Dos estudios de la UNT anticiparon el desastre en Yerba Buena

Dos estudios de la UNT anticiparon el desastre en Yerba Buena

Un plan director indicaba las obras necesarias en el río Muerto y los canales. Otro informe advirtió sobre las consecuencias de la sobreexplotación de áridos

DESTRUIDOS. Tras las crecientes, así quedaron los muros de contención del río Muerto a la altura del puente. la gaceta / fotos de juan pablo sánchez noli DESTRUIDOS. Tras las crecientes, así quedaron los muros de contención del río Muerto a la altura del puente. la gaceta / fotos de juan pablo sánchez noli
16 Marzo 2015
Todavía algunos insisten en llamarla Ciudad Jardín. Sin embargo a Yerba Buena le queda cada vez menos verde que justifique ese alias. Las tormentas han dejado al aire una devastadora realidad. Y la pregunta ahora es:

- ¿Las cosas podrían haber sido distintas?

- Probablemente, sí.

El que responde es Sergio Pagani, decano de la Facultad de Ciencias Exactas y Tecnología (Facet).

Hace 10 años la UNT elaboró un plan director referido exclusivamente a la ladera oriental de la sierra de San Javier, desde Tafí Viejo hasta El Manantial. “Era para preservar Yerba Buena. Se hablaba de obras que había que ir haciendo para mitigar la acción de las tormentas: lagunas de detención al oeste de la avenida Perón, retomar el viejo arroyo El Manantial para aliviar el canal Sur y varios obras menores. Los proyectos están pero nunca se hicieron”, señala Pagani.

Hay varias causas recurrentes -opina- que llevaron a que la acción de agua haya sido tan destructora estos últimos días, no sólo en Yerba Buena, sino en el resto de la provincia.

1) Precipitaciones extraordinarias o próximas a ellas, en intensidad y monto.

2) Persistencia de las lluvias durante febrero y marzo, lo que provocó la saturación de los suelos y la consecuente disminución de la capacidad de infiltración.

3) Crecimiento no ordenado de urbanizaciones, localizadas en zonas bajas y de alto riesgo e impermeabilizando los suelos (mayor escorrentía, es decir, agua de lluvia que corre sin ser absorbida).

4) Crecimiento de las zonas cultivadas en desmedro de bosques nativos y cambio de cultivos en la zona pedemontana (citrus por caña de azúcar).

5) Infraestructura de desagüe y manejo de cuencas insuficientes para el manejo de eventos de esta magnitud.

6) Falta de mantenimiento de la red de desagües (ríos y canales).

“No se puede construir en cualquier lado. El riesgo de hacerlo en la ribera de un río es evidente. No sólo me refiero a algunos countries, sino a las personas sin recursos que se instalan allí”, insiste Pagani. Desconoce cuáles fueron las razones por las que ese plan director no se llevó a cabo. Sin embargo, no fue la única advertencia que vino desde la UNT.

“No hace falta la gran obra de ingeniería, sino muchas más pequeñas que vayan atacando el problema por sector: diques de retención, mantenimiento de las cuencas y puentes...”, enumeró.

Hace tres años la Facultad de Ingeniería realizó un informe sobre el río Muerto que abarcaba desde el puente de la ruta 340 hasta el arroyo Las Cañas. En sus páginas alertaba sobre la extracción de áridos, que ellos calificaron de “anárquica”, y de la modificación geomorfológica que estaba sufriendo el cauce del río producto de esta actividad no regulada.

“Esto terminará afectando el canal Yerba Buena y el canal Sur”, se advertía casi como una premonición de lo que sucedió ahora.

“La sobreexplotación se está realizando por encima de la capacidad de aporte de sedimentos que tiene la cuenca”, señala otra parte del escrito. La advertencia que realizó la universidad en este informe no sólo habla de las consecuencias en el río y en los canales, sino del peligro que representa para las viviendas cercanas a este curso de agua. “Dicha situación presenta un pronóstico sombrío en lo que respecta a la estabilidad geomorfológica del río Muerto así como para las propiedades lindantes al mismo”, especifica. Unas 22 familias serán relocalizadas tras las últimas crecientes del río, que derribaron los paredones y pusieron en jaque el puente.

El informe concluye que la extracción de sedimentos en ciertos tramos debe ser prohibida de inmediato. Además, adjunta un plan de manejo sustentable de los áridos con el objetivo de que la situación no empeore. Sin embrago, al igual que el plan director, nunca se lo llevó a cabo.

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