Sensaciones, angustias y cascadas sin final

Sensaciones, angustias y cascadas sin final

Miles de historias escondidas en una gran tragedia y una pregunta sin respuesta: "¿por qué él que era tan joven y no yo, que soy tan vieja?". Familiares de las víctimas fueron a Ground Zero a rendir un homenaje. "Este es nuestro cementerio, mi hermano murió en las Torres, pero nunca encontraron su cuerpo".

UN TRIBUTO DE LUZ. Dos haces de luz azul emergieron durante la noche del lugar donde estaban las Torres Gemelas y desaparecieron en el cielo, en un homenaje silencioso a todos aquellos que murieron el 11 de septiembre de 2001. REUTERS UN TRIBUTO DE LUZ. Dos haces de luz azul emergieron durante la noche del lugar donde estaban las Torres Gemelas y desaparecieron en el cielo, en un homenaje silencioso a todos aquellos que murieron el 11 de septiembre de 2001. REUTERS
A las 4.30 de la mañana, la familia de José Juan Marrero decidió que había llegado la hora de partir hacia Ground Zero. Ninguno de los siete miembros del clan pudo dormir la noche anterior. Los niños pensaban en el tío que no conocieron; los padres, en el hijo que perdieron inesperadamente. Los hermanos de Marrero pensaban en los últimos pensamientos de la víctima 1.659 del World Trade Center (WTC). La abuela, en cambio, pensaba en los términos en que se piensa en las arbitrariedades del destino: "¿por qué él, que era tan joven, y no yo, que soy vieja y estoy enferma?".

Los familiares de Marrero querían estar adelante de todos los que ayer fueron a Ground Zero a recordar a sus seres queridos fallecidos en los atentados del 26 de febrero de 1993 y del 11 de septiembre de 2001. Querían ver a Barack y Michelle Obama, a George y a Linda Bush; pero, sobre todo, querían que ellos viesen el rostro de José Juan impreso en sus remeras.

El alma

Manhattan puede ser un páramo si se lo propone. Puede ser una isla helada en el verano. Puede ser inhóspita y hostil. Puede -por medio de los agentes de la New York Police Department (NYPD)- exigir hasta 10 veces el documento de identidad en un tramo de seis cuadras. Puede mirar con desconfianza a los extranjeros. Puede dar la espalda sin sentir culpa. Puede recurrir a cualquier tipo de maltrato en nombre de la seguridad nacional.

"A Manhattan le robaron el alma", se lamenta un colombiano desprovisto de las credenciales exigidas para ingresar a Ground Zero. Discute y es en vano. Sus razones chocan contra una pared sorda e impiadosa. Y si insiste, peor para él.

El cielo

El cielo compensa las cuitas del asfalto. No es una metáfora. Todas son loas para el firmamento neoyorquino: que es brillante, que es limpio, que es intenso, que compite con los rascacielos, que no tiene competencia.

El cielo del 11 de septiembre de 2011 cambia caleidoscópicamente. Parece un hombre atravesado por cien estados de ánimo. Tiene estrellas y luna por la noche, y sol violento durante el alba. A las 8.18 (las 9.18 de Argentina), los rayos penetran por los huecos del paisaje de cemento. Es un momento singular: los haces de luz descubren los relieves espejados del nuevo WTC. Pero no hay ojos capaces de soportar la incandescencia de ese alumbramiento. Y el cielo, que tampoco quiere perder la compostura, deja que el viento lo arrope con una manta de nubes.

El cansancio

"Mi hermano murió en las Torres Gemelas, pero nunca encontraron su cuerpo. ¿Entiende? Este es nuestro cementerio. Después de 10 años tenemos, por fin, un lugar donde visitarlo", confiesa Janice Favuzza, hermana de Bernard D., la víctima 790 del WTC.

Los familiares de los fallecidos no esquivan la conversación. Por el contrario, muchos muestran fotos de sus seres queridos y relatan sus dramas a quien quiera escucharlos. "La gente está cansada del 11-S. Debemos luchar contra eso", medita David, que ha asistido a la inauguración del 9/11 Memorial enfundado en una bandera de Estados Unidos. "Nadie quería ir a la guerra?", se lamenta a media voz Anne. Y deja la frase sin concluir.

El mundo

Las Torres Gemelas albergaban una muestra perfecta del mundo. Aquello se advierte contemplando a los parientes de los que perecieron en los ataques. Los hay pelirrojos como escoceses; rubios como suecos; amarillos como coreanos; negros como nigerianos; trigueños como chilenos; bajos como bolivianos; altos como holandeses; fibrosos como cubanos? Los hay serios y sonrientes; tímidos y desenvueltos; serenos e inquietos.

Hablan distintas lenguas, tienen distintas edades, vienen de distintos sitios, pero lloran y se abrazan de la misma forma. Y el paso del tiempo los ha convertido en adolescentes, adultos y ancianos: a todos por igual y sin excepción.

La angustia

"Reflecting Absense" son dos fuentes sin fondo. Dos cascadas sin final. Dos agujeros que no terminan de llenarse. Una metáfora de la angustia planteada sobre las bases de las Twin Towers.

El arbolado ayuda a sostener la tragedia expuesta en el monumento a las seis víctimas de las bombas de 1993 y a las 2.983 de los atentados del 11-S. Es el único gesto de vida en un contexto mortecino e irracional, donde, por más que caiga y caiga, el agua no consigue saciar la sed. Un líquido que es un desierto que, a su vez, es un sepulcro a cielo abierto.

Comentarios