América Latina debe sacar provecho de la globalización

América Latina debe sacar provecho de la globalización

21 Julio 2013

Eduardo Luis Fracchia - investigador del IAE Business School

El contexto internacional sigue estable sin mayores novedades. Es un mundo de gran liquidez muy favorable a los países emergentes, aunque en relación a la primera economía del mundo, el empleo es la gran asignatura pendiente del presidente norteamericano, Barack Obama, y no parece que vaya a mejorar de modo sensible en lo que queda de su mandato. La deuda de Estados Unidos, cercana al 100% respecto de su Producto Bruto Interno (PBI), supera el número ideal de Maastrich del 60%. A la vez, es inferior, por lejos, a la deuda japonesa que supera el 220% y a la de varios países europeos que promedian el 150%.

Algunos economistas como Krugman defienden, en este contexto de baja actividad, la expansión fiscal y otros, en cambio, fomentan la contención del gasto ¿Defensa, Medicare, Medicaid? Dónde concretar el ajuste es una gran pregunta en Estados Unidos. La economía americana presenta una alta fragilidad desde 2008 y las tasas de crecimiento de 2013 son bajas para compensar la destrucción de ocho millones de puestos de trabajo en la crisis. Se han creado muchas oportunidades laborales en junio y el desempleo está cerca de 7%, que para Estados Unidos es bien elevado.

Por otro lado, el experimento monetario europeo, resistido parcialmente por Estados Unidos en los 90, demuestra que Europa está lejos de ser un área monetaria óptima en el sentido de Mundell, su más reconocido teórico. En el proceso europeo se refleja la falta la coordinación y de liderazgo: El Fondo Monetario Internacional (FMI) todavía se encuentra lejos de tener la reputación suficiente para influir en la agenda. El G7 fue desplazado por el G20 pero esta última organización tampoco es funcional para ejercitar la coordinación global. El G2 (China y Estados Unidos) parece ser lo más relevante.

Los Bancos Centrales de Estados Unidos y de Europa están con poco margen para actuar, por lo que, en concreto, Ben Shalom Bernanke, presidente de la Reserva Federal norteamericana, terminaría con el QE3 (Quantitative Easing). Recientemente hemos visto que el BCE seguirá comprando bonos en el mercado lo que es una buena señal, a pesar de la postura fiscalista rigurosa de Alemania. Por otra parte Grecia, marginal en cuanto a su PBI, y otros países desalineados siguen dando dolores de cabeza por eventuales contagios. El problema es que Grecia no tiene soja o un equivalente como la Argentina para imitar el ciclo expansivo de 2003, y tampoco una moneda propia para devaluar. Tanto el euro como el dólar son monedas de refugio que seguirán vigentes pero con un prestigio más acotado que puede dar paso a otras divisas alternativas.

China, por su parte, sigue a su ritmo y se queja de la presión americana para alterar el valor del yuan y hacer que se aprecie más. Es su principal acreedor externo con U$S 1,2 billones, seguido por Japón que no se queda muy atrás como acreedor de los Estados Unidos.

El contexto para los emergentes es favorable por la liquidez y por la estabilidad del dólar que se manifiesta en commodities con buen precio. El riesgo que el mundo enfrenta es la amenaza de W en Europa que contagie al PBI global, lo que influiría en la buena racha de crecimiento que, desde 2010, tenemos en la región. El contexto internacional, a pesar de nerviosismos frecuentes en las bolsas, es parcialmente estable. La reciente apreciación del euro impulsa de modo tenue a Europa, y el crecimiento americano es más sólido y puede continuar, pese al déficit de cuenta corriente que es crónico desde 1990. China e India, en tanto, siguen a un ritmo de crecimiento elevado y demandan a la región cada vez más productos. El contexto latinoamericano es de franco crecimiento y nuestro país debe aprovechar esta ventana de oportunidad que se ha abierto desde 2000 para sacar partido de la globalización, porque el ciclo internacional en algún momento va a volver a jugar en contra.

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