¿Educación gratuita?

¿Educación gratuita?

Es la variable clave para la solución de las grandes demandas sociales. Siempre son los ciudadanos los que la pagan.

10 Marzo 2013
Llama la atención que en las dos manifestaciones masivas del 13 de septiembre y 8 de noviembre de 2012 contra deficiencias del poder actual, haya estado ausente el reclamo por la educación. La inflación, la inseguridad, la corrupción, la mentira sistemática, el estilo despótico en el uso del poder, fueron el centro de los reclamos expresados en pancartas. Y sin embargo acaso sea la educación -en sentido amplio, como generadora de valores y de conocimientos en la infancia y en los niveles básico, medio y universitario- la variable más importante que, de mejorarse, contribuiría más decididamente a solucionar aquellas falencias apuntadas en ambas marchas.

Y hay datos sobre la educación argentina que no son buenas noticias. Sólo mencionaré un aspecto de nuestras universidades. Por ejemplo, el ranking 2012 realizado por QS World University, revela que entre las diez mejores universidades latinoamericanas no hay una sola argentina. Y en el ranking hecho por el Suplemento de Educación Superior del Times, en Londres, nuestra UBA tampoco figura entre las primeras 200 universidades del mundo.

Los desórdenes estudiantiles en Chile durante los dos últimos años para exigir educación gratuita, hacían aparecer a nuestro país como el paraíso de la educación: además de gratuita, se elevó al 6% del presupuesto nacional el destinado a educación. Pero estos datos ocultan varios asuntos: 1) ninguna educación es gratuita: la pagan los contribuyentes desde sus impuestos. No la paga el estado, como se dice; éste sólo desvía esos fondos recogidos de quienes trabajan y pagan impuestos; 2) Un ministro de educación de Perón -recuerdo- declaraba en 1973 que sólo el 6% de quienes ingresaban en la universidad argentina terminaba sus estudios (en esos años, en Inglaterra ocurría exactamente lo contrario: egresaban 94 de cada 100 ingresados). Hoy parece haberse mejorado ese récord de deserciones: egresa el 23% de quienes ingresan. Pero aún así, el esfuerzo de la sociedad para sostener estructuras enormes e ineficientes en términos de ingreso-egreso convierte a nuestra educación universitaria en muy costosa; 3) Chile entrega 6.500 becas de posgrado anualmente para que estudiantes hagan maestrías y doctorados en USA, Europa, Australia y nueva Zelandia. Argentina, 60.*

© LA GACETA Jorge Estrella - Escritor, doctor en Filosofía, exprofesor de la Universidad de Chile.* Andrés Oppenheimer: Basta de historias, Sudamericana, Buenos Aires, 2010.

Comentarios