La Argentina enfrenta una aceleración inflacionaria

La Argentina enfrenta una aceleración inflacionaria

La “inflación reprimida” se retroalimenta por la caída de las reservas del Central, lo que agita especulaciones sobre una aceleración de la tasa de devaluación del peso.

La Argentina enfrenta una aceleración inflacionaria

La tasa del 7,4% de inflación medida por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) para julio y el índice interanual del 71%, el más alto de los últimos 30 años, no permiten ver horizontes alentadores.  Para lo que resta del año, lograr mantener la inflación anual en torno del 70% sería una utopía, advierte Agustín Cavallo, economista del Instituto de Estudio sobre la Realidad Argentina y Latinoamerica (Ieral). Esta tarea debería significar  que el porcentaje promedio mensual del resto del año, no supere el 3%. Si, en cambio, para meses venideros se supone una inflación promedio mensual del 5,6%, la variación interanual a diciembre habrá de superar el 90%, apunta el experto.

Esta rápida escalada de la inflación, que comenzó con un 3,9% en enero, trae consigo un vertiginoso aumento de la tasa anual de inflación. Durante todo 2021 la inflación  anual se colocó alrededor del 50%; hoy se ubica 20 puntos porcentuales por encima, y el piso para las proyecciones de fin de año ya se ubica 40 puntos arriba de aquel andarivel.

Al tomar como referencia las divisiones con mayor aumento de precios en  julio en primer lugar figura Recreación y cultura (13,2%) seguido por Equipamiento y  mantenimiento del hogar (10,3%) y Restaurantes y hoteles (9,8%). Todos los rubros aumentaron por encima del 4,5%. Prendas de vestir y calzado, fue además la división que más aumentó desde julio de 2019, solo superada por la devaluación del peso registrada en el tipo de cambio paralelo.

Los precios regulados desde julio de 2019 están aumentado entre 100 y 120 puntos porcentuales por debajo del nivel general de precios. El rubro más “reprimido” en ese sentido fue Viviendas, agua, electricidad y otros combustibles, siendo además de mucha importancia dentro del índice ya que, con 10,5 puntos de ponderación, es uno de los cuatro rubros con mayor incidencia en la canasta, puntualiza el economista.

Si se pone el foco en los datos de inflación recientemente publicados por la Ciudad de Buenos Aires, se observa que el retraso en la actualización de las tarifas de los servicios públicos es la más significativa a nivel país. En este caso, la brecha entre las tarifas y el índice general se ubica entre los 180 y los 210 puntos porcentuales. Así, la inflación comparada con la evolución de las tarifas, de los salarios y del tipo de cambio, muestra un ritmo cada vez más divergente a partir de abril  de 2020 y desde entonces la brecha continúa acentuándose. Comenzó  2022 con una  diferencia de 5 puntos porcentuales entre los indicadores, pero en julio ya acumula una brecha que supera los 10 puntos porcentuales.

“Hasta que no ocurra el sinceramiento de las tarifas de los servicios públicos, no será posible generar expectativas a favor del quiebre de la inercia inflacionaria, dado que los subsidios alcanzan a casi 3 puntos del PBI y terminan siendo financiados con emisión monetaria, al tiempo que la recomposición de esas tarifas habrá de tener efecto alcista sobre los índices”, remarca Cavallo.

Este fenómeno de “inflación reprimida” se retroalimenta por la caída de las reservas del Banco Central, que agita especulaciones acerca de una aceleración de la tasa de devaluación del peso y/o nuevos tipos de cambios para las exportaciones (mezcla de oficial y libre), aunque sean por un período de tiempo limitado. Una vez que el Gobierno logre ajustar las tarifas públicas retrasadas, aunque la tasa de inflación se acelere en los meses siguientes, será el momento de evaluar la factibilidad de un mayor control del proceso inflacionario, indica el economista del Ieral.

Los pronósticos

Cuanto mayor sea la postergación de los ajustes de los precios de los servicios públicos, mayores serán las expectativas de inflación para 2023. En el último Relevamiento de Expectativa de Mercado (REM) se pronostica una inflación del 79% para el año próximo. Pero ese mismo dato, en marzo de este año, no llegaba al 50%, indica Cavallo.

Los últimos datos, aunque con algún rezago, venían mostrando cierta recuperación de los salarios registrados, luego de la caída de  2020. Aumentando en términos nominales a un ritmo del 6% mensual, se acercaban a la tasa de inflación. Con la aceleración de la suba de precios del último período, es posible esperar un escenario de mayor conflictividad gremial hasta fin de año, vaticina.

Respecto de la tasa de interés, el BCRA acaba de hacer un nuevo ajuste al alza de la remuneración de las Leliq al 69,5% (tasa efectiva anual del 96,82%). Desde principios de año se venía observando una política monetaria marchando “detrás de los acontecimientos”, en un contexto de aceleración de la inflación y de ampliación de la brecha cambiaria y todavía es difícil encuadrar los últimos anuncios. La suba de tasas provoca también un aumento de la emisión por el pago de intereses de los Pasivos Remunerados del Central por lo que, más que nunca, este tipo de movida debe ser acompañada por una firme consistencia del lado fiscal. Recientemente, el ministro de Economía, Sergio Massa, anunció que el Tesoro dejará de recurrir a la emisión monetaria para financiar el déficit. Al respecto, el experto acota que es de esperar el cumplimiento de esta promesa, pero cabe subrayar que los “Adelantos transitorios” constituyen sólo uno de los mecanismos que pueden ser utilizados para el financiamiento del déficit. Existen vías indirectas, sea por la compra del BCRA de bonos del Tesoro en el  mercado secundario, sustitución de Leliq por títulos públicos en el activo de los bancos, y cambios en los encajes, entre otros. De hecho, el agregado monetario que tiende a correlacionarse de modo más ajustado con la inflación en los últimos trimestres es el llamado M3, que incluye no sólo el circulante, sino también todo tipo de depósitos en pesos del sector privado y público. En la base de esta dinámica inflacionaria y de variación de los agregados monetarios está el problema del déficit fiscal, derivado de un gasto público que se ha instalado en un nivel infinanciable. Es en este plano dónde deberían esperarse medidas más ambiciosas por  parte del gobierno, pero esto, por el momento, sigue pendiente, finaliza el economista del Ieral de la Fundación Mediterránea.

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