Enroque corto del zar para conservar el trono

Enroque corto del zar para conservar el trono

 la gaceta / foto de jorge olmos sgrosso (archivo) la gaceta / foto de jorge olmos sgrosso (archivo)
En el ocaso del cristinato, con los días contados para desalojar el palacio, la Presidenta afronta en esta hora infortunios simultáneos. De un flanco, acosada por los fondos buitre que no le dan tregua. Por el otro, el malhumor creciente de la sociedad por la inflación que carcome el bolsillo de los argentinos, junto a una presión tributaria insoportable. Ahora, con la nueva Ley de Abastecimiento que propicia se echó en contra al empresariado nacional aplaudidor que hasta ayer le sonreía y todo le festejaba. ¿Es el comienzo de un chavismo embrionario?

Con la pollera al viento, la tironean de adentro y de afuera. Aquí, por sus propios desaciertos, el modelo pseudoprogresista Pop & Nac padece una economía descalabrada y sin brújula, con un dólar encabritado fuera de control, el desempleo en espiral ascendente y una inflación sin frenos, más el impuesto al trabajo que levanta polvareda. Y, de yapa, una protesta del sindicalismo duro con un rosario de reivindicaciones al cual la Presidente no escucha.

El 54% de votos que obtuvo alguna vez y del cual se ufanaba, hace rato que se convirtió en una voluta de humo. El paro general impacta en la República con epicentro en el puerto. Para asegurar el transporte público de pasajeros el gobierno negoció con los popes de UTA, a los que ofreció el oro y el moro. Falta saber si esas promesas no quedarán en el olvido.

Cada día se enmadeja más la situación de la Argentina. La herencia para el próximo gobierno no será la del tío millonario solterón, sino un país en llamas, como solía decir el cacique patagón cuando llegó a la Casa Rosada. La última movida de la Presidenta al intentar cambiar de Nueva York a Buenos Aires la sede para el pago de los bonistas -en el infantilismo de que por su capricho puede marginar a la Justicia de EE.UU. y al juez Thomas Griesa-, es de un final más que incierto. Sí conlleva, en cambio, un alto costo político que ahondará aún más el aislamiento de la Argentina.

Con la movida contra el juez norteamericano, Cristina quiso entrampar a la oposición, arrinconándola en la disyuntiva Patria o buitre. Intenta sumarla así a su propio fracaso en la negociación. Al no acompañarla en la aventura -como ya lo adelantaron todas las expresiones políticas-, pretendió dejar al arco opositor alineado con los vendepatria y el cipayismo, y ella envuelta en la epopeya antiimperialista. Reedita, con más de medio siglo de retraso, la consigna Braden o Perón. Si bien la opción para los bonistas podría ser una zanahoria tentadora, la Argentina se ganó con creces el título de país inconfiable, sin seguridad jurídica, con cambio de reglas de juego de la mañana a la tarde. Un botón de muestra: el reciente fallo de la Organización Mundial de Comercio.

La marejada nacional alcanza al contador Alperovich. La Casa Rosada, sin haberle cortado los víveres del todo, no tiene la generosidad de antaño. La comunicación de Alperovich con la Presidenta -antes frecuente y fluida- entró en una zona de silencio, sin teléfono ni contactos personales. El zar, ahora, hasta se anima a desdeñar algunos convites de protocolo, enviando a Regino Amado en su lugar. Su presencia y la nada es lo mismo.

El mandamás, si no revela el nombre de su delfín, al menos sabe en su intimidad a quién no ungirá. Ninguno de los candidatos en el escaparate de su palo lo convence. En las alturas se libra una pelea de comadres de verdulería por su bendición. Él conserva el dedo elector y prolongará el misterio con el pretexto de realizar encuestas antes de definirse. Su morosidad lleva a la desesperación a sus seguidores que no saben qué rumbo tomar. Nadie quiere perder sus canonjías, mientras muchos otros empujan por colgarse de la teta del Estado.

De los tres postulantes -su esposa, Juan Manzur y Osvaldo Jaldo- ninguno es garantía de una victoria sin sofocones. Más, si no llegara al choque de 2015 con todo el peronismo detrás de él. Eso no ocurrirá. Con toda certeza, las elecciones por venir encontrarán al peronismo en desbandada, como prueba de que el zar perdió el control de su cofradía. Ya hay mudanza de camisetas, deserciones y alianzas que se arman y se desarman al por mayor y al por menor.

En el agitado tablero político de la comarca se sumó, a última hora, un nuevo jugador. Es José López Egea, secretario de Obras Públicas, ladero de los Kirchner desde Santa Cruz. Como el hijo pródigo, ha vuelto al pago para quedarse. Ya tiene domicilio registrado en calle Monteagudo al 400, mientras concluye su palacete en Yerba Buena, sin pretensiones de emular el del ministro Manzur. Es más, detrás de la vieja bodega Giol, sobre calle España, está levantando su bunker político, sin escatimar gastos ni tecnología de última generación.

Preocupado por su pasado y angustiado por el futuro, antes que nada, busca blindaje al amparo de fueros parlamentarios. Sabe que apenas deje la poltrona lloverán sobre él procesos penales por su paso en la función pública. Su pretensión, de máxima, es la gobernación, pero la vice no le vendría mal. Lo más probable es que termine con un curul en el Congreso de la Nación. Es un soldado al servicio del gobernador. Pretende armar, de ahora en más, una estructura política de apoyo a Cristina para los tiempos que vienen.

Aunque no lo develará sino sobre la hora, todo lleva a suponer que para Alperovich su cónyuge es el candidato más fiable. A pesar de que tiene la peor imagen de los tres aspirantes en danza, la senadora es una garantía que los demás no le aseguran. Es un modo de no bajarse del trono y mantener el poder desde la alcoba y en piyama, como hoy Gerardo Zamora en Santiago del Estero y antes el connubio patagón. López galopa a la par de la senadora a quien acompaña en sus desplazamientos por los pueblos del interior. Ambos buscan asegurar el voto rural. El funcionario hace su propio juego. Depositó su mirada en los comuneros a quienes tienta con la inmediata perforación de pozos de agua. Jaldo comenzó a sentir que le erosionan su base de sustentación electoral por obra de un competidor que él no esperaba.

Si decidiera bendecir a su cónyuge, es de preguntarse quién sería su partenaire. Hay nombres que desde ya se pueden descartar. Domingo Amaya no hará de chaperona de Betty ni de nadie. Va por el premio mayor. De última, atará una alianza, pero no con Alperovich. Entre éste y el intendente están minados los puentes. El alcalde cumplió años días atrás y no recibió el saludo de su ex patrón como otras veces.

Manzur nunca gozó de los amores de la senadora y prefiere a su lado a Jaldo o a López. El vicegobernador demora su retorno a Tucumán por una auditoría de la Sigen en su Ministerio, donde husmea papeles para indagar qué se hizo ahí adentro. El compañero de fórmula de Alperovich en 2007 y 2011, además, tiene pendiente su situación en la Justicia Federal donde es investigado por su crecimiento patrimonial. Consiguió del juez Bejas el sobreseimiento parcial, que fue apelado por el fiscal Carlos Brito. La Cámara Federal analiza su situación. Podría devolver el expediente, ordenando profundizar la pesquisa por las omisiones que pudiera haber detectado y hasta revocar el sobreseimiento. En el mundillo político se habla de que Manzur perdió los favores del zar por algunas jugadas mal vistas por Alperovich. De ahí que haya decidido la sucesión de sí mismo a través de un enroque corto con su esposa. Para la intendencia capitalina, la zarina y el zar se decidirían por Hugo Cabral, el Defensor del Pueblo.

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