La capital crece mucho en metros cuadrados construidos, pero muy poco en población

La capital crece mucho en metros cuadrados construidos, pero muy poco en población

En el centro bajó la cantidad de habitantes, pese a que en los últimos años se duplicó la cantidad de edificios. Muchas familias se van.

La capital crece mucho en metros cuadrados construidos, pero muy poco en población

Basta caminar unas cuadras dentro de las cuatro avenidas o  frente al parque Avellaneda para darse cuenta. La ciudad está creciendo cada vez más para arriba. Si hasta hace una década había dos o tres edificios por cuadra ahora esa cifra se duplicó o triplicó. En algunos sectores solo quedan unas pocas casas resistiendo entre los gigantes de cemento.

La lógica sería que ante semejante aumento de metros cuadrados construidos San Miguel de Tucumán tendría que mostrar un importante crecimiento poblacional. Sin embargo, los demógrafos sospechan todo lo contrario. Y creen que el próximo censo (se realizará en octubre de este año) les dará la razón: se estima que la capital ha sido el departamento que menos creció desde el punto de vista demográfico en estos 10 años.

¿Qué estará pasando? Cuando los urbanistas se ponen a atar cabos encuentran estos detalles:  por un lado, la mayoría de las unidades de vivienda que se construyen hoy tienen uno o dos ambientes. A esto se le suman otros factores, como la tendencia a invertir en ladrillos para alquilar oficinas.

Luis Lobo Chaklián, subsecretario de Planificación Urbana municipal, da algunas cifras sobre este fenómeno. En la actualidad hay un total de 1.800 construcciones de tres pisos o más. Es más del doble de los que había hace poco más de una década: 870. Sin embargo, eso no se tradujo en que hoy haya más residentes en la ciudad. Mientras que  hace 10 años había 100.000 habitantes en el centro hoy hay 80.000, ejemplifica.

Muchas familias se mudan a residencias de localidades vecinas. Las edificios se usan más que nada como oficinas. Para vivir los eligen principalmente los solteros o los adultos mayores, porque tienen todo a mano, resalta.

Escarbando entre los datos catastrales también saltan a la vista las tendencias: hasta hace poco el 60% de los departamentos tenían dos o tres dormitorios y no existía el monoambiente. Hoy, la gran mayoría de los permisos de construcción (80%) es para construcciones de uno o dos ambientes.

Que la ciudad haya dejado de crecer desde el punto de vista demográfico no es un dato desalentador, según Lobo Chaklián. No si, además, tenemos en cuenta que durante una buena parte del día están en suelo capitalino la gran mayoría de los tucumanos ya sea por trámites, compras, estudio o trabajo. “Es lógico que las familias huyan a vivir a lugares más tranquilos. La capital debe esmerarse para no perder esa fuerza y vitalidad que tiene el centro; debe potenciarla. ¿Cómo? Con más peatonales, por ejemplo, y con renovaciones de distintas áreas”, destaca.

¿Por qué está cambiando la ciudad? Hasta no hace mucho la capital se caracterizó por recibir un importante caudal de gente que llegaba desde el interior y se instalaba en sus barrios. Ya en el censo de 2001 la urbe más densamente poblada el país empezó a notar que el crecimiento se centraba en otras ciudades del área metropolitana.

En números

En 1980 la capital tenía 395.373 habitantes. En 1991 esa cifra pasó a 473.271. Es decir que la población aumentó en un 16%. En 2001 ya había 527.601 (se agregaron 54.336 personas: un 10% más). El censo 2010 mostró que la ciudad había sumado solo 21.259 residentes, menos de la mitad que en la última medición. Con un 4% de incremento demográfico se ubicó entre los departamentos que menos crecieron. En el otro extremo se situaron Lules,  Yerba Buena y Tafí Viejo, los distritos que más crecieron.

Para los demógrafos, los números de un censo son los mejores aliados para luego analizar qué está ocurriendo. Que la capital o que cualquier ciudad crezca mucho o poco tiene una explicación.  Así lo aclara la demógrafa Nora Jarma: “en general, se podría sintetizar que el crecimiento o no de una población se explica por un componente natural (los nacimientos y las defunciones) y otro migratorio (la diferencia entre la cantidad de personas que inmigran o emigran) en un territorio dado en un período de tiempo.

La pirámide

¿Cómo es la pirámide de Tucumán? ¿y cómo tiende a ser?, le preguntamos. “La evolución de la población de la provincia de Tucumán que se observa a través de los últimos censos muestra  una tendencia decreciente de la fecundidad (las mujeres tienen menos hijos) y un sostenido envejecimiento de la población en todo el territorio”, resalta.

Respecto de lo que ocurre en San Miguel de Tucumán, la profesional cuenta que investigó la evolución de la población entre el censo 2001 y 2010, por departamentos, y la capital es el que menos crece. “La explicación se encuentra en distintas variables, por ejemplo: los precios del mercado inmobiliario, el nivel educativo alcanzado por los jefes de familia (a mayor nivel educativo menor cantidad de hijos), el envejecimiento poblacional, entre otras”, especifica Jarma.

Raúl García, el economista a cargo de la Dirección de Estadística de la Provincia (DEP), también sospecha que esta nueva medición - la más importante de todos los operativos estadísticos- mostrará sorprendentes cambios demográficos. “Hay ciudades cuyas poblaciones han explotado y otras, como San Miguel de Tucumán que tienden a estancarse”, comentó.

El censo de 2010 había arrojado que en la provincia habitaban un poco más de 1,4 millón de personas. Las siguientes encuestas de hogares que se realizan en períodos intercensales hacen pensar que este año habrá una población de más 1,6 millón.

Las proyecciones indican que probablemente en este censo 2020 San Miguel de Tucumán no haya pasado la barrera de los 600.000 habitantes. También se cree mostrará una ciudad con más gente viviendo sola, con más viejos y con menos niños.

En 1991 las personas que residían solas en una vivienda eran el 9% de la población, en 2001 el 11% y en el último censo el 17%. Se estima que, al menos en el centro, ese porcentaje va a superar el 30%. Y esto se debe a varias causas. Una es el incremento de la esperanza de vida al nacer: en 1990 era de 71 años, en 2010 de 75 y este año podría rozar los 77. También aumentó la tasa de separación de las parejas y disminuyó la tasa de fecundidad (cantidad de hijos por mujer). Además, la gente espera más para casarse.

Futuro

Seguirá alargándose la expectativa de vida, las mujeres irán retrasando cada vez más la maternidad y teniendo menos hijos. Es una tendencia mundial de las grandes urbes y Tucumán seguramente no se quedará afuera, según los demógrafos. Con ese panorama y mientras los precios  del mercado inmobiliario sigan por las nubes en la ciudad todo hace pensar que para 2040, cuando seamos más de dos millones de tucumanos, la capital seguirá estancada: tal vez con más y mejores viviendas, pero con menos habitantes en ellas.

“Es hora de pensar en la renovación”

Ocupada en más de un 90% la ciudad debe resolver ahora cómo continúa su desarrollo.  

La capital está mostrando características típicas de las grandes ciudades, cuyas poblaciones suelen estancarse. Buenos Aires es una de ellas, por ejemplo. Estas urbes ven cómo se da un reemplazo de la función residencial por la administrativa y comercial.

Una de las consecuencias de esta tendencia es que las poblaciones diurnas se duplican. San Miguel de Tucumán pasa en cuestión de horas de tener 500.000 habitantes a 800.000, detalla el urbanista Rafael Caminos.

Según el docente, salvo por algunos huecos y las orillas del río Salí, ya no quedan suelos disponibles para que la ciudad pueda crecer. Entonces, no le queda más remedio que crecer para arriba y renovarse. “Este es un punto en el que sí o sí es necesario debatir hacia dónde queremos ir, qué queremos de la capital”, planteó.

Precisamente esta semana generó gran polémica un proyecto de ordenanza que busca prohibir la construcción de nuevos edificios en el microcentro por el lapso de 10 años. Entre los argumentos del concejal alfarista Alfredo Toscano figuran que se construyen torres en forma excesiva y la infraestructura está al borde del colapso. Hay más desorden en la ciudad, contaminación sonora y ambiental, resalta el edil. Y propone que los nuevos edificios se levanten en otras zonas, como por ejemplo en avenidas y en la costanera del Salí.

Según Caminos es cierto que hay problemas de infraestructura de servicios y caos en la ciudad, razón por la cual la gente se va a vivir a otros lugares en busca de tranquilidad. Sin embargo, él no cree que una sola medida -como es la prohibición de edificar torres en el microcentro- pueda solucionar esos inconvenientes. “Hay que evaluar todo en un plan grande que contemple más medidas pero que, sobre todo, analice hacia dónde vamos. La capital es una ciudad ya ocupada en más de un 90%. Ahora es el turno de la renovación: tenemos que decidir cómo guiar esta ciudad. Y no podemos dejar de pensar en todas las localidades del área metropolitana. El crecimiento nos desbordó a todos y la solución debe llegar en conjunto”, precisó.

En su iniciativa Toscano resaltó que los edificios están transformando definitivamente el perfil de la ciudad. “Es necesario que estos cambios estén acompañados por una planificación urbana que tienda a mitigar impactos de orden estructural como por ejemplo, redes cloacales, de agua y gas, y de energía eléctrica, telefonía e internet”, precisó el concejal. Su proyecto, que será tratado en los próximos días, fue duramente cuestionado por los empresarios de la construcción privada.

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