“Por las condiciones en las que está, el Alberdi debería estar cerrado”, denunció el director del teatro

Hugo Gramajo Alberdi dijo que la UNT nunca atendió los reclamos que realiza desde 2014.

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“Por las condiciones en las que está, el Alberdi debería estar cerrado”, sentencia Hugo Gramajo. Se viven días agitados en el teatro, uno de los faros culturales de la UNT, y su director advierte que lo que viene puede ser más complicado todavía. El anuncio de que Silvina Fénik será la reemplazante de Gramajo no cayó bien en el personal y al cabo de una asamblea realizada el miércoles se solicitó al rector José García -todavía no firmó la resolución del nombramiento de Fénik- que deje sin efecto la movida. A esa asamblea asistieron el secretario de Extensión, Marcelo Mirkin -de cuya área depende el Alberdi- y la plana mayor del gremio no docente.

Cuando dice que el Alberdi debería estar cerrado, Gramajo se refiere a las serias falencias en materia de infraestructura que evidencian las instalaciones. “En estas condiciones no quiero dejar el cargo -subraya-. Que antes se solucionen los problemas, un pedido que vengo haciendo desde 2014”.

DEFINICIÓN. “Me molesta que se trate de ladrones a gente de teatro. Sin pruebas no se puede juzgar”. DEFINICIÓN. “Me molesta que se trate de ladrones a gente de teatro. Sin pruebas no se puede juzgar”.

- ¿Cómo se instrumentaron esos reclamos?

- Son expedientes que se renuevan todos los años, relacionados con la prevención, la seguridad, la instalación de cámaras, la cobertura del foso. Hicimos un estudio interno para contar con un sistema de guardias, modificando el espacio físico en función del enorme flujo de gente que tiene el Alberdi. Además hay que adecuar el servicio contra incendios y todo lo referido a la escenotécnica: el escenario, la instalación eléctrica, el aire acondicionado.

- ¿Y qué pasó?

- Nunca nos dieron bolilla. Los expedientes fueron a la Secretaría de Extensión y después quedaron en el Rectorado. Cada vez que voy a reclamar me dicen “ya va a salir”. Mi error fue no haber planteado bajar la persiana del Alberdi; me quedé esperando que se resolvieran todas estas cuestiones.

- ¿Cuánto dinero se necesita?

- Cada fin de año pasamos una estimación presupuestaria para afrontar la temporada siguiente. En este caso, para poner en condiciones el teatro se necesitan entre 17 y 18 millones de pesos.

- ¿Cuál es a tu entender la cuestión de fondo?

- La visión de Eugenio Virla, que compró el teatro para la universidad, no ha sido superada. No se cuida este patrimonio. Tampoco me dieron bolilla cuando presenté un proyecto para revalorizar la fachada. Es una desidia total. Por eso, si vienen nuevas autoridades al teatro se van a encontrar con los mismos problemas.

- ¿Cuál es la situación con Silvina Fénik?

- Por lo que se escuchó en la asamblea hay un fuerte malestar y un rechazo por una cuestión de antecedentes, pero es un terreno en el que no puedo meterme. El pedido que se elevó al Rectorado es que no cambien las autoridades del teatro y que se les dé curso a los expedientes.

- ¿Cómo te sentís con todo esto?

- No tengo problemas en reconocer mis errores, eso me sirve para aprender y modificar lo que haga falta. Lo que no quiero es irme del Alberdi en esta situación. Asumí el cargo en el Rectorado y frente a mucha gente de la cultura. Soy un hombre de teatro y al Alberdi lo conozco como a mi cuerpo. Entré por la puerta y así quiero salir.

- ¿Cómo es tu relación con los empleados?

- Buena, por supuesto que hay momentos en los que deben ajustarse las clavijas, pero eso es propio de la función. A las dificultades se las supera en armonía. El equipo de trabajo es unido, fuerte y capaz. Me molesta que se trate de ladrones a gente del teatro (N. de la R.: se refiere a los robos registrados en el interior del edificio). El problema está en otro lado, si hubiéramos contado con medidas de prevención, como las cámaras, nada de esto habría ocurrido. Pero cuando no hay pruebas no se puede juzgar.

- ¿Cómo analizás el funcionamiento del Alberdi?

- Es un teatro de recepción, no de producción. No tenemos lugares para brindar talleres o montar óperas. Es más, la orquesta debería tener su lugar, no ensayar en el escenario. Cuando se compró la propiedad aledaña, durante la gestión del rector Mario Marigliano, el destino iba a ser ese. Pero al final terminó adjudicada a Edunt.

- ¿Por qué suceden estas cosas?

- La relación con la UNT es medio perversa, porque el teatro no tiene presupuesto. Tampoco lo tiene la Secretaría de Extensión, para eso hay organismos y programas que la sostienen. ¿De dónde salen esos fondos? Del Alberdi, del Epam, de la educación no formal en ciertas épocas del año. Así que el Alberdi, con lo que genera por los alquileres, termina siendo la usina.

- ¿Cuál es tu deseo?

- Que el teatro funcione y cumpla con su rol, pero la decisión política no está a mi alcance. No sólo lo digo yo, es algo que comparte toda la comunidad artística de Tucumán. Es una realidad y tendrían que hacerse cargo. Porque en las condiciones que presenta, lo repito, el Alberdi debería estar cerrado.

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