Obama: la mitad de un Nobel

Obama: la mitad de un Nobel

Por Carlos Dugech.

07 Septiembre 2013
Cuando apenas cumplidos nueve meses de gestión en la Casa Blanca el Comité noruego que desde Oslo proclamaba el premio Nobel de la paz para el presidente de los EEUU, se ha querido significar que se estaba en presencia de un elegido para llevar adelante las acciones del mundo que tanto clama por la paz. Los discursos de Obama, el de asunción del 20 de enero de 2009 contrastando con la política exterior de Bush; y los que le siguieron inmediatamente desde Praga, en abril (pacifista, dialoguista, por el desarme nuclear, etc.); y desde El Cairo (junio de ese año) por el diálogo, por la convivencia con los países musulmanes y por la valoración de las diferencias, etc., todos ellos, fueron discursos que le permitieron ganar el Nobel de la paz. No fueron escasas las voces que se alzaron fustigando al Comité del Nobel por tan apresurada decisión de galardonar a alguien a quien la restaba -en el terreno de los hechos- concretar los anuncios contenidos en su dialéctica.

Quien esto escribe justificaba ese premio como lo que en verdad piensa que es: un aliciente para quien está encarando un proceso que se espera lleve a la paz como valor esencial entre las naciones. Los otros Nobel, los de economía, de medicina, de literatura, por ejemplo, son por la coronación de una obra ya realizada (¡si lo habrá sabido Borges!). El de la paz es diferente, también, como que es otra nación la que los otorga (Noruega) y no Suecia, a través de su Academia de Ciencias. Siendo así, se esperaba que Obama pusiera en acto sus palabras y la elocuencia de sus discursos de modo que pudiera hacerse acreedor en plenitud al Nobel de la paz. ¿Alguien se imagina a Mandela, a Rigoberta Menchú, al Dalai Lama, a Pérez Esquivel, a Mijail Gorbachov, todos Nobel de la paz, enfatizar su propósito de bombardear Siria, por lo que fuese? ¿Alguien se imagina la máscara con la que debería presentarse Obama en el “Cuarteto para la Paz en el Medio Oriente” sacudiéndose el polvo de su traje de combate desde Siria, nada menos, para impulsar la paz entre israelíes y palestinos? ¿Alguien se imagina con qué rostro se presentará en las reuniones de la mesa circular del Consejo de Seguridad de la ONU?. En este caso, quien esto suscribe, sí. Imagina un Obama con el rictus inexplicable que se evidenciaba en todo tiempo en el rostro del presidente guerrero. Del mismísimo Bush. Satisfecho de sí mismo, de sus batallas, de sus guerras.

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