La solidaridad siempre tiene un lugar en el deporte tucumano

La solidaridad siempre tiene un lugar en el deporte tucumano

Sergio Gómez, uno de los DT de San Martín, e Ignacio Arce, el arquero, dan una mano en un merendero.

MANOS A LA OBRA. Luego de servir las porciones (David y Javier llevan las bandejas), la agrupación sale a caminar por el barrio (foto arriba). Gran parte de “La 90 Moncho Cuevas” sostiene una bandera, de fondo, “Moncho” inmortalizado en la pared (abajo). Ignacio Arce juega con dos niñas de la agrupación (derecha). la gaceta / fotos de franco vera MANOS A LA OBRA. Luego de servir las porciones (David y Javier llevan las bandejas), la agrupación sale a caminar por el barrio (foto arriba). Gran parte de “La 90 Moncho Cuevas” sostiene una bandera, de fondo, “Moncho” inmortalizado en la pared (abajo). Ignacio Arce juega con dos niñas de la agrupación (derecha). la gaceta / fotos de franco vera
15 Febrero 2020

El merendero “La 90 Moncho Cuevas” nació hace algunos meses, pero crece a pasos agigantados. En julio de 2019, Franco “Moncho” Cuevas tuvo un accidente en su moto, que le terminó costando la vida. Para ese entonces, “La 90” era un equipo de fútbol que jugaba en distintos torneos de fútbol amateur de Tucumán. “Unos días después que perdemos a ‘Moncho’, nos juntamos aquí en la plaza, que estaba en total abandono y surgió la idea de hacer un mural para él, en una de las paredes. El siguiente domingo nos juntamos para organizar todo. Ese día nos “cebamos” tirando ideas y todo se fue de las manos”, cuenta Matías Suárez, que encabeza la agrupación junto a Gianluca Ortiz Toledo.

A veces de algo tan feo, como el dolor, pueden nacer cosas lindas. Esta historia es una de ellas. Y por lo general, estas historias en el boca a boca, llegan a las personas indicadas. “Una vez de casualidad me encontré a Gianluca y a Matías en un entrenamiento, me contaron su historia y me gustó, a los días tomé el auto y me llegué a la plaza, sin decirles nada. Lo que hacen es buenísimo, yo lo valoro mucho, sé lo duro que es no tener un plato de comida, por eso les doy una mano en lo que puedo, y se prendió Ignacio Arce también”, dice Sergio Gómez, uno de los técnicos de San Martín.

Para “Nacho” Arce lo importante es que la ayuda llegue al merendero, siempre y cuando sea desinteresada. “No tenemos propósitos políticos ni nada por el estilo. Hace tiempo que hago estas cosas en otros merenderos y barrios. Esto sale de adentro, del corazón. Lo que pido es que la colaboración con “La 90” se haga con el corazón y no de otra manera”, dice el arquero “santo”.

La gente buena, por lo general, termina rodeada de gente buena. Es el caso de Matías y Gianluca que con un par de mensajes terminaron armando un grupo grande de personas con ganas de ayudar.

Por eso es posible que cerca de 150 chicos puedan practicar futsal, fútbol femenino, boxeo y básquet, en la plaza Islas Malvinas en el barrio San Jorge, en Alderetes. Los profesores a cargo son: Jorge Villalba, Raúl Temise, Gabriel Peralta, Pedro Rodríguez, Gianluca Ortiz y Matías Suárez; todos trabajan por amor a la profesión y por una buena causa, aunque Matías y Gianluca admiten que tratan de ayudarlos al menos con el combustible que gastan en el traslado hasta Alderetes.

“Con Gianluca y Matías, hubo una conexión grande desde un comienzo. Tienen mucho de lo que tengo yo, son de barrio, vienen de abajo y tienen mucha humildad. Mi viejo viene de la calle; yo aprendí mucho de él; cuando está aquí en Tucumán nos acompaña”, dice Arce.

La idea de Sergio Gómez es que el merendero pueda seguir creciendo como hasta ahora. Como Arce, admite no ser partidario de la política y que le gusta ayudar en silencio. “Desde el año pasado que vengo a compartir con los chicos en el merendero. Mi familia recién se enteró hace dos semanas; me siento muy bien aquí, me identifico con los chicos que la pasan mal, trato de devolver algo de lo que la vida me dio”, cuenta Sergio.

Además de su lado deportivo, “La 90 Moncho Cuevas” tiene su lado social. Todos los martes tiene su merendero activo, mientras que los jueves, la agrupación prepara un almuerzo solidario y en horas de la siesta salen a repartirlo en bandejas individuales. “La idea es ayudar a zonas vulnerables de la zona, siempre da la sensación que nos quedamos cortos con lo que hacemos. Entregamos entre 100 y 150 bandejas”, cerró Matías.

Con la cocina en una plaza

Probablemente no haya palabras que puedan herir tanto el corazón como escuchar una respuesta (que nadie quiere), salir de la boca de un niño de no más de cuando años. La pregunta es simple, contundente: ¿comiste?

La alimentación es uno de los derechos fundamentales de los niños. Por eso, cuando Matías Suárez le hace la pregunta ya mencionada a Joel, el “no, todavía no” del pequeño rompe el alma. La pregunta que hace Matías un jueves a mediatarde no hace más que presagiar todo lo que vendrá después.

Mientras Joel toma su bandeja de albóndigas con arroz, unas rodajas de pan y sale corriendo para compartir con sus hermanos, Matías Suarez, Gianluca Ortiz Toledo y todos los integrantes de “La 90, Moncho Cuevas” sonríen. Se sienten aliviados, pero a su vez con más responsabilidad. “Siempre nos falta, siempre nos queda esa sensación de que das, pero te quedas corto.  A veces llegamos a hacer 150 bandejas, es lo que nos da la olla que tenemos. Si tuviéramos más elementos, sin dudas serían muchas más bandejas”, dice Matías, una de esas personas que se ponen la camiseta y salen a lucharla. Cuando habla de “elementos” se refiere a una olla, un anafe casero y una garrafa pequeña, con la que los chicos de “La 90” cuentan para cocinar en la plaza Islas Malvinas, del barrio San Jorge, en Alderetes.

“El anafe es un brasero convertido, le pusimos una parrilla y ahí está. Con ganas todo se puede. Tenemos una olla medio grande, porque un señor la donó. Nosotros, además de repartir comida, entregamos ropa, colchones, zapatillas, todo lo que la gente pueda necesitar”, comenta Ortiz Toledo, el cocinero que tiene el equipo y uno de los pilares de la agrupación.

Quizá, cuando Franco Cuevas falleció, un pedacito de él fue a parar en cada uno de los jóvenes que hoy le ponen el pecho a la crisis económica que atraviesa el país. “La idea principal era ayudarnos entre todos, aquellos que se sentían mal por la pérdida, lo invitábamos a que se una al proyecto. Aquí, entre todos, nos apoyamos para salir del mal momento”, explica Matías.

La idea no suena alocada cuando la escuchamos a Susana Serrano, mamá de Franco: “Dios nos llevó uno, pero nos trajo 100. Esto nos ayuda a salir un poco de la tristeza. Cómo se dio, es increíble. Esta plaza estaba abandonada, ahora el barrio tiene vida”, cuenta emocionada la mamá.

Perder a un hijo es algo que la naturaleza no debería permitir, pero el mundo, la vida, no saben de justicias. Y pueden dar fe de ello quienes experimentaron la falta de aire ante la pérdida de un hijo. “Yo a veces miro la plaza llena de chicos, están todos jugando. Miro y miro, pero él ya no está, no volverá a estar. Eso lo pone mal a uno. Hay momentos en que te hace bien y momentos en que no, es difícil superarlo. Lo que hacen estos chicos no tiene precio”, son las palabras de Alberto Cuevas, el papá de “Moncho”.

La ronda de los jueves

Desde hace un par de meses, ya se hizo una costumbre que los jueves al mediodía se prepare comida y se recorran barrios entregando bandejas individuales. Por ahora, las rondas se hacen en los barrios Jerusalén y El Bosque. “Todos los jueves nos llegamos con Ignacio Arce y ayudamos a los chicos a cocinar, a preparar las porciones y salir a entregarlas”, comenta Sergio Gómez.

Cuando se caminan las calles, que en realidad en algunas zonas son senderos, la realidad es dura. Gianluca Ortiz Toledo había advertido sobre ello, pero es difícil no golpearse con la realidad. “Hola, buenas tardes.¿Ya comiste?, ¿comieron?”, preguntan casa por casa los integrantes de “La 90”. Las respuestas son variadas. Los estábamos esperando; nada; hoy sí; nosotros ya, por suerte; fijate dos casas más adelante; ya tomamos mate cocido. “Es gente que necesita, que necesita de verdad. Personas que tal vez un rato después, o al otro día no tengan nada en la mesa. Nos demuestran que sí es posible un mundo mejor. Les podrá faltar un techo, pasaran frío o calor extremo, pero entienden que tal vez otro lo está necesitando más. Ahí aprendemos todos. Ahí recién, toma valor la vida que llevamos y lo afortunados que somos. Ojalá todos en algún momento, puedan tener ese baño de humildad que tan bien nos haría a todos los argentinos”, dice Matías Suárez.

Franco “Moncho” Cuevas falleció en junio de 2019. Ni él, ni mamá Susana, ni papá Alberto se imaginaron todo lo que se lograría en su nombre, sólo un par de meses después.

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