Justicia Poética
Hace
algunos años, Pablo De Santis junto
a Juan Sáenz Valiente crearon una
obra que rozó la perfección, El Hipnotizador.
Fue tan buena que rompió barreras y tuvo su propia serie en HBO Max. Frente a
esto, era de esperarse que De Santis iba a apostar nuevamente a algo similar,
que terminó siendo Justicia Poética.
No llegó a la calidad del Hipnotizador, pero logró escribir nuevamente una obra
que está muy por encima de la media.
El protagonista, Julio Fux es una suerte de Parker
de Richard Stark argentino. Él se ha
recluido desde hace tiempo. Después de todo, lo suyo es llamar lo menos la
atención mientras cumple sus objetivos: Un asesinato por capítulo. Esto representa la fórmula del caso de la
semana o el asesinato de turno. Al haber sido originalmente publicada en capítulos
en la revista Fierro, Justicia poética tuvo que tener una
fórmula que se repitió en los primeros capítulos en la que nos sumergíamos en
la rutina de Julio Flux y su meticulosidad para planear y asesinar a personajes
con tan poca moralidad que rozan el estereotipo. Lo curioso es que siempre logra
que parezcan accidentes. Después de cada asesinato tiene un ritual, fiel al
estilo del poeta Edgard Lee Masters, escribe un epitafio poético para cada una
de sus víctimas en un cuaderno que guarda para sí mismo. Mientras tanto, la trama central se desarrolla
gracias a un personaje, Mariana, una periodista que aparentemente lo busca para
entrevistarlo por su faceta de poeta olvidado, pero al hablar de género negro,
es obviamente mucho más de lo que aparenta. Punto a favor: Rompe con el cliché
de la femme fatale. Es simplemente una periodista joven con una muy buena
motivación.
El problema está en que es poco creíble que Fux siempre salga impune y las
muertes parezcan accidentes. De Santis se dio cuenta de esto y fiel al estilo
negro y a la ironía fría, logra romper ese esquema de los primeros capítulos
con un par de muy buenos giros argumentales. Las tensiones aumentan mucho y esa
seguridad a la que Fux estaba acostumbrado se rompe rápidamente. También
profundiza en los personajes, sus motivaciones y surge un hilo argumental con
el que Justicia Poética toma forma de una novela gráfica bastante sólida y es
esa obra de género negro que le faltaba al cómic moderno.
El dibujo de Frank Arbelo tiene un
aire clásico y recuerda un poco al de Gilbert Hernández y a José Muñoz en
cuanto a composición. Su trazo es muy limpio y logra construir escenas muy
ricas en cada viñeta con una buena dosis de detalles y personajes muy
expresivos. El problema está en que es demasiado limpio para el género negro y
le quita un poco el tono irónico que busca De Santis en su obra. Si Justicia
Poética hubiese estado ilustrada por Juan Sáenz Valiente, esta novela gráfica
hubiese impactado mucho más. Sin embargo, la labor de Arbelo es bastante digno
y logra su cometido.
A pesar de todo esto, la historia no
ofrece nada nuevo al género más allá de la obsesión del protagonista con la
poesía. Es algo interesante pero no logra romper esquemas. Eso sí, está muy
bien narrada y atrapa.