La crisis de un país acostumbrado al crecimiento

La crisis de un país acostumbrado al crecimiento

Por Esteban Nicolini - Dr. en Economía - Profesor Unsta-UNT.

29 Mayo 2011
Durante el siglo XX en una mayoría de países se han ido ampliando los servicios prestados por el sector público con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de la población de menos ingresos. Acceso universal a la salud y la educación pública, sistema de jubilaciones y pensiones de base solidaria, sistemas de compensaciones para los desempleados son los elementos más comunes y mejor conocidos del Estado de Bienestar.

Todos estos servicios están financiados con el dinero de impuestos que son pagados de manera no equitativa por los ciudadanos y por lo tanto, para que un Estado de Bienestar funcione, una sociedad debe acordar quién recibe los beneficios del sistema y quién paga los costes.

A su vez, en un estado democrático, esto demanda una alta legitimidad y credibilidad de los funcionarios públicos encargados de administrar el sistema.

España ha sido para muchos un ejemplo por la rápida construcción de un Estado de Bienestar asociado a un crecimiento económico envidiable en los últimos 30 años. Hoy es uno de los países europeos más castigados por la reciente crisis económica y su desempleo supera el 20 %.

De la protesta a la derecha
Los descontentos del 15-M reunidos en plazas de muchas ciudades españolas bajo lemas como "Estamos hartos de escuchar cuentos", "Se acabó la tolerancia, cabrones", "No pagues la crisis de otros" son un emergente de las contradicciones de un país que por un lado está acostumbrado al crecimiento y al bienestar (los españoles jóvenes hoy viven muchísimo mejor que sus padres y abuelos) y por otro sufre una crisis económica sin precedentes en las últimas décadas; un país que por un lado disfruta un sistema democrático avanzado basado en partidos políticos modernos y por otro contiene algunos sectores sociales muy escépticos sobre la honestidad y la idoneidad de su clase dirigente; un país cuyos medios de comunicación se emocionan e intrigan frente a la aparición de jóvenes contestatarios que toman plazas, cantan reivindicaciones y debaten las contradicciones del sistema pero cuyos ciudadanos, en las elecciones del 22 de mayo, votan masivamente al partido de derecha.

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