En el Museo Casa Padilla, delicadas muñecas encarnan la tradición japonesa

En el Museo Casa Padilla, delicadas muñecas encarnan la tradición japonesa

Un muestra exhibe 60 piezas prestadas por familias tucumanas. Fuerte representación.

FIGURAS PRINCIPALES. Emperadores con rostros de cerámica y vestimentas de kimonos de seda originales. LA GACETA / FOTOS DE INÉS QUINTEROS ORIO.- FIGURAS PRINCIPALES. Emperadores con rostros de cerámica y vestimentas de kimonos de seda originales. LA GACETA / FOTOS DE INÉS QUINTEROS ORIO.-
08 Abril 2018

HASTA HOY

• La muestra se exhibe de 15.30 a 19.30, en 25 de Mayo 36. También habrá un taller de origami.

La casa imperial japonesa es la monarquía más antigua del mundo. El actual emperador es Akihito, el número 125 de una línea sucesoria que se remonta al año 600 antes de Cristo, cuando fundó el país el emperador Jimmu, de quien la leyenda dice que descendía del sol. Eso resume la importancia que tienen los monarcas en la isla. Y justamente son las figuras principales de una exposición de muñecas japonesas, prestadas por familias tucumanas, que se montó esta semana en el Museo Casa Padilla y que se podrá apreciar hasta hoy.

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La muestra remite a una ancestral celebración, el Festival de Niñas Hina Matsuri, que se realiza cada 3 de marzo en Japón. Este festival es una tradición milenaria adoptada de China, en el que las muñecas eran arrojadas al río o quemadas, ya que se creía que habían absorbido los espíritus que habitaban en las casas. En Japón, las muñecas han sido consideradas como parte de la vida cotidiana, reflejando las costumbres y aspiraciones de su gente. Es por ello que cada familia exhibe su juego de muñecas Hina como símbolo de sus plegarias, deseando la felicidad de sus jóvenes hijas.

En lo más alto de unas escalinatas rojas y delante de un biombo dorado (todo en una escala pequeña), se ubicaron en la Casa Padilla los muñecos de emperadores, con kimonos tradicionales y rostros de cerámica, que representan a personajes de la Corte Imperial de la era Heian (794-1185). Están ubicados en plataformas de distintos niveles; unos escalones más abajo se instaló a un funcionario real. Cerca de esta representación se lucen las demás muñecas, que en su mayoría son geishas (algunas bailan, otras tocan instrumentos), aunque también hay niños y un samurai (la “figurita” difícil de conseguir).

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Más actuales, las kokeshi no podían faltar en esta muestra. Aunque se popularizaron en occidente durante la última década, la muñeca kokeshi más antigua se fabricó entre los años 1804 a 1830 en la prefectura de Miyagi, según detalla el blog “Una japonesa en Japón”, que realizó un estudio de varios meses para dar con su origen real. Estos modelos nacieron como regalo para los turistas que visitaban los baños de aguas termales de Tohoku.

Sangre japonesa

Mercedes Hashimoto llevaba puesto un traje original japonés para la inauguración de la exposición. Ella es tucumana, pero sus padres son japoneses, por lo que conoce el idioma y la cultura. De hecho, ella tiene varias muñecas que hoy se exhiben en la Casa Padilla.

“Generalmente en el hogar japonés se las resguarda en cajas de cristal, engarzadas en madera. Y si alguien viaja a Japón, seguro trae una de ellas. Muchas tienen vestimentas originales, bordadas a mano. Como la de la emperatriz que hoy está en el centro de la muestra (incluimos unas 60 piezas). Mirá la figura: tiene muchas capas de géneros de kimonos originales y eso determina cuán importante fue la emperatriz”, detalló Gabriela, que tiene 42 años y trabaja en un vivero, justamente llamado “La japonesita” (fue fundado por su padre, Kazumasa Hashimoto).

La exposición fue organizada por la Asociación Japonesa de Tucumán y por el Ente Cultural, y en este contexto también se realiza un taller de origami gratuito (hoy es la última clase, de 16 a 19.30). Además, no es casualidad que se haga esta actividad en la Casa Padilla: allí hay una destacada colección de objetos decorativos y mobiliario de origen japonés.

“Tenemos una colección de arte oriental, parte de lo que son las cerámicas sang-de boeuf (o sangre de búfalo) y celadón, muy importantes a nivel confección. Son como piezas de ritual, de coralinas. También hay un imponente biombo comandel tallado de madera. Todo perteneció a la familia Padilla”, detalló Anahí González, integrante del equipo del Museo Casa Padilla.


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