El discurso oficial también se quedó sin combustible

El discurso oficial también se quedó sin combustible

El discurso oficial también se quedó sin combustible

El Cessna Citation Bravo despegó el lunes a la tarde de un día feriado. El vuelo del Avión LV-CKA fue compartido por la fórmula gubernamental. Hubo rostros adustos. Osvaldo Jaldo, el vicegobernador en ejercicio del Poder Ejecutivo había tenido un fin de semana bastante movido, más allá de las celebraciones del Día del Padre. Se fue a Trancas, pero no dejó ni un segundo de hablar por el celular. Del otro lado, los apoderados legales de la Casa de Gobierno recibían instrucciones acerca de una presentación en los Tribunales locales y federales. El paro de los transportistas de cargas había puesto los pelos de punta al actual conductor de la provincia. No pudo evitar lo que quiso frenar: una medida de fuerza por tiempo indeterminado que ha puesto a las actividades productivas entre la espada y la pared. Más allá de las consecuencias económicas de esta medida de fuerza, para Jaldo la actitud de la Asociación de Transportistas de Cargas de Tucumán ha sido una estocada a su gestión que acaba de cumplir nueve meses. Todo un parto en tiempos de alta inflación.

Juan Manzur era el otro pasajero de ese vuelo. El jefe de Gabinete de la Nación regresaba a sus tareas habituales en la Casa Rosada. Buscaba la manera de organizar una serie de reuniones con distintos funcionarios nacionales, con el fin de que éstos dieran cierta certeza acerca de la llegada de más gasoil para evitar males mayores a las economías regionales. El problema de fondo fue que, no hace mucho tiempo, había señalado, públicamente, que en 48 horas se solucionaba el abastecimiento de combustible. No sucedió. Pasaron los días y la paciencia de los transportistas se fue agotando como el gasoil en las estaciones de servicio. No había más reservas y se apostaron justo al costado de las rutas.

Tucumán, así, volvió a ocupar las primeras planas nacionales por un paro por tiempo indeterminado que se puede replicar en cualquier punto de la Argentina. La posta fue lanzada justo aquí, en el distrito en el que Manzur sigue gobernando, a pesar de haber pedido licencia para formar parte del equipo del presidente Alberto Fernández.

Además, Manzur y Jaldo han quedado atrapados en sus propias palabras. No hace mucho tiempo el gobernador interino había proclamado que el federalismo no se negocia, en un documento firmado por sus pares peronistas de otros distritos respecto de la nueva integración de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y del reparto de fondos. Desde hace tiempo, el mismo Jaldo viene señalando que las provincias del interior deberían tener el mismo trato que el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) en la distribución de las compensaciones tarifarias. Ese ha sido, además, el argumento que esgrimieron los propios transportistas que observan que no sólo pagan más caro el gasoil respecto de la zona central del país, sino que los reajustes que se aplican suelen ser mayores que en Buenos Aires (entre un 17% y un 21% versus un 12% promedio en la metrópoli).

La Federación de Transportistas ha revelado, en su informe de la semana pasada, que el faltante se registra en 21 de las 24 provincias argentinas y que las patagónicas transfieren parte del cupo de gasoil a la zona centro y a la región norte para que el desabastecimiento no sea tan crítico. Ahora se conoció un informe elaborado por Martín Bronstein, investigador del Centro de Estudios de Energía, Política y Sociedad (Ceepys), que, entre otras conclusiones, expuso que provincias como Formosa (+43%) o La Pampa (+39%) tuvieron un crecimiento extraordinario de la demanda de gasoil que triplicó el rebote económico. Entre Ríos se ubicó en el tercer lugar, con ventas un 34% por encima del año pasado y Corrientes, en la cuarta posición (+33%). Algunas son jurisdicciones netamente agrícolas; otras, en cambio, son fronterizas. Ni el encarecimiento del combustible ha logrado frenar la demanda de países vecinos, una situación incómoda en medio de la cosecha gruesa que, entre otras cuestiones, abastece de agrodólares a las alicaídas reservas del Banco Central.

Las economías regionales crujen. La zafra azucarera se paralizó en Tucumán como esas rastras que quedaron al borde de las rutas sin gasoil y sin poder llegar a destino por una protesta que, por ahora, no tiene resolución. La protesta ha significado un duro costo político para la administración transitoria de Jaldo que, por todos los medios, intentó abortarla como lo hizo con la que se había previsto para el 31 de mayo. Desde Buenos Aires, todos los factores esperan que llegue la solución, mientras se avecina un frente complicado en materia energética para las industrias, que pondrán en guardia al sistema energético nacional. Hay que pasar el invierno, diría un viejo dirigente político. La frase permite definir también las expectativas del gobierno provincial.

Los agentes económicos señalan que se acabó el tiempo de las promesas y que ha llegado la hora de dar verdaderas soluciones a problemas estructurales. El discurso oficial también se quedó sin combustible. El gobernador interino tucumano está atado de pies y manos para brindar soluciones respecto del gasoil. Sólo le queda poner la cara ante las petroleras. El Gobierno nacional está más enfrascado en sus internas con el kirchnerismo que en brindar una salida de fondo a los reclamos de la industria. Las tensiones seguirán siendo moneda corriente, de la misma manera que la inflación, otro factor que embiste contra todos los argentinos y que tampoco el Gobierno ha encontrado una receta para combatirla.

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