Cartas de lectores

Leyendo el editorial que habla de las diferentes disciplinas deportivas que se llevan a cabo en Tucumán y el desplazamiento humano que en cada caso se produce, denoto el movimiento turístico que eso implica, y no pude dejar de pensar en el edificio de la Estación Central de Omnibus. Ese edificio en el que se invirtieron millones de pesos para su creación y que en algún momento se había convertido en el paseo casi obligado de los tucumanos allá por 1995. En mi opinión, hoy está casi abandonado. Semejante superficie cubierta con muy pocos comercios funcionando; su mantenimiento, seguramente, es muy costoso, ya sea para los inquilinos de los negocios que están tratando de sobrevivir o para el Estado. Ya que es la mejor terminal de ómnibus del NOA parece un derroche de grandeza. Tendría que funcionar  una oficina donde el turista pueda recurrir por información y que haya gente capacitada para hacerlo. Y también, ¿por qué no se lo utiliza con fines culturales o deportivos? O tal vez para realizar funciones de teatro infantil o espectáculos con bandas locales que no tienen adónde tocar. Se podrían hacer exposiciones de arte o implementar una biblioteca para niños y adultos. ¿Es tan costoso hacer algo para que la comunidad disfrute de las artes y del deporte? ¿Por qué no se habilitan talleres educativos como hay en otros lugares del municipio? Por ejemplo, de corte y confección, de cocina, de reciclado, de teatro, de literatura o de canto, enseñar a ejecutar instrumentos musicales, o simplemente organizar charlas sobre temas sanitarios. Se pueden hacer muchas cosas si se tiene inquietud y compromiso.

 

 

 

No quiero entrar en una polémica, pero sí aclararle al lector Gabriel González sobre su carta publicada  el 9/9, en referencia a un análisis por mí firmado y relacionado con el gen de infidelidad. En primer lugar, la ciencia produce teorías que construyen una idea del hombre, de la sociedad, de la historia, del universo etcétera, abonando la percepción que el sujeto tiene de sí y de sus condiciones de existencia. Desde Popper en adelante, la comunidad científica sabe que la ciencia está influida por factores económicos, sociales y políticos. Es un tópico a tener en cuenta, a menos que defendamos una visión idealizada, ingenua y dogmática. No se puede poner en discusión el uso, la manipulación y hasta manejos perversos que el poder político-económico hizo de la ciencia (el nazismo es un claro ejemplo). Analizar la maniobra ideológica que se hace de la ciencia en la posmodernidad no es defenestrarla sino denunciar la manipulación y restaurar su lugar. Por último, cuando el lector afirma: “Descreen de la verdad y de la objetividad”, es así porque la creencia no es el terreno de la ciencia; menos aún del psicoanálisis; es el campo del dogma.

 

 

 

 

A menos de ocho años de la celebración del Bicentenario de la Independencia, ¿qué se está programando en nuestra provincia? Recordar que una inmensa placa ubicada en la plaza de los Congresales por el año 2005 ya sellaba el compromiso de organizar actos dignos de tan significativa fecha. ¿En qué se emplearon o se están empleando los fondos que, según trascendidos, adelantó el gobierno nacional a Tucumán? Si se ha pensado, como se debería, en una gran obra pública que recuerde al Bicentenario como se hizo con el parque 9 de Julio en el Primer Centenario, ya se podría haber comenzado con propuestas, planos, concursos y cuanto apresto sea necesario para festejar ese acontecimiento histórico. Debemos recordar que nuestros tiempos no son, por ejemplo, los mismos que en Malasia, en donde las famosas Torres Petronas se construyeron en apenas tres años.n