Día Mundial del Ahorro, esa misión imposible en la Argentina

Día Mundial del Ahorro, esa misión imposible en la Argentina

Entre la inflación y las crisis. Sólo con una moneda estable, los argentinos podrán resguardar su capital. Opciones.

Día Mundial del Ahorro, esa misión imposible en la Argentina

Desde hace 97, cada 31 de octubre se celebra el Día Mundial del Ahorro. La fecha fue instituida en un congreso realizado en   Milán (Italia), que trató temas relacionados con la organización y legislación de las Cajas de Ahorro. Su impulsor fue el profesor Filippo Ravizza, que propuso la conmemoración al final de la cumbre de la que participaron representantes de varios países.

A lo largo de los años, la cultura del ahorro fue transmitida de generación en generación, en base al esfuerzo y al sacrificio de una cuotaparte del ingreso para atender contingencias o encarar el futuro. Sin embargo, con el tiempo, esa capacidad de atesorar dinero se fue esfumando. En la Argentina, por ejemplo, las constantes crisis, las decisiones gubernamentales y la recurrente inflación han imposibilitado que sus habitantes recrearan aquella cultura. A cuatro de cada 10 argentinos, sus ingresos no le alcanzan para salir de la pobreza. La inflación anual roza el 50%, mientras la moneda nacional se devalúa. El plazo fijo, un clásico instrumento para resguardar el dinero, opera con tasas negativas por aquella explosión inflacionaria, mientras que el dólar es escaso por los sucesivos cepos cambiarios dispuestos por un Gobierno que necesita divisas. Aquellos que cuentan con capital diversifican su cartera de inversiones, en muchos casos con instrumentos financieros sofisticados. De a poco va generándose una educación financiera de tal manera que más operadores minoristas accedan a aquel menú de posibilidades de invertir sin un alto riesgo Y, si se puede, ganarle a la inflación. Eduardo Robinson, economista, dice a LA GACETA que el problema argentino subyace en que no hay incentivos para el ahorro. “Una economía que no ahorra, no puede financiar la inversión y sin inversión no es posible crecer”, explica.

“Hoy, en la economía hay poca capacidad de ahorro, porque los salarios pierden sistemáticamente contra la inflación y porque la economía está estancada desde hace un poco más de una década lo que atenta contra la creación de fuentes de trabajo, y sobre todo, trabajo de alta productividad, que recomponga la posibilidad de que crezca el ahorro”, acota.

Con una inflación que supera el 50% anual, es muy complicado tener alternativas rentables de inversión. Al comparar las rentabilidades de diferentes instrumentos de ahorro, con la tasa de inflación, para el pequeño y mediano ahorrista, en general el rendimiento se encuentra por debajo de la tasa de inflación, puntualiza el consultor.

Robinson considera que hay que tener en cuenta que ahorrar implica una decisión intertemporal, es decir, postergar consumo presente para hacerlo en el futuro. “Pero, con alta incertidumbre, con la inflación amagando con acelerarse, con una moneda que se desvaloriza todos los días, las personas optan por el consumo presente. Destinar los fondos para adquirir bienes y servicios, razonando que en pocas semanas los precios se habrán incrementado. Entonces es una forma de preservarse de la guadaña inflacionaria”, explica.

Efecto en cadena

La inflación y la devaluación son dos consecuencias de una misma causa, son dos resultados de un mismo origen: la pérdida de valor de la moneda local.  El Peso cada día vale menos, y por eso necesitas cada vez más pesos para comprar los bienes y servicios (eso es la inflación), y más pesos para comprar un dólar (eso es la devaluación del peso), afirma el economista Pablo Pero.

Por lo tanto, dice el docente de la UNT, para ahorrar en la Argentina de hoy lo que tenés que hacer es escaparte de esa moneda que pierde valor. Como dice el ex ministro de Economía Hernán Lacunza: “ahorrar en pesos es como ahorrar en helados; se te derriten”. Pero recuerda que las monedas, para cumplir su propósito, deben satisfacer tres funciones básicas: ser reserva de valor, ser unidad de medida, y ser medio de cambio. “La moneda argentina ha perdido las dos primeras características, lo que ha llevado a que muchas operaciones se hagan en dólares. Por eso decimos que la economía local es bimonetaria; y es por ello que los efectos de un aumento del tipo de cambio (es decir, un aumento del precio de las divisas internacionales medidas en pesos) se traduce en un alza de los precios locales en forma mucho más rápida de lo que lo haría en otros países”, puntualiza.

“La inflación es siempre y en todas partes un fenómeno monetario”, es una famosa frase acuñada por Milton Friedman en su libro “Una historia monetaria de los Estados Unidos, 1867-1960”, escrito en 1963 junto a Anna Schwartz. “Con permiso del premio Nobel, me gustaría modificar sutilmente su frase”, propone el economista: “la inflación es siempre y en todas partes, en el largo plazo, un fenómeno monetario”.  En el corto plazo hay otros factores que influyen, como ser: la variación en el tipo de cambio, las expectativas de inflación futura, el nivel de indexación de la economía, la rigidez de los contratos, el cambio en los precios de los insumos básicos que hacen al costo de producción (como la energía). Estos factores pueden ser más influyentes en un país como argentina, donde el mercado está más acostumbrado a cambiar los precios velozmente. Así, ensayando una analogía, podemos decir que un incendio se puede potenciar en base a muchos elementos (echar nafta o maderas encima, la temperatura ambiente, y otras) pero sabemos que sin oxígeno no habrá fuego. Igualmente: muchos elementos pueden potenciar la inflación, pero sin una causa ulterior monetaria, no hay inflación posible. Sin excesos en la cantidad de dinero por sobre lo que la gente desea tener en su poder, no habrá alza generalizada y continua en el nivel de precios. Por lo tanto, para poder ahorrar en pesos, necesitamos construir una moneda estable. Para ello es imperioso un Banco Central independiente, que pueda mantenerse impávido ante los pedidos de financiamiento que pretenda imponer el Ejecutivo nacional, afirma. Sin ese escenario no habrá una buena moneda y, por lo tanto, para poder ahorrar en Argentina debemos escapar de ella, poniendo nuestros ahorros en otros activos” expresa.  Desde lo financiero, algunas opciones simples hoy son constituir plazos fijos UVAs (que ajustan por la inflación más un mínimo interés), una opción más compleja puede ser constituir un portafolio de papeles que ajusten por inflación (para lo que es bueno buscar la colaboración de un profesional); o invertir en la economía real, adelantando la compra de bienes de capital (bienes que aumenten nuestra productividad), o tomando crédito a tasas por debajo de la inflación esperada (siempre que tengamos capacidad de pago).  En el fondo, lo que tenemos que hacer es buscar un activo cuya oferta no sea fácilmente reproducible (relativamente escasa) y cuya demanda esté asegurada o en aumento, concluye Pero. En la Argentina, con tanta inflación, ahorrar es prácticamente una misión imposible.

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