"No ganamos nada; sólo el amor de los chicos nos llena"

"No ganamos nada; sólo el amor de los chicos nos llena"

IRMA DÍAZ. En su casa se hicieron las primeras reuniones de la red. IRMA DÍAZ. En su casa se hicieron las primeras reuniones de la red.
29 Agosto 2011
En el patio de la casa de Irma Díaz germinó la red Crecer Juntos hace 18 años. Allí funcionó la primera sede, donde se reunían las madres que soñaban con un lugar para contener a los niños de la zona, alimentarlos y mimarlos. Irma es mamá cuidadora y allí funciona Curiosos 1 y 2, dos de los 16 hogares centro de la ONG. Ya cruzó la barrera de los 70 y reconoce que no tiene la misma fuerza para hacerlos jugar y hacer gimnasia. Pero cocina con el mismo entusiasmo y amor de siempre. Sin feriados, sin sueldo, sin vacaciones, haciendo de su casa un hogar para más de 30 niños y adolescentes.

"Mamá Irma", como le dicen los más grandes que se criaron en su casa, cocina en la galería y con sus manos mezcla en una olla gigante la papa, la cebolla y el huevo que se transformará en una gran tortilla. Los niños saben que antes de comer deben lavarse las manos y rezar. Los modales son parte del espíritu con el que funcionan estos hogares centro. "Algunos entraron cuando tenían ocho meses y hoy ya tienen 12 años o más", cuenta orgullosa. Tiene una sonrisa franca, una mirada transparente y no titubea al decir que esos chicos son su vida. "Nosotras no ganamos nada, sólo el amor de ellos que nos llena y es muchísimo", añade. Irma reconoce que su vida no fue fácil y que el amor de los chicos le hizo sobrellevar la realidad de su hija enferma, que necesita un trasplante de hígado. Además, desde hace tiempo su rodilla comenzó a jugarle una mala pasada y a veces no la deja ni moverse, pero sabe que no puede darse el lujo de quedarse en la cama. Por suerte, como ella dice, su familia la ha apoyado mucho. "Mi marido me ayuda a pelar las papas, a cortar los pimientos, la cebolla y todo lo que hay que hacer -revela-. A veces empezamos la noche anterior".

En la casa de Irma también hay otras mamás cuidadoras y ayudantas. Todas son de la zona y trabajan por un plato de comida, para ellas, para sus hijos y a veces hasta nietos y bisnietos. Como en el caso de Irma, que tiene nueve nietos y dos bisnietos. Todos alguna vez pasaron por su hogar; a llenar la panza y a jugar.



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