Las dimensiones psicodélicas de Doctor Strange

28 Nov 2016
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Póster Promocional

Primera parte del informe

Viajes alucinógenos a otras dimensiones

Es una lástima que Alejandro Jodorowsky no haya leído los cómics de Doctor Strange en los sesenta. Este artista estaba obsesionado con lograr que su adaptación faraónica de Dune genere en los espectadores el mismo efecto que consumir LSD. Lamentablemente su ambición y un gasto desmedido en preproducción hicieron que el proyecto se derrumbe y quede como un mito de lo que hubiera podido ser. En los primeros cómics del experto en las artes místicas, Steve Ditko logró un surrealismo notable que se asemejaba un poco a las pinturas de Salvador Dalí y a su vez, tomaba elementos de la cultura Beat. No estaban pensadas como una experiencia alucinógena, sino como dimensiones paralelas u otros planos de realidad en los que Strange se enfrentaba a esas amenazas místicas que atentaban contra nuestra realidad. Por otro lado, los guiones de Stan Lee se inspiraban mucho en el misticismo oriental que le terminó de inferir esa personalidad única. Es interesante leer cualquier cómic de Marvel de esa época y luego compararlo con Doctor Strange. Es diferente y hasta podría funcionar en otro universo ficcional, sin embargo, Lee supo cómo hacerlo interactuar con el resto de sus creaciones y así llevar el plano místico a otros títulos.
En realidad, el punto verdaderamente interesante de este cómic estuvo en el apartado gráfico. Los guiones eran buenos, teníamos a un Stan Lee inspirado, pero Steve Ditko hizo lo que muchos consideran es lo mejor de su carrera en estas viñetas. No olvidemos que él fue también el encargado de los primeros números de Spiderman y se encargó de crear a gran parte de los villanos del trepamuros. Su trabajo allí fue notable, pero vamos a lo que es Doctor Strange. Allí jugó con perspectivas y encuadres muy arriesgados, en el que pululaban las figuras y formas de los cuadros de Salvador Dalí. La superposición de estas figuras era dinámica, y le daba una suerte de tridimensionalidad a cada viñeta, aunque también, al ser tan surrealistas, se acercaban a la psicodelia. Es más, en una entrevista que le realizaron al editor de Marvel en los setenta, Roy Tomas, expresó que se le acercaron a preguntarle si los artistas de Doctor Strange se drogaban, porque muchas viñetas les hacían recordar visiones que habían tenido tras consumir hongos alucinógenos. Sin dudas, transpolar estas imágenes a la pantalla grande iba a ser complicado. Bastante, por lo que en la película de 1978 directamente lo obviaron. En el nuevo film, solamente vimos dos dimensiones paralelas, pero bastaron, sobre todo la oscura, para reflejar aquellas viñetas gloriosas de Steve Ditko. El encargado de efectos especiales, Stephane Ceretti” comentó en una entrevista que publicaron en La Hora, “Fue la gran cantidad de efectos y las distintas cosas que tuvimos que crear, porque estábamos inventando un mundo nuevo. Es una nueva rama del Universo Marvel, no hay nada hecho en ese aspecto. Trabajamos muy en conjunto con Scott Derrickson, el director, y toda la gente involucrada, para ver cómo creábamos ese mundo. Fue un gran reto.”  
Admito que fui un tanto reacio a esas escenas similares a Inception que aparecieron en el tráiler, sin embargo, en la película bastó con una explicación simple e inteligente para justificarlas, y admito que me encantó, sobre todo porque en un momento determinado se adaptan a lo que es este universo, y logran una fotografía extraordinaria.
En este sentido, el problema radica en la moda del 3D, hay muchas, muchísimas escenas que están pensadas para esto, que son las que estiran demasiado a costo de mayor desarrollo de personajes o de la historia en sí. Culpa de estas escenas hay algunas cosas que están contadas de manera muy superficial, como el aprendizaje de Strange o el secreto de The acient one.

Un hechizo final

Las historias de iniciación son siempre interesantes, sobre todo cuando están ligadas a cambios tan drásticos como es el de Doctor Strange. Es cierto que en materia comiquera hay mucho material, del que no todo es bueno, pero siempre supone una mirada entretenida a los juegos dimensionales y a las realidades alternativas desde el lado de la magia.
Este film es básicamente eso, pero muy bien narrado y con una coherencia interna notable. Hay fallas, por supuesto, como no darle el tiempo de desarrollo a ciertos aspectos como el aprendizaje de las artes místicas, la revelación de The ancient one o incluso el enfrentamiento final con Kaecilius. Duele y molesta pensar en que fueron sacrificados a propósito en pos de tener más escenas pensadas exclusivamente para 3D, que pueden ser fácilmente omitidas. Otro aspecto, es que al igual que Iron Man, se sostiene demasiado en el protagonista y es evidente que con alguien que no tenga la calidad actoral de Benedict Cumberbatch, el film no hubiese funcionado tan bien.
La gente de Marvel no es estúpida. Saben muy bien hasta qué punto explotar las fórmulas de sus películas y cuándo generar un cambio. Esta película supone ese cambio, no solamente por la introducción de las dimensiones alternativas, sino por una narrativa un tanto más seria y más ligada al humano que al súper héroe. Aquí el drama es intenso y la resolución sí marca un cambio en el personaje, que, vuelvo a insistir, depende mucho de Cumberbatch.
  

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