Las fotos de un marco rojo

La curva es descendente y pasa facturas. Todas las fotos de la economía argentina se simplifican en un marco rojo. Sí, el del déficit. Y el martes fue un día teñido por aquel color, como supo sintetizar el economista Fernando Marengo en su cuenta en Twitter (@fmarengo). El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) mostró en abril un “rojo” del 0,9% (retracción); la cuenta corriente argentina también, con un déficit de U$S 9.623 millones; ese día el Merval también registró un rojo, con la caída del 1,2%, y varios bonos argentinos estuvieron en sintonía cromática. Al final, el único “rojo” positivo fue el de Marcos, con su agónico gol a Nigeria. Y el rojo se convirtió ayer en colorado. La Bolsa argentina se derrumbó un 9% y el dólar volvió a pasar la barrera de los $ 28. ¿Por qué? Una parte de los analistas consideran que se trató del efecto de la tormenta externa, de la batalla que la administración del presidente estadounidense Donald Trump libra contra China y la Unión Europea por los aranceles. Pero también está el componente bien argentino. La acumulación de problemas es la consecuencia de esta ola de venta de acciones bursátiles y la huida de los capitales cuando prevén que la economía aún no encontró un rumbo de estabilización. La ayuda externa, la del FMI, parece no ser suficiente para que el país recupere la credibilidad del mercado. Por caso, ayer la calificadora Moody´s ha observado que un “superdólar” no le hará bien a la salud económica de la Argentina y de otros países emergentes que seguirán devaluando su moneda. Esa agencia situó a la Argentina entre aquellas que irán perdiendo, gradualmente, sus reservas por este fenómeno global. Allí también están Ghana, Mongolia, Pakistán, Sri Lanka, Turquía y Zambia, ninguno de ellos cabeza de serie en algún mundial deportivo.

Y la advertencia es clara. “Los países con grandes déficits de cuenta corriente, muchos pagos de deuda externa y una importante deuda pública en moneda extranjera están más expuestos al impacto de un dólar estadounidense más fuerte”, según declaró a la agencia Reuters el gerente general global de Moody’s del grupo de riesgo soberano Alastair Wilson.

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¿Qué hacemos? Lo primero es abrir el paraguas porque la tormenta continuará. Lo que sucede en el mercado es un claro efecto de lo que puede suceder con la economía hogareña, si no hay reservas suficientes para pasar el invierno. Se vienen tres meses duros, pronosticaron los meteorólogos de la Casa Rosada. El dólar y la inflación ya pasaron facturas. El año cerrará con un incremento de precios cercano al 30%, mientras que la moneda nacional, con la que se mueve cualquier asalariado argentino, se depreció un 50% sólo en el primer semestre.

La pregunta recurrente entre los consumidores es si conviene endeudarse en estas circunstancias. La respuesta es clara, pero manda la necesidad. El dinero no alcanza y los proyectos se atrasan. El ahorro no es el de antes. Quien tiene dinero guardado especula más de la cuenta con las elevadas tasas que se ofrecen en el mercado. Lo conveniente, dicen los especialistas, es que, si inexorablemente se precisa fondos para cubrir gastos, saldar otras deudas o encarar algún proyecto, habrá que hacerlo a tasas fijas. Ahora bien, ¿cuáles son los valores que están disponibles? Con este escenario, es muy probable que el aguinaldo sólo sirva para tapar algunos baches financieros. Los ruidos políticos siguen haciéndole daño al mercado. El dato de abril de la actividad económica ha incrementando el riesgo de un cambio de ciclo. Y ese mismo mercado lo trasladó a la cuestión electoral al preguntarse si el modelo que instrumentó Mauricio Macri se mantendrá más allá de 2019. La factura salió cara porque también circuló el rumor acerca de la creación de un impuesto a la renta financiera local. El pesimismo se trasladó a las pizarras bursátiles.

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“Creo que no es momento de pensar en negocios financieros; no es momento de quedar descubierto por alguna apuesta/palpito, ya que puede salir al revés de lo pensado”, sugiere Fernando Marengo. Está más que claro que las fotos con marcos rojos seguirán tomándose en un país anestesiado por la euforia mundialista. Dios quiera que Lionel Messi siga mostrándose con Marcos Rojo, celebrando triunfos de la Selección, para que la sociedad tenga un motivo para sonreír, en medio del pesimismo económico.

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