“La brecha digital es enorme y eso promueve una desigualdad muy grande”

“La brecha digital es enorme y eso promueve una desigualdad muy grande”

Walter Fabián Soria, decano de la Regional Tucumán, cuenta cómo hace la Tecnológica para surfear la pandemia.

PREPARADOS. La virtualidad que trajo la pandemia no tomó por sorpresa a la Universidad Tecnológica Nacional. PREPARADOS. La virtualidad que trajo la pandemia no tomó por sorpresa a la Universidad Tecnológica Nacional. LA GACETA / ARCHIVO.

“La pandemia desnudó la inequidad que sufre Tucumán en materia de conectividad”, subraya Walter Fabián Soria. Esa brecha digital se traduce en desigualdad social y quedó en evidencia, por ejemplo, en el sistema educativo, en todos sus niveles. Para la Regional local de la Universidad Tecnológica Nacional, de la que Soria es decano, el impacto de la enseñanza virtual no fue tan contundente porque venían trabajando en esa área antes de la irrupción del coronavirus. De todos modos, para la casa de estudios que cobija a más de 11.000 alumnos -entre la oferta de pregrado, grado y posgrado- 2020 representó un desafío que está lejos de concluir. Ese es uno de los tantos temas que abordó Soria en el marco de una entrevista con agenda abierta.

- ¿Cómo analiza las políticas educativas que se tomaron durante la pandemia?

- Los resultados, si las medidas fueron buenas o malas, se verá en el mediano plazo. Algo había que hacer para salir del paso; algunos estaban más preparados, otros menos preparados. En nuestro caso nos costó, como a todo el mundo, pero un poco menos. Lo que quedó al desnudo es la inequidad del sistema de comunicación que tenemos en la provincia. En ese sentido la Facultad hizo un informe técnico y se evidencia dónde estamos parados.

- ¿Y dónde estamos parados?

- La brecha digital es enorme. En zonas como el Gran San Miguel de Tucumán, Concepción y Monteros la conectividad avanzó, pero hay áreas sin ninguna cobertura, y se debe a que para las empresas no son redituables. Eso promueve una desigualdad muy grande. Por eso es necesario que ahí el Estado invierta para garantizar un acceso equitativo a la conectividad. En ese caso, además, debería ser un servicio gratuito para áreas como salud, educación y seguridad.

- Puede pensarse que una Universidad Tecnólogica estaba preparada para afrontar la virtualidad en caso de emergencia. ¿Cómo los tomó a ustedes?

- Como parte del Consejo Mundial de Decanos de Ingeniería, en el que represento a Sudamérica, notaba la preocupación por el avance de la pandemia en el Hemisferio Norte. Por eso decidimos cerrar la Facultad una semana antes de que se decretara la cuarentena en el país. A diferencia de otras unidades académicas ya veníamos trabajando con educación virtual, por medio de un plan aprobado hace cuatro años por el Consejo Superior, así que contábamos con las plataformas y con parte del plantel docente capacitado para usarlas.

- ¿Cómo se tradujo esto en el día a día?

- Hay que diferenciar educación virtual de educación en tiempos de pandemia. En este último caso se compite con la familia en el uso de Internet y todo depende del ancho de banda. El proyecto de virtualidad ya lo habíamos iniciado y en 2019 se licitó para la Facultad la incorporación de la plataforma educativa Microsoft Teams. Así que los docentes que no se habían capacitado en esa ocasión se vieron forzados a hacerlo. La cuestión es que iniciamos las clases con el dictado del 80% de las materias, que son más de 200 contando las cinco carreras. Me sorprendió, confieso que esperaba un número menor. A las pocas semanas llegamos al 100% del dictado, incluyendo pregrado, grado y posgrado.

- ¿Qué clase de obstáculos encontraron?

- Hubo dificultades básicas. Por ejemplo, fueron públicos los casos de intrusiones a las aulas virtuales que sufrimos. Gente que se metió en medio de las clases a decir groserías y generó malos momentos, sobre todo contra las profesoras. Lo fuimos corrigiendo con políticas de seguimiento de los asistentes y de asignación de claves. Ahora el alumno que presta una clave es pasible de sanción.

- ¿Cómo se afrontó la cuestión académica y el seguimiento de los estudiantes?

- La decisión fue brindarles la regularidad a todos los alumnos inscriptos en tiempo y forma en cada materia, habilitándolos para rendir. Claro que es una medida que generó discusiones internas, pero se comprendió que a ningún alumno se le regalaba nada. Además, tienen la posibilidad de volver a cursar si quieren hacerlo. Los indicadores son los exámenes y nos muestran que el porcentaje de aprobados viene siendo similar a la presencialidad.

- ¿Cuáles fueron los principales reclamos recibidos de parte de los docentes?

- El compromiso de ellos fue enorme, pusieron toda la voluntad para dar clases en este contexto tan especial. Principalmente se manejaron con Zoom y Microsoft Teams. El requerimiento más insistente que nos llegó de su parte fue el acceso pleno a la herramienta virtual, así que hicimos un enorme esfuerzo económico para que todos tuvieran su cuenta de Zoom Pro. Estamos hablando de un plantel de entre 650 y 700 docentes. Esa herramienta también fue extensible para los no docentes.

- ¿Hubo otros aspectos de la vida de la UTN muy afectados?

-  Sí, por ejemplo todo lo referido al movimiento de expedientes y títulos. Nos preocupó mucho, porque durante los primeros meses de la cuarentena la parálisis administrativa fue total. Poco a poco lo fuimos acomodando. Finalmente, la semana pasada los no docentes volvieron al trabajo presencial.

- ¿Qué pasó con los talleres y laboratorios, que son claves en el perfil de las carreras que ustedes dictan?

- Las cátedras tuvieron que reinventarse, esta es una Facultad con una gran carga práctica en el dictado de las asignaturas y muchos de esos contenidos tuvieron que brindarse de forma virtual. Pero algunas materias requieren la presencialidad de los alumnos, sí o sí, en los trabajos de laboratorio, así que solicitamos la autorización del COE para que los estudiantes accedan a las prácticas y terminen de regularizar lo que deben del ciclo lectivo 2020. Esa presencialidad implica cumplir con los protocolos y representa un alto costo para la Facultad, no es fácil conseguir el financiamiento, pero contamos con las reservas económicas para afrontarlo.

- ¿Afectó la pandemia la inscripción para 2021?

- En 2008 el promedio era de unos 300 aspirantes al ingreso. Fuimos creciendo y en los últimos años el número se estabilizó arriba de los 1.400 aspirantes. Ahora se hablaba de una posible baja del 50% a nivel país, pero nosotros ya tenemos 1.250 inscriptos, así que la situación no nos afectó.

- ¿Cómo será el dictado de clases?

- El Consejo Superior decidió arrancar de manera virtual y mantenerse así durante el primer semestre. En el caso de las materias cuatrimestrales la idea es que las actividades prácticas presenciales se dicten en junio; y en el caso de las materias anuales, que se programen en la segunda mitad del año. Iremos monitoreando la situación sanitaria, sabemos que todo puede pasar, pero preferimos ser cautos y previsibles.

- El discurso extendido es que el país necesita, por ejemplo, más ingenieros. Pero, ¿cómo se hace para que los chicos decidan estudiar ingenierías?

- Hay que terminar con el tabú de las ciencias exactas y el discurso de que matemáticas, física o química son “difíciles”. Esto implica divulgar que las cosas no son así y que los grados de dificultad, en la vida universitaria, existen en todas las carreras.

- ¿Cuál es la base con la que los chicos están llegando?

- Cada vez se nota más el deterioro de los conocimientos que traen del primario y el secundario. Nuestra convicción es que no hay que nivelar para abajo, nada de “todo pasa”. Nos ocupamos de reforzar el apoyo de los alumnos, incluso brindando mayor cantidad de consultas, pero siempre les damos un baño de realidad. La universidad propone un nivel de complejidad que arranca el primer día de clases.

- ¿En qué consiste el plan de desarrollo que están implementando en el interior de la provincia?

- La idea es tener la UTN a la vuelta de casa. Soy del interior, conozco lo que cuesta venir a la ciudad, en algún punto te asusta. Y además representa un costo muy alto, más allá de ayudas tan importantes como el boleto estudiantil. De allí la idea de llevar la Universidad Tecnólogica a distintas zonas de Tucumán por medio de las extensiones áulicas, con un programa que abarca Bella Vista, Banda del Río Salí, Monteros, Villa Quinteros y Santa Lucía, sumados a lo que ya tenemos en Concepción. En esta primera etapa es un beneficio para 800 jóvenes que van a poder estudiar cerca de su casa. Gestionamos el apoyo de la Nación, de municipios, de empresas, y en este momento el respaldo viene de la Legislatura. Y que quede claro que para nosotros esto no es una unidad de negocios; es una posibilidad concreta que les estamos brindando a los jóvenes.

- ¿Cuál son los principales anhelos de la UTN mirando al futuro?

- Hemos crecido muchísimo, pero tenemos un déficit importante. El ejemplo es el campus universitario, que lo tenemos planificado sobre una superficie de ocho hectáreas. En ese sentido, la Provincia tiene una deuda con la UTN en cuanto a generar el espacio para ayudarla a crecer como universidad. No podemos conseguir un predio adecuado. Hay que contemplar que el grueso de los estudiantes de la UTN es tucumano, más allá del impacto que tiene la Facultad en la región.

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