31 May 2016
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Ilustración de portada

Hace algunos años, Pablo De Santis junto a Juan Sáenz Valiente crearon una obra que rozó la perfección, El Hipnotizador. Fue tan buena que rompió barreras y tuvo su propia serie en HBO Max. Frente a esto, era de esperarse que De Santis iba a apostar nuevamente a algo similar, que terminó siendo Justicia Poética. No llegó a la calidad del Hipnotizador, pero logró escribir nuevamente una obra que está muy por encima de la media.

 El protagonista, Julio Fux es una suerte de Parker de Richard Stark argentino.  Él se ha recluido desde hace tiempo. Después de todo, lo suyo es llamar lo menos la atención mientras cumple sus objetivos: Un asesinato por capítulo.  Esto representa la fórmula del caso de la semana o el asesinato de turno. Al haber sido originalmente publicada en capítulos en la revista Fierro, Justicia poética tuvo que tener una fórmula que se repitió en los primeros capítulos en la que nos sumergíamos en la rutina de Julio Flux y su meticulosidad para planear y asesinar a personajes con tan poca moralidad que rozan el estereotipo. Lo curioso es que siempre logra que parezcan accidentes. Después de cada asesinato tiene un ritual, fiel al estilo del poeta Edgard Lee Masters, escribe un epitafio poético para cada una de sus víctimas en un cuaderno que guarda para sí mismo.  Mientras tanto, la trama central se desarrolla gracias a un personaje, Mariana, una periodista que aparentemente lo busca para entrevistarlo por su faceta de poeta olvidado, pero al hablar de género negro, es obviamente mucho más de lo que aparenta. Punto a favor: Rompe con el cliché de la femme fatale. Es simplemente una periodista joven con una muy buena motivación.

El problema está en que es poco creíble que Fux siempre salga impune y las muertes parezcan accidentes. De Santis se dio cuenta de esto y fiel al estilo negro y a la ironía fría, logra romper ese esquema de los primeros capítulos con un par de muy buenos giros argumentales. Las tensiones aumentan mucho y esa seguridad a la que Fux estaba acostumbrado se rompe rápidamente. También profundiza en los personajes, sus motivaciones y surge un hilo argumental con el que Justicia Poética toma forma de una novela gráfica bastante sólida y es esa obra de género negro que le faltaba al cómic moderno.

El dibujo de Frank Arbelo tiene un aire clásico y recuerda un poco al de Gilbert Hernández y a José Muñoz en cuanto a composición. Su trazo es muy limpio y logra construir escenas muy ricas en cada viñeta con una buena dosis de detalles y personajes muy expresivos. El problema está en que es demasiado limpio para el género negro y le quita un poco el tono irónico que busca De Santis en su obra. Si Justicia Poética hubiese estado ilustrada por Juan Sáenz Valiente, esta novela gráfica hubiese impactado mucho más. Sin embargo, la labor de Arbelo es bastante digno y logra su cometido.

 A pesar de todo esto, la historia no ofrece nada nuevo al género más allá de la obsesión del protagonista con la poesía. Es algo interesante pero no logra romper esquemas. Eso sí, está muy bien narrada y atrapa. 

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