Otros tiempos, la misma pasión: jugar en Atlético y San Martín fue todo un lujo

Otros tiempos, la misma pasión: jugar en Atlético y San Martín fue todo un lujo

Molina, Hernández, Sosa y Zelaya hablaron con LA GACETA.

EL PRESENTE. Molina, Hernández, Sosa y Zelaya posan en LA GACETA. Los años pasan, pero los cuatro todavía siguen siendo reconocidos por los hinchas. la gaceta / foto de franco vera EL PRESENTE. Molina, Hernández, Sosa y Zelaya posan en LA GACETA. Los años pasan, pero los cuatro todavía siguen siendo reconocidos por los hinchas. la gaceta / foto de franco vera

El sueño de todo changuito norteño cuando inicia su carrera futbolística es llegar a jugar en alguno de los dos grandes de nuestra provincia: Atlético y San Martín. Si lo cumple, sentirá que habrá tocado el cielo con las manos. Ahora bien, imagine lo que puede llegar a sentir si se da el gusto de vestir ambas camisetas. Aunque no resulta algo común, algunos jugadores integran esa selecta lista, reservada para elegidos.

Con el clásico de fondo, LG Deportiva reunió a cuatro ex jugadores que fueron figuras en ambos clubes: José Alfredo Zelaya (49 años), Daniel Aníbal Hernández (48), Walter Daniel Molina (39) y Néstor Hugo Sosa (48). Casualidades de la vida: los cuatro pasaron primero por Atlético para luego llegar a San Martín.

El “Cachi”

Zelaya jugó en el “Decano” entre 1989 y 1992. Protagonizó uno de los traspasos más rutilantes del fútbol tucumano, cuando en 1993 pasó a San Martín a cambio de una cifra millonaria. “En mi carrera deportiva fue un inmenso orgullo haber podido jugar en los dos clubes. Esos siete años que jugué en Atlético y en San Martín me marcaron para el resto de mis días en el fútbol. Son dos instituciones fabulosas que me permitieron siempre jugar a estadio lleno. Caminar por las calles y tener el reconocimiento de las dos hinchadas es impagable”, afirma el ex delantero, surgido en Central Norte.

Admite que no recuerda exactamente la cantidad de clásicos que jugó. Advierte, sin embargo, que cuando jugaba para Atlético nunca le hizo goles a los “Santos”, pero cuando defendía los colores de La Ciudadela le anotó dos tantos a su ex equipo. “En mi familia, mi viejo nos hizo hinchas de San Martín. Aunque eso comenzó a cambiar cuando empecé a jugar en las inferiores de Central Norte. A partir de ese momento, cada vez que jugaba con San Martín siempre le quise ganar. Mi fanatismo se fue diluyendo con el tiempo y puedo decir que me quedó un gran cariño por cada club que defendí”, asegura “Cachi”, uno de los mayores ídolos de Talleres de Córdoba.

Cuenta Zelaya que el primer clásico que jugó con la camiseta “albirroja” tuvo un sabor muy especial. “Venía de una lesión y los hinchas de San Martín no estaban muy convencidos de mi llegada al club. Pero convertí un gol en ese clásico y eso ayudó a que me gane el respeto de la gente”, acotó.

El “Curita”

Molina también se inició en los “Cuervos” de barrio El Bosque. Llegó al “Decano” en 2000, y jugó allí hasta 2002. En 2004 y hasta el fin del certamen de 2006 jugó para San Martín. “Aunque todos saben que soy hincha de San Martín siempre estaré agradecido de Atlético porque me abrió sus puertas para jugar a un nivel destacado. Luego me tocó ir al ‘Santo’, donde integré el plantel que pasó de la Liga a la B Nacional. En esos seis años cumplí el sueño de jugar a cancha llena, con jugadores que hasta no mucho tiempo atrás admiraba desde las tribunas”, cuenta el ex carrilero. Y agregó: “los años me enseñaron que no hay nada mejor en tu vida deportiva que salir campeón con el club del que uno es hincha, y yo pude darme ese gusto”.

A la hora de elegir clásicos que disputó, Molina recuerda el del torneo 2000/01, cuando jugaba para el “Decano” -ganó Atlético, 2 a 1-. “Empezamos perdiendo 1-0, con tanto de César Ruiz. Lo dimos vuelta con goles de Cristian Ramis y de Alfredo Beltrán, de penal. De cuando jugaba para San Martín me acuerdo de uno que ganamos 2 a 0, con tantos de Mario Vera y de Daniel Villalba. Fue aquella mañana que cayó el parapelotas de la calle Bolívar. Ese encuentro tuvo la particularidad de que ambos arqueros defendieron los 90 minutos el mismo arco”, recuerda.

El “Petete”

Hernández llegó a Atlético en 1993, tras haber jugado tres temporadas para Bolívar (La Paz, Bolivia). “Pocos saben que cuando regresé a Tucumán, a los 23 años, vine con la idea de jugar para San Martín. Pero como no se pusieron de acuerdo en lo económico con Bolívar, finalmente desembarqué en Atlético, que por entonces tenía mayoría de jugadores tucumanos en su plantel”, cuenta “Petete”.

De los enfrentamientos con San Martín recuerda los dos que jugaron por los cuartos de final de la B Nacional de 1994. “Jugamos el primer partido a cancha llena, en Atlético; empatamos 2 a 2. En la vuelta, en La Ciudadela, arrancamos ganando, con gol de Facundo Gareca; pero sobre el final del partido, empató el santiagueño (José María) Gerez. Quedamos eliminados porque San Martín había terminado en mejor posición en la fase clasificatoria. Fue una enorme decepción”, señaló.

El “Loco”

Con seguridad, Sosa ostenta el récord de haber jugado mayor cantidad de ciclos en ambos clubes. A los 20 años, dejó Atlanta para fichar para el “Decano”, por entonces, dirigido por Juan Manuel Guerra. “Nunca imaginé lo que me tocaría vivir en los años que estuve en los dos más grandes del fútbol del Norte. Realmente me enorgullece que aun hoy los hinchas de los dos me recuerden con mucho respeto. Y esto porque reconocen que cuando vestí esas gloriosas camisetas dejé todo dentro del campo de juego”, señala el “Loco”.

A la hora de elegir un clásico en especial, Sosa se inclina por aquel que jugó en 1990. “Será porque fue el primero que jugué para Atlético y porque hice el gol del empate (1 a 1). Convertí en el arco donde estaba nuestra hinchada, pero lo fui a festejar donde se ubicaba la barra de San Martín. El problema fue que cuando pasé a San Martín los hinchas me pidieron que si hacía un gol tuviera una actitud similar con la hinchada de Atlético. Pero no pude darles el gusto, porque no hice goles en los clásicos con esa camiseta”, explica el termense.

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