Juegos Olímpicos: tucumanos, con el fuego sagrado

Juegos Olímpicos: tucumanos, con el fuego sagrado

Desde que se instauraron los Juegos Olímpicos, hubo tucumanos que representaron al país en la máxima cita. Aquí, nueve de esas historias.

“Llegar a los Juegos Olímpicos es lo máximo a lo que puede aspirar un deportista”. La frase pertenece a Firmo Emilio Roberti, el tucumano que más veces participó en la máxima cita. El tirador representó al país en Munich 1972 (Alemania), Montreal 1976 (Canadá), Los Ángeles 1984 (Estados Unidos), Seúl 1988 (Corea del Sur) y Barcelona 1992 (España). La suya es una de las nueve historias que contamos en esta entrega sobre deportistas del “Jardín de la República” que se calzaron la “albiceleste”. También citamos los casos de Hugo Ginel (Roma 1960), José Alberto Vallejo (México 1968 y Munich 1972), Mercedes Paz (Los Ángeles 1984, Seúl 1988 y Barcelona 1992), Jorge Aguirre (Barcelona 1992), Eduardo Costa (Sidney 2000, Atenas 2004 y Beijing 2008), Rodrigo Lucenti (Atenas 2004), Darío Gasco (Beijing 2008) y Emmanuel Lucenti (Beijing 2008, Londres 2012 y Río de Janeiro 2016).

“En Munich tenía 29 años y terminé entre los 20 mejores. A los 26 años comencé en este deporte y tres temporadas después ya estaba en los Juegos. ¡Es una locura! Creo que mi éxito deportivo fue porque siempre hice todo con mucha pasión y con sacrificio”, recordó Roberti, que aseguró que en Estados Unidos no consiguió una medalla por haber sido perjudicado por los árbitros. “En casi todos los Juegos terminé dentro de los 10 primeros y en Seúl conseguí mi mejor actuación con un sexto puesto. Donde más cerca estuve de calzarme una medalla fue en Los Ángeles, pero hubo fallos arbitrales que me perjudicaron”, dijo el tirador, que también fue dos veces subcampeón del mundo.

A los 77 años, Roberti contó que su récord de cinco presentaciones podría haber sido de siete. “Estuve nominado para ir a siete Juegos. En Moscú no fuimos porque el país renunció por un boicot político. Y en 1996, para la cita de Atlanta, decidí renunciar por cuestiones laborales. Estar en los Juegos Olímpicos es algo incomparable. Es a lo máximo a lo que se puede aspirar. Es algo soñado. Y lo mejor que tiene es que, en esta competencia, se iguala el amateurismo con el profesionalismo. A los jóvenes deportistas les digo que con perseverancia se pueden conseguir muchas cosas. Hay que hacer todo con entrega y siempre pensando en superarse. Ahí está la clave”, indicó.

La primera tenista

En 1984, Mercedes Paz se convirtió en la primera tenista mujer nacida en nuestro país en representar a Argentina en un evento olímpico, luego de la actuación de cinco compatriotas varones durante París 1924. “Fue una experiencia inolvidable. Para mí fue un sueño hecho realidad. Me impresionó mucho el mundo olímpico. La ceremonia fue algo impresionante en Los Ángeles. Hasta ese momento el tenis no era un deporte olímpico. En 1983 terminé entre las 10 primeras como junior y eso me dio la clasificación. Perdí en primera ronda por 6-2 y 6-3 ante la británica Amanda Brown. Steffi Graf, que era la N° 1 de junior, consiguió la medalla de oro. En ese certamen jugaban las menores de 21 años. Jamás olvidaré esos Juegos “, señaló la tenista. “Cuando llegué a los de Seúl figuraba 55 en el ranking del mundo. Gané en primera ronda y perdí en segunda. En dobles perdimos con Gabriela Sabatini en octavos de final contra dos canadienses. Fue un partido larguísimo, terminamos cayendo 20 a 18 en el tercer set. En Barcelona cumplí mi mejor desempeño. Logré un diploma con Patricia Tarabini en dobles. Perdimos en cuartos de final y clasificamos entre las ocho mejores”, agregó.

“Mecha” asegura que en Barcelona fue donde más disfrutó. “Cada cita tuvo lo suyo, pero la de Barcelona fue, sin dudas, la que más disfruté. Tal vez fue porque era más grande y aproveché mejor los tiempos. Fui a ver la final de los 100 metros, que fue algo impresionante. La convivencia con otros atletas es algo muy lindo. Compartimos con las chicas de lucha, a las que habían anotado en una categoría equivocada, por lo que estuvieron ocho días prácticamente a mate porque tenían que bajar de peso para poder competir”, comentó la ex tenista, que se ilusiona con ir a los Juegos de Tokio como entrenadora del equipo argentino. “Tengo la esperanza de que se realicen el próximo año”, dijo.

Hugo Ginel fue el primer representante tucumano en participar en los Juegos y lo hizo integrando el seleccionado de fútbol en el certamen de 1960. “Fue uno de los mejores regalos que me dio la vida: integrar una Selección de mi país no tiene precio”, señaló el defensor que estuvo en el conjunto “albiceleste” que quedó eliminado en primera ronda al perder 3 a 2 Dinamarca, vencer a Túnez por 2 a 1 y ganarle a Polonia por 2 a 0.

José Alberto Vallejo, que falleció en 2018, fue considerado el mejor lanzador de martillo durante casi dos décadas a nivel nacional y sudamericano. “Comencé a practicar atletismo a los 16 años. En ese entonces estaba dotado de una contextura física muy grande. Tenía mucha potencia y me destacaba en cualquier deporte. Hacía salto en largo en una acequia con mis amigos y ganaba siempre. Un día me fui a probar en la Escuela de Educación Física. Mis lanzamientos de disco salían para arriba y siempre caían en el mismo lugar. Todos se reían. Pero a la semana, voló el disco y fui récord tucumano, después voló la jabalina y quebré otro récord. Lo mismo sucedió con la bala y el martillo”, contó Vallejo en una entrevista publicada en abril de 2017 en LA GACETA.

Yudocas

Jorge Aguirre, Eduardo Costa y los hermanos Rodrigo y Emmanuel Lucenti fueron representantes argentinos en yudo, lo que deja en claro el potencial de este deporte en nuestra provincia. Aguirre fue el primer yudoca del “Jardín de la República” en ir a los Juegos y lo hizo en Barcelona ‘92, donde finalizó en el puesto decimoséptimo en la categoría de 95 kilos. “Fue una experiencia inolvidable para mí. Desde que era niño tenía la ilusión de competir en el más alto nivel y por suerte lo conseguí. Recuerdo que sentí una gran emoción cuando me informaron que iba ser el representante en Barcelona. Antes de ir a los Juegos hice una extensa gira por Europa, donde había mostrado un gran nivel. Tenía mucha expectativa, porque llegaba con una muy buena preparación. Mi objetivo era terminar entre los 10 mejores, ya que sabía que era muy difícil conseguir una medalla”, expresó. “Gané la primera lucha y me saqué todos los nervios de encima. En la segunda lucha vencí a un representante de Yugoslavia y luego le gané en forma contundente a un adversario de Estados Unidos. El cuarto combate fue contra un representante de Mongolia, que era subcampeón mundial. Faltando 10 segundos perdí. Si pasaba tenía grandes chances de conseguir una medalla”, concluyó Aguirre.

Costa estuvo en Sidney, Atenas y Beijing. En 2004 consiguió su mejor actuación con un séptimo puesto en la categoría de hasta 90 kilos, lo que le valió para conseguir un diplona.

Rodrigo fue el primero de los hermanos Lucenti en salir a escena en unos Juegos. Lo hizo en 2004. “No me parece que haya pasado tanto tiempo. Fue como vivir un sueño. A diferencia de los otros deportistas que representaron a la Argentina en yudo, yo empecé 10 años más tarde. Cuando tenía 16 años recién comencé de firme a practicar yudo. La mayoría de los chicos lo hace desde los cinco años, porque el aprendizaje es fundamental hasta los 12. Es cuando se aprende más fácil”, dijo Rodrigo, que tenía 26 años cuando competió en Atenas. “Estuve a punto de abandonar el yudo. Un día, Eduardo Costa me dijo que yo tenía condiciones para ser olímpico. Me dijo que estaba cometiendo un par de errores y que si los corregía llegaría lejos. Hicimos un pacto y nos ayudamos mutuamente. En los entrenamientos nadie lo aguantaba más de dos luchas a Eduardo. Te destruía en las prácticas”, señaló Rodrigo, que recordó que también entrenaba con Jorge Aguirre y con Juan Carlos Ruiz.

El yudoca reveló que no llegó bien a los JJ.OO. “Me lastimé la espalda un mes antes, en una gira por Europa. Hice una torsión atacando un rival y me produjo una desviación de una de las vértebras. No podía entrenar. El técnico me dijo que me iba a tener que volver. Me quería morir. Un ‘profe’ de yudo de Pontevedra, España, me llevó a una persona que curaba con plantas. Me hizo hacer un tratamiento de 10 días y prácticamente desapareció el dolor. Gracias a él pude competir. Perdí en la primera lucha faltando un minuto con James Pedro, que fue medalla de bronce. Físicamente no estaba en mis mejores condiciones. Para mí subirme, fue un logro”, concluyó Rodrigo, que destacó que siempre recibió el apoyo de su mamá Elisa y su papá Daniel para llegar bien alto.

Emmanuel se inició en el yudo a los ocho años y ya representó al país en tres Juegos. “La verdad que nunca me imaginé poder conseguir tanto. Llegar es muy difícil, imaginate lo que significa estar en tres. Es algo increíble. Me emocioné muchísimo cuando estuve en Beijing”, reveló el yudoca que, en China, terminó en el vigésimo primer lugar. Su mejor actuación la consiguió en Londres con un séptimo puesto, mientras que en Río de Janeiro terminó en la novena posición. “En Londres estuve muy cerca de conseguir una medalla. Le gané a uno de los mejores del mundo, contra todos los pronósticos. Y lo mejor fue que mi papá estaba en la tribuna. En Brasil también fue muy lindo contar con el apoyo de la familia y de los amigos que viajaron para hacerme el aguante. Lo que se vive en la Villa Olímpica es algo inigualable. Siempre me llamó mucho la atención la diferencia física entre los distintos deportistas. Es increíble ver un atleta de 2,30 metros de altura o un pesista de 1,50”, expresó.

Lo máximo

“Participar en los Juegos Olímpicos es para un deportista algo así como doctorarse: es lo máximo a lo que podemos aspirar”, dijo Darío Gasco, uno de los nueve atletas tucumanos que alguna vez representaron a la Argentina en unos JJ.OO. “En Beijing era muy chico. Tenía 21 años. Los Juegos llegaron sin avisarme. Fue todo muy rápido. Lo disfruté en ese momento, pero creo que me quedé corto. Me daba vergüenza. No compartía tanto con otros deportistas en la Villa”, dijo el “Mono”, que en la especialidad cross country de mountain bike terminó 27° entre 52 ciclistas. “Recuerdo que tuve un problema lumbar durante la carrera, lo que me impedía seguir avanzando con normalidad. El resultado me deja conforme y mucho más cuando veo quiénes terminaron adelante de mí. Yo era Sub 23 y en los Juegos Olímpicos hay solamente Elite. Estaba corriendo en desventaja por ser más chico que el resto. Ese día le gané al español Carlos Coloma, que terminó 28° y fue medalla de bronce en Río de Janeiro”, señaló el concepcionense, que compartió departamento en China con los ciclistas Walter Pérez y Juan Curuchet. “Ellos ganaron la presea de oro. ¡A la medalla la tuve en mis manos!”, recordó Gasco, que en 2008 se encontraba radicado en Barcelona. “Era mi mejor época. Estaba dedicado exclusivamente al mountain bike. Desde que me levantaba hasta que me iba a dormir, pensaba en cómo mejorar. Entrenaba muchísimo. Actualmente el 50% de ese tiempo lo dedico a trabajar y el otro 50% a entrenar. Pero a pesar de esto, siempre intento mejorar y buscar nuevos desafíos”, dijo.

Son deportistas que llegaron a tocar el cielo con las manos. Historias de entrega y sacrificio para poder participar de la competencia en la que todos quieren estar algún día.

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