Un donjuán que se enamoró

Un donjuán que se enamoró

Una historia con sabor a sal y a lágrimas

01 Agosto 2010
"En la vida te encontrarás con golpes fuertes que no se pueden evitar. Son cosas que nos dejan sin aliento, con un sabor a sal y a lágrimas. La frase sabia y realista, era mi caballito de batalla en cada charla que entablaba con toda mujer atractiva, sensual y bonita pero desconsolada que se cruzaba en mi camino. Por supuesto, el personaje del sensible, comprensivo y protector siempre me redituaba alguna conquista. Y aunque los conceptos que revelan una gran sabiduría que citaba, los memorizaba de algún libro o revista y los empleaba para impresionar sin asumir que estaba mintiendo. Nada de lo que decía no sólo no lo creía sino que tampoco lo sentía. De esa manera descubrí, que una mentira repetida mil veces, puede parecer una verdad, sin embargo, en su esencia, siempre será una mentira", dice con cierta culpa, Marcelo Andrés P., un cuarentón que defiende a ultranza su soltería.

Autodefinido como un conquistador empedernido, cuenta que un día conoció a una hermosa e inteligente señorita. Una morocha de ojos verdes que estaba sumamente afectada por haber cortado una relación de cinco años de noviazgo. "Era la presa ideal para mi máscara de hombre comprensivo y positivo. A Mónica me la presentó una prima y al instante ya la estaba consolando y hablando con una suficiencia y madurez que hasta yo mismo me sorprendía. Me miraba con ojos de tristeza pero a la vez de mujer rendida a mis pies por mi discurso, pensé en ese instante", narra. Pero con el tiempo se enamoré de ella, pero Mónica sólo quería ser su amiga. "A pesar de todo me animé a confesarle mis sentimientos. Me rechazó y me repitió la misma frase con la cual había comenzado su cacería esa noche que la conocí. Me enfurecí pero luché para no demostrárselo.

El tiempo pasó y ella se fue a Alemania. "Hoy soy un compulsivo trabajador de una empresa de iluminación. Tengo muchos amigos y de vez en cuando salgo con alguna amiguita, pero jamás me volví a enamorar. También entendí que la mentira es uno de los peores defectos del ser humano, sobre todo, la mentira dicha con el único afán de obtener un beneficio personal en perjuicio del resto de las personas. Ahora me muestro como soy. A Mónica no la veo hace 15 años. Sigue soltera; de vez en cuando me envía un mail. Ah, ya no me pide consejos", afirma.

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