Marcadas a fuego por la pandemia, las vivencias que nos deja 2020 son diversas (y hasta opuestas) según quien narre la desventura. En la lista hay una metamorfosis constante de rutinas, altas dosis de estrés e intentos de autocoacheo para afrontar los días difíciles.
“Durante este tiempo, ¿cómo vivieron los adolescentes el Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO)?”. Esa fue la pregunta que llevó a que varios estudiantes de sexto año crearan “Vidas aisladas”, un proyecto de investigación centrado en capturar las voces de los jóvenes en relación a su salud mental y las experiencias personales y académicas que dejó la covid-19.
“Uno de los factores que nos motivó a elegir esta temática es que también somos adolescentes y -al estar por terminar el secundario- compartimos la misma realidad. Lo que queríamos es ver más allá de lo propio y conocer otros testimonios”, comenta el equipo, integrado por Martín Agüero Trevisan, Victoria Colombres Garmendia, María José Musso, Nahiara Monzón y Lihué Sosa. Todos ellos son estudiantes del colegio El Salvador.
Con el foco puesto en las voces de quienes tienen entre 17 y 20 años, el grupo realizó 93 encuestas, a lo que se sumaron algunas entrevistas. “Lo que queremos es acercar estas experiencias a la comunidad y a las instituciones para conversar y dar lugar a los reclamos o a las opiniones que tenemos los adolescentes. Nosotros creemos que los sentimientos reflejan los problemas sociales”, afirman.
Vamos a los números
Entre los resultados de la investigación, se destaca que un 47% de los adolescentes sintió un deterioro de su salud mental durante los últimos meses. Un dato que se complementa con la constante emocional del aburrimiento (en casi el 75% de los casos), el desgano (con índices mayores al 60%), la tristeza y el enojo (50 %).
Además, uno de los grandes planteos se centra en la revalorización de aquello que se consideraba “normal”.
“Algunos encuestados expresaron que extrañan su rutina y la gran mayoría quiere volver a la educación presencial o semipresencial. Asimismo, los vínculos familiares y de amistad fueron puestos a prueba. Sin ir más lejos, nuestro grupo descubrió la importancia de aprender a escuchar a otros para mejorar y cambiar la sociedad”, expresan.
Otro de los puntos de análisis está puesto en la educación. “Debido a la implementación apresurada de la educación a distancia, muchos adolescentes tuvieron dificultades para adaptarse. No tanto a las tecnologías, sino a las nuevas formas de aprender. Muchos sintieron que perdieron el año, pero también reconocieron haber aprendido varias cosas (como organizar sus tiempos y comunicarse de forma distinta)”, agregan.
¿Y qué se anhela en el cursado de 2021? “Teníamos la hipótesis de que a partir del ASPO se habían sumado problemáticas a la vida de los adolescentes, pero no esperábamos que tantos adolescentes quisieran volver a un régimen presencial o mixto (semipresencial). Por ejemplificar, sólo tres respondieron que preferían mantener por completo el aprendizaje virtual”, detallan.
En la categoría de la prevención, aunque el 97% de los consultados no se contagió de coronavirus, existe la creencia general (68%) de que el ASPO no fue nada efectivo para cuidar la salud pública. Y, entre las consultas sobre relaciones afectivas, un dato importante es que al 65% de los chicos no le costó mantenerse en contacto con sus familiares o conocidos.
Chats animados
En busca de contribuir a la concientización y crear una intervención sociocomunitaria, “Vidas aisladas” tiene una cuenta de Instagram a la que se subieron los gráficos del proyecto. En @proyectoecoyadolescentes lo que llama la atención es la estética de los resultados, adaptados a mensajes de WhatsApp y acompañados con ilustraciones de animales.
La divulgación científica está a cargo de tres personajes carismáticos hechos por Joaquín Agüero Trevisan (otro de los miembros del equipo y con una buena mano para los dibujos). Ellos son: Rodo (una nutria a la que le encanta contar cuentos y cuyo nombre deriva de la rodocrosita), Eco (una perra de orejas largas) y Malva (una puma tímida que se ganó su apodo por los malvaviscos).
“La verdad es que no queríamos quedarnos sólo con analizar los resultados de las encuestas. Así que por eso nos planteamos la necesidad de generar un espacio para que se validen las reflexiones al comprobar que hay bastantes adolescentes que pasaron por situaciones o circunstancias parecidas. Con esta cuenta deseamos que las opiniones sean escuchadas y logremos generar cambios en respuestas a las necesidades manifestadas”, sintetizan.
¿Cómo te sentís?
Estos son algunos de los mensajes que dejaron las entrevistas a adolescentes de último curso de secundaria y primer año de la universidad.
- “A veces ocurría que no tenía ganas de levantarme de la cama porque decía que iba a hacer lo mismo que todos los días: hacer nada o estar en clases de la facultad”.
- “Creo que mejoré mi participación en clases porque, como no me ve el resto de mis compañeros cuando hablo, al no prender la cámara, me siento más libre de decir lo que pienso sin que me estén mirando ni yo ver la reacción de los demás con sus gestos”.
- “(Siento que la pandemia me privó) de tener la posibilidad de contar con los profesores en persona. No podía consultar mis dudas, y prepararse para un examen era tres o cuatro veces más difícil que si fuese en presencialidad”.
- “A la hora de tener que rendir un parcial, se me dificultó bastante algunas veces porque, al ser tantos alumnos, las páginas se caían y no podíamos rendir. Nos mandaban a rendir el día de la recuperación de dicha materia”.
- “Por el encierro y la cuarentena empecé a comer menos. Tanto por la falta de ánimo como por los horarios cambiados, y la falta de actividad física también influyó”.
