc. La protesta toma relevancia cuando
crean la página Women in refigerators
(mujeres en refrigeradores), para expresar el descontento frente a los
asesinatos violentos e innecesarios que sufren los personajes femeninos.
Las artistas se hacen notar más y consiguen más fans. Gail Simone, Devin Grayson,
Louise Simonson son figuras
obligatorias. Pero la que mayor peso tuvo en la industria fue la sucesora de Jannette Khan, Karen berger, quien crea el sello Vértigo para la publicación de cómics adultos (como el sello Max de
Marvel)
Las mujeres empezaron con mucha fuerza en el nuevo milenio. Si bien habían
comenzado a incursionar como artistas y participado en eventos, ahora toman un
rol mucho mayor, impulsando a nuevas artistas a convertirse en profesionales.
Los personajes femeninos evolucionan más que nunca, y las series protagonizadas
por mujeres ganan mayor calidad y seguidores, un ejemplo es Ms. Marvel, que ganó el premio de
IGN al mejor cómic del 2014.
En Argentina hay nuevos talentos femeninos que están dejando una huella
importante en el cómic. Laura Vazquez
Hutnik se ganó un lugar privilegiado como investigadora del cómic. Caro Chinaski, Clara Lagos y Alejandra Lunik (que nació en Chile
pero se siente argentina) han continuado y mejorado ese humor costumbrista
centrado en la vida de las mujeres que inició Maitena. Otra artista que merece ser tomada en cuenta es Maco. Sus historietas tienen una experimentación
narrativa muy interesante y destaca la forma no lineal que tiene de ver el
medio. Si pueden conseguir su libro Aloha,
no duden en comprarlo.
El peso de las mujeres en este medio es innegable. Si todavía hay alguien que
siga pensando en comiquerías reinadas por tipos raros, y cómics escritos por
tipos todavía más raros, le recomiendo que salga del tapper. Hay que agradecer
lo que las mujeres hicieron y seguirán haciendo por la historieta.