Los desafíos de la argentina en el contexto mundial

Los desafíos de la argentina en el contexto mundial

21 Julio 2013

Juan José Llach - director del IAE business school

Anuncios no del todo claros de cambios en las políticas monetarias expansivas por parte de la Reserva Federal de los Estados Unidos y de China moderaron, o dieron vuelta, las entradas de capitales a los países emergentes y cortaron el largo rally de sus mercados, al mismo tiempo que la previsible caída del oro arrastraba a otros commodities, pero no a la soja. Aclaraciones posteriores y la reafirmación del sesgo expansivo de las políticas en Europa y en Japón trajeron mayor tranquilidad a los mercados. El riesgo privado emergente es probable que se mantenga en los nuevos niveles ajustados, sin mayores caídas, pero el aumento del riesgo soberano ha llegado para quedarse dado que, si bien la suba de las tasas oficiales de interés en el mundo desarrollado será muy parsimoniosa, los aumentos en los rendimientos de los bonos públicos han llegado no sólo para quedarse sino también para mostrar una tendencia alcista.

En la Argentina, el aumento del Producto Interno Bruto (PIB) del 3% en el primer trimestre, según el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) fue sorprendente. La mejor performance del segundo trimestre ha cambiado la sensación térmica, pero son tantas las dudas sobre el anterior que lo menos que debería hacer el Indec es explicar cómo llegó a aquel número. Más allá del método que se use, si los resultados se dan patadas con la realidad se impone una revisión y no sostener que aquél es "científicamente irrefutable", que es lo mismo que con descaro se afirma del Índice de Precios al Consumidor (IPC). El aumento de los servicios públicos del Indec se debe al 16,4% de la telefonía celular, que aporta per se 0,33% al crecimiento del PBI (o sea, un 10% del aumento total). Bajan, en cambio, los otros servicios públicos vinculados al consumo: transporte de pasajeros (-3,1%) y peajes (-4,5%). En supermercados, el 14,3% de suba que reporta el instituto en su estadística supone que los precios crecieron sólo 9,2%. Es increíble que se siga mintiendo durante seis años. Suponiendo que el consumo subió 1% el PIB habría caído 0,5% en vez de crecer 3%.

Es evidente que las grotescas estimaciones de precios del órgano estadístico se contagian cada vez más a las cuentas nacionales, de tal modo que sus cálculos de producto, consumo o inversión ya no resultan confiables. Estamos ante un problema serio porque si se siguiera sobrevaluando el aumento del PIB ello no sólo impide la transparencia de la información pública sino que puede derivar en un aumento del gasto público por varios miles de millones de dólares al tener que pagar el cupón del PIB a fines de 2014.

Sería bueno que al hacer pronósticos de crecimiento los colegas que se dedican a tales menesteres aclararan si se refieren al PIB verdadero o al PIB "trucho" del Indec. Por nuestra parte mantenemos el pronóstico de 2,7% de aumento verdadero del PIB para 2013. Esto será producto del impulso de la cosecha gruesa en cantidad y valor, de la caída de los precios de autos e inmuebles que impulsan su consumo y de las políticas fiscal y monetaria que se mantendrán expansivas -aunque hay señales recientes de moderación monetaria, no fiscal- para tratar de dar vuelta resultados electorales casi seguramente poco favorables al Gobierno.

Actuarán en contrapeso una recuperación de Brasil muy anémica -que llevará el crecimiento del PIB al entorno del 2%- el peor clima financiero global para los países emergentes, la pérdida de rentabilidad de muchos sectores de la economía, incluyendo al agropecuario y la muy alicaída propensión a invertir. Este cuadro no ha impedido una clara recuperación de la actividad en el segundo trimestre del año -que muy probablemente será lo mejor de 2013- por los factores mencionados pero también por el empuje al consumo dado por el cierre de las paritarias. Cabe conjeturar una confirmación de las primeras encuestas electorales en las PASO de agosto y en las elecciones de octubre podría tener un impacto positivo en la actividad económica o, al menos, moderar el clima de inversión.

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