"Me voy a quedar hasta que Dios me lo permita"

"Me voy a quedar hasta que Dios me lo permita"

29 Agosto 2011
Son tres historias de mujeres que trabajan en sus barrios y que hicieron de sus casas hogares de amor. Ellas forman parte de la asociación Crecer Juntos, nacida hace 18 años y transformada hoy en un espacio en el que los chicos de barrios humildes del oeste de la capital se educan y descubren que otra vida es posible. Testimonios desde el corazón.

"Doña Su" es el nombre con el que bautizaron a Susana Rodríguez los casi 15 niños que la visitan todos los días. Desde hace ocho años es mamá cuidadora en el Hogar Centro "Esteban", para niños que todavía no entraron en la escuela. La casa en la que funciona es de Carmen Pereyra, quiense encarga de la cocina mientras Susana -en otra pieza- entretiene a los chicos. Los hace jugar, recortar figuritas, dibujar frutas y verduras o les cuenta cuentos. A veces también le toca cambiar pañales.

Cuando llegamos a las 10 de la mañana los chicos acababan de tomar mate con leche y todavía quedaban restos de tostadas con dulce de leche sobre una mesa. Algunos no les sacan los ojos de encima; finalmente se deciden y comen una más.

Susana les entrega unas revistas usadas para que busquen frutas y las recorten. La tarea: armar una ensalada de frutas. "Cuando empecé hace ocho años mi marido no tenía trabajo, así que yo llevaba algo de comida del hogar y no gastábamos en eso, por lo menos", cuenta.

Susana no se imagina lejos de los chicos. "Me voy a quedar hasta que Dios me lo permita", dice. Hace tiempo su vida gira en torno de esa actividad, tanto que la hizo alejarse de parte de su familia. "A mi mamá no la puedo visitar porque vive en Buenos Aires. No me puedo ir, porque pienso: ¿quien va a cuidar a los chicos?"

Algunos casi ni hablan, sólo estiran los brazos para que ella los alce, otros le preguntan: "¿esto es una fruta, doña Su?" "El lunes es el peor día. Vienen tristones, no quieren hablar ni jugar. Aunque no digan nada una ya sabe que el fin de semana los padres se pelearon, se drogaron o les pegaron. Yo los abrazo y los mimo hasta que se les pasa", cuenta con la voz entrecortada. Eso refuerza la determinación de Susana de dejar todo para atenderlos y mimarlos: "te acarician y te dicen ?te amo Susana?. Ellos saben que yo nunca los voy a dejar. Ese es el trabajo de una mamá cuidadora".

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