Carlitos: Emoción y ternura en pantalla

Carlitos: Emoción y ternura en pantalla

El ícono del cine mudo creado por Charles Chaplin cumple hoy un siglo de su primera aparición.

07 Febrero 2014
No le pesa la edad. Inmortalizado en el celuloide, Carlitos cumple hoy 100 años de tropiezos, corridas, porrazos, escapatorias de lugares imposibles, actos de la más profunda humanidad y solidaridad, y denuncias contra el poder.

Ícono del cine mudo, el personaje creado por el actor y director británico Charles Chaplin, que se convirtió en un emblema social por generaciones. Lo disfrutan tanto quienes vieron los estrenos de las películas que protagonizó, como los niños que actualmente empiezan a transformarse en fanáticos de este desarrapado defensor de pobres.

El célebre vagabundo irrumpió por primera vez en la pantalla el 7 de febrero de 1914, en el corto “Kid auto races in Venice”, que en castellano fue “Carreras sofocantes”. Allí se vio a un extraño personaje de pantalones amplios, saco y chaleco ajustados, moño mariposa, sombrero hongo y bastón flexible. En rigor, había sido ideado por Chaplin para otra película, producida unos días antes pero estrenada después, titulada “Extraños dilemas de Mabel”.

En su autobiografía, el actor recordó ese inicio. “No tenía idea qué maquillaje ponerme. Quería que todo fuera contradictorio. Estaba indeciso entre parecer joven o mayor, pero como Mark Sennett (el productor) quería que pareciera una persona de mucha más edad, le agregué un pequeño bigote que, pensé, le daría más años sin ocultar mi expresión. Tan pronto estuve preparado, el maquillaje y las ropas me hicieron sentirlo, comencé a conocerlo y cuando llegué al escenario ya había nacido por completo”, escribió, según la agencia Télam.

Técnica y emoción

La técnica de Chaplin en aquel momento, luego depurada en sus filmes posteriores, incluía el slapstick (bufonada), la mímica y las demás herramientas y rutinas de la comedia visual y física. En esa línea, forjó “El chico” o “El pibe” (de 1921), “La quimera del oro” (1925), “Luces de la ciudad” (1931), “Tiempos modernos” (1935) y “El gran dictador” (1940), su primera película hablada.

“Chaplin creó el tipo fijo: si le saco el sombrero, el bastón, el moño y el bigote, nadie sabe que es Carlitos. Lo genial es que, aunque no puede desprenderse del personaje, no resulta una limitación”, le explica a LA GACETA Mauricio Semelman.

El mimo radicado en Tucumán desde hace décadas se siente plenamente identificado con el autor del personaje ahora centenario. “Mimos hay muchos, pero no hay que meterlos a todos en la misma bolsa. Mi estilo es el de Chaplin, que es el subjetivo, porque se usan los elementos de la realidad, están los vasos, las puertas, las sillas. Por ejemplo, Marcel Marceau es del tipo objetivo, que crea cosas inexistentes y debemos imaginarlas”, describe.

“Muchas veces se confunde expresión corporal con agilidad, pero no es lo mismo: esto último es una destreza, mientras que con el cuerpo expreso un idioma, estructuro un código de comunicación. Chaplin lo hacía como pocos para transmitir emociones, amor, ternura, odio, frío, calor, y en interacción con un elenco, no en soledad. Te contaba una historia sin hablar, al punto que el cine sonoro le pisoteó los códigos que manejaba”, remarca.

Semelman destaca que otro aporte fue abarcar la cuestión social como temática, con Carlitos como el pobre que defiende al desamparado en la pelea contra los opresores, mientras sigue en una esquiva búsqueda del amor, con más fracasos que éxitos. Por ello, su película preferida es “El gran dictador” (“es un Chaplin moderno, cambiado”, dice). Como sus principales herederos, mencionó a dos personajes mexicanos: Cantinflas y El Chavo del 8.

El centenario de Carlitos será celebrado particularmente en la Cinemateca de Bologna, Italia, que ha restaurado la producción fílmica completa del genial artista.

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