El sueño de volver al Plaza

El sueño de volver al Plaza

Durante una década cobijó a feligreses de la Iglesia Universal y acaba de quedarse sin inquilinos. Aunque la sala es propiedad de particulares, el destino del edificio -de alto valor patrimonial- preocupa tanto al Estado como a los ciudadanos, que pretenden recuperar ese espacio cultural.

La historia del cine Plaza es mucho más que la de una sala de cine que a lo largo de medio siglo (1946-1992) ha acompañado la edad de oro de la cinematografía en Tucumán, hasta que se vio obligada a reconvertirse como Templo de los seguidores de la Iglesia Universal. Es, también, la historia de las primeras pantallas en Cinemascope; la del ritual colectivo de una hora y media en la oscuridad; la de las reglas de una industria del ocio que empezó globalizada y atada a la lógica de los grandes estudios cinematográficos de Hollywood y aque tuvo su correlato en el negocio de la actividad cinematográfica en Tucumán. El derrotero del cine Plaza refleja, asimismo, los cambios de una sociedad que a fines del siglo XX se replegó en la intimidad (la tele, la compu, las redes sociales), pero que ahora parece estar buscando compatibilizar la interacción virtual que permite la red con el encuentro "cara a cara". 

En ese mar de transformaciones, la Iglesia Universal deja el Plaza y se muda a su propio templo (el fenómeno no aplica solamente a Tucumán, sino a muchas otras salas del país que en las últimas décadas se habían visto obligadas a "cambiar de público"). Así las cosas, el majestuoso edificio que no es propiedad del Estado, sino del grupo propietario del Gran Rex de Buenos Aires, se ha quedado sin inquilinos. Desde que se ha quedado vacío, un grupo autobautizado "Cinema paradiso", que se constituyó vía Facebook, reclama que el cine que diseñó Alberto Prebisch reabra sus puertas para la cultura, respetando sus orígenes, adaptado a los nuevos tiempos. Desde el Gobierno, el titular del Ente de Turismo, Bernardo Racedo Aragón, admite que está haciendo de puente con los propietarios de la sala para que así sea. Mientras tanto, la historia del Plaza devuelve a la escena la necesidad de reclamar por otra joya patrimonial que está en terapia: la sala del Majestic, testimonio del Art Decó.

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