25 Marzo 2011
SIN ARBITRARIEDAD. Alberto Dalla Vía dice que el control de los comicios debe fundarse en normas jurídicas. DYN
No es capricho ni corporativismo,sino cuestión de lógica y sentidocomún. Alberto Dalla Vía,vocal de la Cámara NacionalElectoral, emplea esos términospara subrayar la idea de que sólolos jueces pueden controlarcon imparcialidad el sistema medianteel cual el pueblo elige asus representantes en los poderesEjecutivo y Legislativo.El prestigioso constitucionalistaremata la disquisición con estasentencia: "el árbitro de unjuego eleccionario debe ser unactor neutral".
La conclusión no es nueva. DallaVía, que es profesor de la Universidadde Buenos Aires, mencionaque la solución de componerlos órganos de fiscalizaciónde las elecciones con jueces fueincluida en la célebre Ley SáenzPeña (1912), norma que democratizóel sistema electoral argentinocon la implementacióndel voto secreto y obligatorio -elsufragio será un atributo exclusivamentemasculino hasta 1947-.El catedrático destaca que enel proceso electoral confluyenciudadanos y candidatos quecompiten entre sí para captar votoscon la intención de acceder acargos electivos de los poderesEjecutivo y Legislativo.
"El electoradono elige a los miembros dela Justicia", expone el titular dela Asociación Argentina de DerechoConstitucional en un diálogotelefónico con LA GACETA.Aquella particularidad del sistemaconstitucional de elecciónde autoridades, que tanto en elámbito nacional como en el provincialdelega la selección de losjueces a los consejos de la magistratura,convierte a los magistradosen los árbitros más idóneosde los comicios, según el autordel ensayo Breve historia electoralargentina (1810-2007)."Las elecciones de parlamentariosy de cargos ejecutivos controladaspor órganos políticosafectan la imparcialidad de loscomicios", redondea Dalla Vía,que insiste en que el magistradoes el único funcionario públicocon la independencia necesariapara hacer cumplir las reglas querigen el juego electoral."Esa libertad de criterio explicapor qué los magistrados nopodemos pertenecer a un partidopolítico", reflexiona. Y añade:"como el juego electoral es unadinámica política, lo que se pretendees controlarlo mediante reglasjurídicas. Es decir, que el quefiscaliza la elección no puede tomardecisiones arbitrarias sinodefinir los conflictos analizandola legislación vigente".El jurista reconoce que, en algunospaíses latinoamericanos,la preocupación por la imparcialidadde los órganos de fiscalizaciónde las elecciones llegó a propiciarla creación de institucionescon autonomía amplía y jerarquíaequivalente a un superiortribunal de Justicia.
El "clásico" tucumano
El "clásico" tucumano
El temor de la ciudadanía a laselecciones espurias -a la manipulaciónde la voluntad expresadaen el voto- ha impulsado el desarrollode tribunales electoralesimpermeables al poder políticoinvolucrado en la contienda. "Sobretodo en países con reeleccióny cultura presidencialista", acotael constitucionalista.Dalla Vía ilustra ese fenómenorecurriendo a una analogía futbolísticasimilar a la que, en laConvención Constituyente de2006, usó el convencional DanielBlanco (Partido Obrero) para criticarla decisión de integrar a laJunta Electoral de la Provincia(JEP) con una mayoría de vocalesdel oficialismo.
"Esto es como sien un partido de fútbol el referífuese parte de la comisión directivade alguno de los equipos quedisputan el encuentro", dijo Blancoen esa oportunidad, según recogela sentencia de la Sala II dela Cámara en lo Contencioso Administrativoque hace una semanadeclaró nula e inconstitucionalla reforma a la JEP.Permitiéndose un guiño decomplicidad con las dos grandeshinchadas locales, el magistradoporteño teoriza: "la integraciónde la junta o tribunal electoralconmiembros de los partidos políticosno implica automáticamenteque habrá fraude, pero sínos autoriza a pensar que esasautoridades tienen interés en undeterminado resultado. Si jueganAtlético de Tucumán y San Martín,¿qué es mejor y más profesional?¿Poner a un referí quevenga de afuera o árbitros partidariosde esos clubes?".
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