Unidos por el fervor, de El Brete hasta Colalao

Unidos por el fervor, de El Brete hasta Colalao

Familias y numerosos grupos de amigos vivieron el rally desde muy cerca

RUEDA A RUEDA. Una moto y un cuatriciclo avanzan entre las piedras.  GENTILEZA MARIO CUSICANQUI RUEDA A RUEDA. Una moto y un cuatriciclo avanzan entre las piedras. GENTILEZA MARIO CUSICANQUI
La cantidad de público que asistió a los Valles a ver el Rally Dakar sugiere dos cosas: que el automovilismo es el deporte más popular de la Argentina, después del fútbol -claro-, y que no hay inconvenientes para sortear inclemencias climáticas, hambre y horas sin dormir cuando se trata de juntarse para viajar y divertirse.

Familias enteras y grupos numerosos de amigos organizaron estadías modestas para pasarla a lo grande. Llegaron en colectivos, autos, camionetas y motos, y durmieron en carpas, en bolsas de dormir y en sus propios vehículos. Muchos no pegaron un ojo: pasaron de largo. Las plazas hoteleras permanecieron cubiertas durante los tres días de la competencia en Tucumán.

"Nosotros estamos parando en la casa de mi suegra, que es de Santa María (Catamarca). Vinimos desde Tolhuin, Tierra del Fuego, en un viaje por la ruta 40 que duró cinco días. Aprovechamos para matar dos pájaros de un tiro: visitar parientes y ver el rally", comentó Rubén Darío Fregosini.

El hombre, un ex piloto de moto, viajó con su esposa y dos hijos, uno de ellos, José, piloto de enduro en actividad, conocido en la provincia patagónica.

A las puertas de una trafic, cuatro amigos de Lastenia tomaban el fresco del anochecer vallisto. "Nos quedamos aquí hasta que nos corran o hasta que no haya más fernet. Estamos escapados", susurró Héctor Cuevas. "Después hay que rendir cuentas, ¿no?", le preguntó LA GACETA. "Naa, si igual te pegan", respondió, entre carcajadas.

A Fátima Abella Aid, en cambio, no se le escapó nadie: fue con su marido a Colalao del Valle a ver el Dakar. Sí, a ver el Dakar. "A mí me gustan mucho los camiones y las camionetas", afirmó, y se declaró fanática de Carlos Sainz.

Soledad Flores también fue a ver el rally con su marido, Miguel Ponce, en El Brete; pero en este caso, sin motivos automovilísticos. "Hemos venido con nuestro hijo y con una familia amiga y vecina. A mí marido le gustan los autos, y hemos venido sólo a hacerle compañía, pero también a aprovechar para vivir algo diferente", comentó Flores, oriunda de Villa Hileret (Río Chico).

Esperanza

La mayoría de los aficionados que hablaron con LA GACETA se declararon entristecidos por la posibilidad de que el Dakar no vuelva el año próximo. "Es muy lindo para el turismo y la gente lo disfruta mucho", aseveró Augusto Saracho.

"Dios quiera que el otro año vuelva aquí. Porque hay comentarios de que no se sabe de esto. Y para uno, que le gustan los fierros, ir a otro país cuesta mucho", apuntó Manuel Galván. A su vez, María de los Ángeles Díaz resumió el sentir de los lugareños: "en Colalao del Valle nunca pasó una cosa así. Estamos contentos. Todo el pueblo está aquí". Emociones imposibles de olvidar...

Choripanero

Muchas personas viven y participan del Dakar de una manera especial. Es el caso de Sergio Concha. A la caza de una mayor clientela, se enteró de que el rally pasaba por Tucumán e instaló un puesto de venta de choripanes en la zona de la largada de la etapa 3, en El Brete. "La idea es alimentar a la gente que no trae sus provisiones, que es mucha", afirmó. Los choripanes valían $ 10, con chorizos hechos en casa, según destacó el comerciante.

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