Por Carlos Chirino
14 Octubre 2020
OFICIO. Montiel, Messi y Palacios festejan la victoria en La Paz. REUTERS
A pesar de jugar a 3.600 metros sobre el nivel del mar, donde los futbolistas sienten la falta de oxígeno, el seleccionado argentino mostró oficio y aceleró en los momentos justos para conseguir un gran triunfo en un reducto donde normalmente la gran mayoría la pasa mal.
Argentina jugó con una actitud totalmente distinta a la que la hizo hace cinco días atrás, cuando le ganó con lo justo a Ecuador y dejando una pobre imagen. Esta vez tuvo personalidad y el trabajo fue de menor a mayor.
Hubo un muy buen trabajo colectivo, con varios puntos altos. La defensa estuvo sólida y los laterales (Gonzalo Montiel y Nicolás Tagliafico) se mostraron siempre como salidas y en varias ocasiones se proyectaron llevando peligro a los bolivianos. En la mitad de la cancha Exequiel Palacios fue de los mejor, aportando claridad cuando el equipo lo necesitaba y acelerando en los momentos justos.
Lautaro Martínez y Lionel Messi tuvieron mucho más protagonismo que contra los ecuatorianos. El “Toro” le agregó sacrificio a su potencia en el ataque y gracias a no dar por perdida ninguna pelota, llegó el gol del empate. El trabajo de “Lío” fue de menor a mayor y a pesar mostrar signos de cansancio en varios pasajes del partido, supo administrar sus energías para ser clave en la parte final del encuentro, al iniciar la jugada que terminó con el gol de Joaquín Correa. Otro dato positivo: la Selección tiene alternativas para llegar al gol y ya no depende exclusivamente de Messi.
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