¿El Estado tiene que financiar a la Iglesia?

18 Mar 2018
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Captura de Tantum ergo, I nuovi mostri (1977).


No era un dato secreto, pero tampoco había sido expuesto por el gobierno anterior. El presupuesto que la Nación destina a la Iglesia Católica es de unos 130 millones de pesos.

Días atrás, Marcos Peña lo informó en el Congreso y se agitó el avispero laico-civil del país.

En tanto, el Frente de Izquierda se apuró en pedir que se quiten esos fondos a la institución de la cruz, que además recibe el beneficio de exenciones impositivas, entre ellas el pago de ganancias.

En realidad ya en el Presupuesto de 2016 estaba consignado el importe de 134 millones de pesos para el Financiamiento del salario de los miembros de la Iglesia en La Argentina.

Y es que en la Constitución se lee la obligación del Gobierno federal de sostener el Culto católico apostólico romano, y en algunas leyes hay especificaciones sobre los montos. Por ejemplo, la Ley 21.950, establece que el Estado debe hacerse cargo del salario de arzobispos y obispos, que corresponden al 80% del salario de un juez nacional de primera instancia. Además, la Ley 22.162 dispone la obligación de subsidiar a los sacerdotes que se encuentren en zonas de frontera o muy desfavorecidas y la Ley 22.950, a seminaristas.

Es decir, para dar un ejemplo, en el Presupuesto de 2016 ya estaba previsto que se sostenga a 132 obispos y arzobispos, 568 sacerdotes y 1.120 seminaristas.

Cuando estalló la polémica sobre los fondos que el Estado destina al clérigo, el monseñor de La Plata Héctor Aguer, por su parte aclaró que el fiel promedio de la Iglesia no aporta, mediante la limosna, fondos suficientes ni siquiera para parar la olla de los curas. Dijo: “Creo que hay una mala educación, una deseducación (sic) en los fieles católicos que no aportan. Uno se fija en lo que es la limosna en la misa, en el momento del ofertorio se hace una colecta, esa colecta suele ser miserable.”

Y luego señaló en que se utiliza los fondos del Estado, como por ejemplo alimentar a los pobres, otorgar necesidades a los padres y madres que les faltan elementos básicos y también “pequeñas cosas” personales. Con respecto a una quita de subsidios a la Iglesia, el arzobispo aseguró mientras “se cambie y se quite y entonces los católicos se darán cuenta que deben sostener ellos a la Iglesia”.

Pero esperen un poco, porque a veces la Iglesia rechaza dinero. Sí, leyó bien, a veces la Iglesia –bueno, al menos lo hizo en una ocasión- rechazó millones de pesos provenientes del Estado.

Fue en junio de 2016, cuando la fundación Scholas Ocurrentes, fundada por el ahora Papa Francisco, había rechazado una donación del gobierno por 16,6 millones de pesos. En aquella ocasión el Papa Francisco dijo en una carta: "El Gobierno argentino tiene que acudir a tantas necesidades del pueblo, que no tienen derecho a pedirle un centavo".

En esa misma carta el Papa también recordó que cuando la obra es buena "Dios siempre provee a través de la Divina Providencia".

En ese momento se interpretó que el Papa no quiso que su fundación recibiera dinero del gobierno de Macri por razones políticas o ideológicas -o para no deber una ‘gauchada’. Ya que ese aporte habría sido insinuado o solicitado por el mismo Papa en la reunión que tuvo con Macri allá por febrero de 2016, ya que en esa ocasión el Papa le pidió a Macri que ‘apoyara a Scholas Ocurrentes’.

En fin, quedan las dudas que se irán debatiendo conforme la sociedad progrese o retroceda, aunque más probable sea lo segundo que lo primero.

¿Es necesario que el erario público sostenga financieramente a la Iglesia?

¿Hay que modificar la Constitución y que cada fiel banque económicamente a su pastor, sea del credo que fuere?

¿Por qué si el devoto le pide tanto –en ocasiones milagros- al Creador, no aporta lo suficiente para que los curas tengan un buen pasar y sus sotanas no destiñan?

Y si es necesario que el Estado financie a la Iglesia, ¿cuánto es el monto adecuado que deben percibir los hombres vestidos de negro que guían a la población desde la vida terrenal al cielo ulterior?

¿O será que es muy necesaria la Iglesia y su buen funcionamiento por aquello que dijo Napoleón Bonaparte: “La religión es lo que mantiene a los pobres sin asesinar a los ricos”?

No tenemos las respuestas a esos interrogantes, pero al menos tenemos a Voltaire, que en su Diccionario Filosófico, mientras nos cuenta sobre la existencia de los vampiros, esos seres mitológicos y terribles que le chupaban la sangre a los niños y luego volvían a meterse en sus ataúdes, dice:

“Decían que los reyes de Prusia fueron los primeros que después de muertos se hacían servir alimentos, y que los imitaban casi todos los reyes de entonces, pero fueron los frailes los que se les comían la comida y la cena y los que se les bebían el vino; de modo que, hablando con propiedad, los reyes no eran vampiros; los verdaderos vampiros son los frailes, que comen a expensas de los reyes y de los pueblos.”

Finalmente, dejo un capítulo (en dos partes) de la película I nuovi mostri (1977) de mario Monicelli donde se puede apreciar perfectamente la mecánica simbólica y contenedora de la palabra clerical, donde el gran Vittorio Gassman interpreta a un obispo que contiene magistralmente (y también monstruosamente) a su rebaño mediante la asistencia de la lírica de Tomás de Aquino.

@Cesario


Tantum ergo, Los nuevos monstruos (1977).

Tantum ergo, parte II.

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