Adiós Chespirito, poeta
Este viernes murió Roberto Gómez Bolaños y la noticia de su muerte dio vuelta al mundo y se posó en la cúpside de Twitter y los medios, corroborando lo que todos sabíamos, que lo queríamos mucho.
Hoy domingo, en el Estadio Azteca, se realizaron las exequias del genio mexicano que tanto nos hizo reír y nos educó con sus personajes inmortales, como lo son El Chavo del 8, El Chapulín Colorado, el Chómpiras... tantos otros.
Se ha hablado mucho de todo lo que fue Chespirito. En los portales de noticias los lectores lo despedían con comentarios cargados de emoción, de recuerdos, de nostalgia, de gratitud infinita. Mentaron también que su apodo nació por la comparación con William Shakespeare, el célebre dramaturgo inglés, que la música del Chavo está basada en la Marcha a la Turca de Ludwig van Beethoven, entre tantas otras curiosidades de su vida y obra.
Pero mucho no se difundió su faceta poética, y quizás es así porque tras la muerte de un grande, los hombres veneran su historia y sus creaciones más portentosas, pero no tanto ese arte (inmortal y pobre, como definió Borges) hecho de simples palabras con sus rimas y sus sílabas contadas. Cuando adviene la definitiva muerte se venera al grande, a la imagen del hombre y a su creación. En tanto, la poesía refleja un poco más al hombre, al simple mortal que escribe sentado en la viscosa soledad de una habitación. De pronto, es como si el muerto estuviera para siempre en todas partes, cuando lo más probable es que no esté en niuguna. Pero dejemos el problema de la trascendencia para el final de esta nota.
Antes comparto unos pocos poemas de Chespirito.
Facilidad de palabra
Quien
tiene como recurso
facilidad de palabra
provechosamente
labra
los terrenos del discurso.
No obstante, yo, al
transcurso
de los años, hoy sentencio
que admiro y reverencio
con
mayor solicitud
a quien tiene por virtud
facilidad de silencio.
Monumento
a los héroes
El
epitafio decía:
“Aquí yace Don Fulano,
Dignísimo
ciudadano
De indiscutible valía”
Y la gente lo leía
Sin
saber que el expediente
Del mencionado valiente
Con descaro
testifica
Que su mérito radica
En haber matado gente.
Pero
lo peor del asunto
Es que al llegar al panteón
Califican al
matón
Como honorable difunto.
Por tanto, me pregunto:
¿Cómo
ha podido la Historia
Decir que merecen gloria
Semejantes
esperpentos,
Erigiendo monumentos
A su estúpida memoria?
Minero
Te
vas a morir, minero.
Terminó el pequeño y triste
tiempo en
que sólo fuiste
morador de un agujero.
Se
puede expresar, empero,
una sentencia segura:
que en tu morada
futura
no habrá mucha diferencia,
pues la mina fue en
esencia
tu primera sepultura.
Ese
fue tu triste sino:
al perforar socavones
fueron tus mismos
pulmones
guarida del asesino.
Polvo
caro...polvo fino...
polvo malo...polvo artero...
Y
vas a morir, minero,
sin saber que quien te mata
es el polvo de
la plata
que nunca fue tu dinero.
Y este último que justamente habla sobre la muerte, y que el mismo Chespirito recitara en varias ocasiones en entrevistas televisivas, es un poema que habla de la trascendencia. Para quienes prefieran no leerlo, lo pueden escuchar recitado por el mismo Roberto Gómez Bolaños en el video que pego al final de la nota. Adiós, entrañable genio de las letras. Adiós Chespirito. Adiós, poeta.
Yo
que iba tan tranquilo
acercándome al final de mi vida terrenal
De
pronto dudo y vacilo…
¿Es
verdad que no hay asilo para el alma?
¿Qué
morir es dejar de existir?
¿Qué
la fugaz existencia no tiene la trascendencia que me dejaron
intuir?
¡No,
eso no, por favor!
Yo,
con mi libre albedrío, me atrevo a decir: Dios Mio, que debe haber
un error
Y,
perdóname señor, si con esto te incomodo
Sin
embargo, de algún modo, te lo tengo que decir:
¡No
me vayas a salir con que aquí se acaba todo!
Chespirito recitando su poema sobre la muerte.
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