"Nuestro lema es que sean todos en uno"

"Nuestro lema es que sean todos en uno"

Nuestro lema es que sean todos en uno
29 Febrero 2012
Para Chiara Lubich el amor de Dios no tiene fronteras. De allí que tomó contacto con referentes de las grandes religiones del mundo. "Nuestra obra tiene una vocación universal. Por eso nuestro lema es 'Que todos sean uno' (...) Seremos uno en los valores", decía.

Chiara estrechó lazos de amistad con líderes religosos entre afroamericanos, judíos, budistas theravada de Tailandia, hinduistas de la india y los budistas Rissho Kosei-kai de Japón, entre otros. Recibió premios y dictó multitudinarias charlas sobre ecumenismo e interreligiosidad. En 1994 llegó a ser elegida presidenta honoraria de la Conferencia Mundial de las Religiones por la Paz. Finalmente, también formalizó un diálogo con personas de convicciones no religiosas. Su espiritualidad se expande por donde hay hombres y mujeres de buena voluntad.

CHIARA Lubich, la fundadora
Eran tiempos de guerra
Silvia Lubich nació el 22 de enero de 1920 en Trento (Italia). Provenía de una familia católica y era la segunda de cuatro hermanos. A los 18 años se convirtió en maestra. Quiso estudiar Filosofía en la Universidad Católica de Venecia, pero no lo consiguió porque debía salir a trabajar. Las cosas no estaban bien en su casa porque su familia no apoyaba el fascismo de Mussolini. Trabajó como docente y se consagró terciaria franciscana. Cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial ella y sus amigas se reunieron en un refugio para ayudar a los demás y leer el Evangelio.

Jesús, el abandonado
Una vez un sacerdote les preguntó a Chiara y a las chicas que la acompañaban: ¿saben cuál es el mayor dolor de Jesús? Una contestó la Cruz, otra el que padeció en el huerto de los Olivos. "No, dijo el sacerdote, Jesús sufrió más cuando en la Cruz gritó: Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?". Chiara se dio cuenta de que ese era el dolor más grande que sintió Jesús: sentirse abandonado por su Padre. Desde entonces decidió acompañar a los demás, viendo en ellos a Jesús Abandonado. Fue reconocida en el mundo con 16 doctorados honoríficos por su trabajo por la paz. Murió el 14 de marzo de 2008, a los 88 años.

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