"Lo ideal es ser lo más libre que se pueda"

"Lo ideal es ser lo más libre que se pueda"

El británico -autor de la novela La huida (editorial Anagrama)- habló del valor de la libertad, de cómo mitiga sus miedos a través de la escritura, de los psicólogos y de ese "concepto difícil" que es la felicidad

EL VALOR DE LA ESCRIITURA. Libertad para un escritor es evitar la autocensura en su cabeza, dice Thirlwell.  GRAZIA.IT EL VALOR DE LA ESCRIITURA. "Libertad para un escritor es evitar la autocensura en su cabeza", dice Thirlwell. GRAZIA.IT
10 Noviembre 2013

"Y así terminó el siglo: con Haffner observando cómo un hombre acariciaba los pechos de una mujer". El voyeur tiene 78 años y una adolescencia eterna. Es el protagonista de una genial novela titulada La huida, escrita por Adam Thirlwell.

Thirlwell es considerado por varios críticos como uno de los mejores de su generación. A sus 35 años, su antecedente literario es Política, otro libro muy bien calificado. Sin embargo, durante la entrevista en un hotel de Buenos Aires, dirá que son varios quienes no hablaron bien de lo que publicó. Aclara esto, cuenta, porque prefiere mantener distancia de las opiniones ajenas. "Es mejor concentrarse en el trabajo de uno", justifica. Hay tres cosas que llaman la atención durante la hora de charla: su pequeña estatura con rostro de chico eterno, su constante amabilidad sonriente y la pausa que se toma para pensar cada respuesta.

Thirlwell no sólo tiene cara de cansado: está cansado. Una hora después de haber dejado el aeropuerto de Ezeiza está, de todos modos, conversando con LA GACETA. Sin embargo, nunca dejará de lado los buenos modales. Hasta con una sonrisa dirá que, de momento, lo único que conoce de Argentina es lo que pudo "mirar a través del taxi".

- ¿Tenías alguna expectativa en especial por Argentina?

- Buenos Aires, que es una de las ciudades de mis sueños. Siempre me pregunté cómo se vería. Para mí es un lugar mítico. Leí a muchos escritores argentinos.

- ¿Por ejemplo?

- Borges, Macedonio Fernández, Arlt, Bioy Casares, Piglia y Alan Pauls son mis favoritos de este país. Me gustan porque tienen una relación diferente con la realidad y una construcción distinta en la novela. Distinta de la norteamericana y británica. Tienen una suerte de libertad que no encuentro en mi propia literatura.

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- ¿Libertad?

- Libertad sobre la forma en que uno puede construir una novela. Macedonio tiene una construcción de historias dentro de historias dentro de historias. El caso de César Aira es diferente, porque se trata de alguien que escribió 60 novelas. El hecho de ser tan prolífico te hace percibir una novela de manera diferente. En la tradición argentina hay algo más grande: ese tipo de juego que se hace en la literatura. No pasa en otras literaturas.

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- ¿Te ves escribiendo 60 novelas?

- Cada cual tiene que encontrar el tipo de literatura que le gusta. Yo no podría nunca escribir esa cantidad. No es el tipo de ritmo para mí. A mí, más allá de las novelas, para distraerme me gusta tener proyectos alternativos más pequeños, como editar antologías.

- Las críticas suelen ser favorables con tu trabajo. ¿Qué te significa eso?

- También hay muchos que dicen que soy un escritor muy malo. Nunca leo nada de lo que se escribe sobre mí. Es una forma de mantenerme sano. Al final lo que importa es concentrarme en los propios proyectos y no preocuparme por lo que la gente diga de ellos. Por supuesto quiero que la gente lea mis trabajos, pero es peligroso si uno permite que eso se convierta en parte del propio trabajo de uno.

- ¿Te gusta escribir cuentos?

- Sólo escribí dos en mi vida. Y ambos por encargo. Me resulta imposible escribir cuentos cortos. Me interesan nada más que las novelas. De todos modos, en la construcción de mis novelas hay pequeños elementos ensamblados. Me importa ensamblar en vez de tener las piezas separadas.

Niñez, adultez y psicólogo

- El protagonista de La huida (Raphael Haffner) es un hombre de casi 80 años. ¿Cómo hiciste para ponerte dentro de una persona de esa edad si tenés 35 años?

- Y eso que tenía 30 cuando lo escribí. Así que hasta era más joven. Creía, o creo, que no hay diferencia entre una persona de 70 años y una de 30. O quería explorar esa posibilidad. Me interesaba cierta inmadurez de algo que se supone que hay que tomar seriamente. Me resultó fácil imaginar este personaje al que se suponía un adulto maduro pero que siempre actúa como adolescente. Para mí el envejecimiento no tiene que ver con el tiempo. Hay quienes a los 20 ya son viejos y otros que a los 80 no han envejecido. Creo que nadie debería envejecer. Lo ideal es ser lo más libre que se pueda a cualquier edad. Admiro a este personaje por tratar de liberarse de ciertas limitaciones.

- Antes también hablaste de "libertad". ¿Qué significa esa palabra en un escritor?

- Libertad para un escritor es evitar la autocensura en su cabeza. Es fácil dejar las cosas a medio hacer o no hacerlas por miedo a cómo serán leídas. Entonces el verdadero sentimiento de libertad para un escritor es seguir su escritura tan lejos como ésta lo lleve.

- ¿Cómo te llevás con los miedos?

- Tengo millones de miedos al empezar a escribir. Muchos. El miedo de ofender a alguien, de contar algo que pueda molestar a otra persona; el miedo de robar alguna pequeña historia a la gente y de ese modo ofenderla. También hay metamiedos: preocupación de si estará preocupado, miedo de tener miedo. Eso te impide hacer lo que tenés que hacer. La paradoja es que a veces la gente sobre la que uno escribe no se reconoce en absoluto, pero en cambio, otros sobre los que no se escribió, sí dicen reconocerse.

- ¿Escribir es una forma de mitigar miedos?

- Es la mejor manera que encontré para pensar con seguridad. Siempre estoy lleno de pensamientos y más pensamientos y pensamientos sobre los pensamientos. Entonces escribir es el lugar en el que puedo pensar en eso de una manera interesante. Es como puedo dar forma a una especie de lío de pensamiento que de otra manera sería difícil de procesar. Es más barato que el psicólogo, pero igual me gusta el psicoanalista.

- ¿Cuál es la diferencia, en tu caso, entre analizarse y escribir?

- Me parece fascinante el psicoanálisis, pero con él siempre se habla de uno mismo. En cambio, en una novela se trata de crear algo que va más allá de uno mismo. No se trata de lo verdadero o cierto para uno, sino de lo verdadero o lo cierto para la historia.

- El personaje de Raphael Haffner es adulto y niño a la vez. ¿Cambió tu concepto acerca de la adultez tras haber escrito La huida?

- Uno podría decir que volverse adulto es tomar responsabilidades, armar una familia, limitar cada vez más su vida. Pero también se podría tomar el argumento moral contrario y decir que convertirse en un adulto es ser cada vez más uno mismo y evitar todo tipo de obligaciones. Porque lo que realmente importa es la felicidad. Y la felicidad es un concepto difícil.

© LA GACETA

PERFIL

Adam Thirlwell nació en 1978 en Londres. Política fue su primera novela, traducida a varios idiomas. Para la revista Granta es uno de los "mejores escritores jóvenes ingleses". Es admirador de Milan Kundera: "Uno de los que más me marcó", dirá durante el diálogo con LA GACETA, en Buenos Aires, ciudad a la que vino a presentar La huida. Preocupado por el futuro de la humanidad, piensa que "el cambio más obvio es la aparición de Internet y lo que hace con la gente. Lo veo como un ataque a la atención y concentración humanas. No sabemos aún sus consecuencias". En tono de broma, dijo también: "Mi imagen universal de la injusticia será siempre Maradona metiendo el gol con la mano en el Mundial del 86. Pero esto es más terrible porque después hizo el más lindo que vi en mi vida". ¿Lo perdonás?, se le preguntó. Y contestó: "Nunca".

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