Un viaje en el tiempo

NOVELA

CONTRAFRENTE

JORGE ACCAME

(Edhasa- Buenos Aires) 

La novela es precedida por una referencia a Kafka en Carta al Padre, atenuada por un párrafo en el que el protagonista relata un gesto generoso de su progenitor. La mencionada estrategia completa la modalidad autobiográfica con la que el narrador indaga sobre su linaje familiar y revisa sentimientos de culpa o perdón en su historia personal. Se menciona a la hermana enferma, quien desequilibra el espacio de cada integrante de la familia y motiva silencios, distancias: dolor.

La historia narrativa hace referencia a un sueño en el cual el protagonista equivoca de ascensor cuando se dirige al departamento donde viven sus padres. Regresa de visita en su adultez y del otro lado del edificio puede ver a su familia desde el “contrafrente”, como se titula el libro. La nominación resulta una metáfora sobre el imprevisto viaje de regreso a su infancia y adolescencia, atravesada por la histórica década del 70, cuando los jóvenes aguardaban “la muerte como un fenómeno obvio”. La situación narrativa se instala en el momento político con la pérdida de los derechos, el dominio de los uniformados, quienes podían golpearlos o humillarlos porque así era “hasta la próxima detención”. Algunos no regresaban, un ejemplo es el compañero de secundaria de quien dice que a partir de su ausencia “el aire se fue hinchando poco a poco, como si una música siniestra se dispusiera a parir a un monstruo”. La serena y vivencial escritura de Accame va conformando en el relato una época histórica y que determina angustias en el personaje.

La escritura en cuestión contiene referencias literarias, junto a reflexiones sobre el acto de la propia escritura: “¿Que estoy narrando entonces?”, se pregunta el protagonista. La respuesta es que el escritor se considera salvado por la literatura y puede retornar serenamente a su vida en el sur después de la muerte del padre. La novela se cierra con una imagen onírica que metaforiza los interrogantes planteados en la historia narrada.

© LA GACETA

Ana María Mopty