Hacía bastante que un entretiempo no era tan tranquilo en el “José Fierro”. Anoche, los fanáticos disfrutaron de la música que propuso el DJ de turno, saboreando lo que parecía una victoria asegurada.
La tranquilidad con la que transcurrieron los 15 minutos estaba justificada por el buen primer tiempo que había hecho el equipo dirigido por Lucas Pusineri; probablemente una de las mejores producciones del torneo.
Por momentos, el equipo funcionó como el año pasado cuando fue la sensación del campeonato. Bautista Kociubinski y Joaquín Pereyra manejaron el ritmo del partido. Matías Orihuela fue siempre salida por el sector izquierdo; lastimosamente para él sin poder asistir ni convertir. Pero el lateral fue clave en cada avance.
Guillermo Acosta se disfrazó de Ramiro Carrera para hacer jugar, pero también para contagiar con su entrega cuando había que marcar.
Arriba Ramiro Ruiz Rodríguez estuvo punzante como el torneo anterior y Marcelo Estigarribia se sacrificó por el equipo, aguantando y pivoteando cada pelota.
Cuando el partido todavía estaba en sus primeros minutos, Atlético golpeó con una jugada de laboratorio. A la salida de un córner Pereyra buscó a Kociubinski que apareció en soledad en el punto penal. El volante se acomodó y definió de zurda. Gol, 1-0; pero ahora había que justificarlo y Atlético lo hizo, al menos durante la primera mitad.
Jorge Broun fue la figura estelar de esa etapa. El arquero le ganó en dos mano a mano a Estigarribia y en otra ocasión a “RRR”. Fue una muralla “Fatura”.
Así, imposibilitó al “decano” de tener un marcador más abultado, pero la gente estaba tranquila. El equipo se había mostrado confiable y por eso todo era optimismo en 25 de Mayo y Chile.
El segundo tiempo empezó con la misma tónica. Atlético agresivo y protagonista. Pero en un contragolpe rosarino, la pelota dio en la mano de Acosta (estaba dentro del área) y Facundo Tello no dudó en cobrar penal que finalmente Carlos Quintana cambió por gol.
A partir de ese penal, la historia cambió. No sólo porque el partido estaba 1-1 si no que la actitud del visitante mejoró.
Miguel Ángel Russo, le ganó en el tablero a Pusineri y puso los jugadores que necesitaba para lastimar de contragolpe. Los ingresos de Jonathan Candia y Lucas Rodríguez dieron resultado casi al instante.
Apenas cinco minutos después de los cambios, llegó el gol de Damián Martínez tras una pérdida en tres cuartos de cancha.
Iban 28 minutos, Central ganaba 2-1 y recién llegaron los cambios de Pusineri. Afuera Acosta y “RRR”, adentro Ignacio Maestro Puch y Mateo Coronel. Tres delanteros para buscar la heroica, con 15 minutos por delante. A esa altura el equipo ya estaba desorientado. Perdió la estética que había mostrado en los primeros minutos y fue como pudo hacia adelante.
Dio la sensación que los cambios llegaron tarde, mucho más evidenciado por el gol de la visita.
El chivo expiatorio terminó siendo Estigarribia, quien tuvo en sus pies tres ocasiones claras de gol y en todas pifió y salió abucheado por los hinchas. Pero su reemplazante (Cristian Menéndez) no pudo hacer el desgaste que sí había hecho el entrerriano.
Los últimos minutos fueron para el infarto. Los dos equipos totalmente partidos, Central agazapado apostando a dar el golpe de contra y Atlético empujado por el aliento de su gente, yendo al frente sólo por la necesidad de encontrar el empate, pero sin ideas ni juego asociado.
El 2-2 lo terminó sobre la hora y fue merecido porque si el visitante se llevaba los tres puntos iba a ser más que exagerado.
Que Tomás Marchiori no haya tenido ni una atajada, explica muy bien como fue el desarrollo del juego. Y que al gol del empate lo haya convertido Pereyra quizás tenga un sabor especial a futuro, las cosas no le estaban saliendo bien a “Guante” y el gol puede ser un aliciente para el futuro.