Un tal... José Miel

Un tal... José Miel

La banda tucumana que ya tiene un disco en la calle. Sonidos tranquilos, melodías dulces y letras para pensar el presente y añorar cosas del pasado, con voces que recuerdan, de tanto en tanto, al Flaco Spinetta.

LA GACETA / ANALIA JARAMILLO LA GACETA / ANALIA JARAMILLO
08 Febrero 2007
algunos se acordarán de aquel   dibujito animado japonés que contaba la historia de un zángano que buscaba a su mamá abeja y que nunca tenía suerte (en realidad, la suerte que tenía era muy mala); ese que traumó a la generación que ahora tiene entre 20 y 30 años.
José Miel se llamaba, como la banda tucumana integrada por Sebastián y Leandro Díaz Romero y por Peca Vallejo. Pero no, no se confundan: la música de los tucumanos no hace llorar tanto como el culebrón japonés. Aunque algo de eso hay. Sebastián cuenta que el nombre viene por un momento por el pasaron cuando eran chicos. “En ese tiempo había menos información, teníamos dos canales de televisión y a la tarde pasaban ese dibujito. Era eso o nada”,  recuerda, y agrega que en Buenos Aires no conocen tanto a José Miel (al dibujito, claro) y que acá, para mucha gente es un mundo, es parte de la infancia y algo en común que tiene mucha gente. “Ahora eso ya no pasa. Todo el mundo ve los mismos programas, acá o en Buenos Aires”, compara. Es algo relacionado con la infancia y con las cosas que los marcaron, que eran de todos, como los juguitos Cootam, por ejemplo. Entonces, lo que hacen está relacionado con eso, con las raíces. Si bien ahora dos de los integrantes viven en Buenos Aires, condimentan la música con cosas propias de Tucumán. “Salir a los cerros a soñar con vos. Sabe bien qué debo yo, sabe bien qué debés vos”, dice una de las canciones del primer disco de la banda (que salió el año pasado, pero que todavía no tuvo presentación oficial en la provincia).
En cuanto a la partida hacia Capital Federal, Sebastián cuenta que se debe a que él y su hermano Leandro estudian allá para perfeccionarse musicalmente y encontrar un buen sonido. Y está claro que entre la capital y nuestra provincia hay muchas diferencias a la hora de tener posibilidades para tocar. Ellos hacen música para escuchar tranqui, no para hacer pogo; y conseguir un lugar en Tucumán para esa música es difícil. “Yo quiero tocar y no preocuparme por el resto de las cosas, como el sonido, las luces y todo eso”, afirma. Y hacer eso en Baires es tal vez más factible.
Y, si bien Sebastián vive allá, es tucumano y  reflexiona sobre la realidad que viven las bandas de distintos géneros (relacionados con el rock) en el Jardín de la República. Cree que el tope horario, por ejemplo, afectó a las bandas; también afirma que hace un tiempo había mas lugares para tocar y  que eso ya no está. De todas formas, sostiene, con firmeza, que nadie tiene que desanimarse, porque en Tucumán hay mucha calidad musical.















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