Fragmentos de notas de José Ignacio García Hamilton publicadas en estas páginas

21 Junio 2009
La república moderna (*)
"Es deseable una democracia, a la vez política y económica, en la cual la obra del gobierno sea realmente la obra de todos. En donde cada habitante, por medio de representaciones eficaces, participe efectivamente en la confección de un plan de acción, y también en su ejecución y control, en la convicción de que es 'su plan'. En donde los actuales grupos de presión  encuentren una canalización legal y adecuada a los intereses comunes, y en la cual no haya sectores económicos donde el Estado no pueda intervenir cuando atenten contra el bien común".  
* Comentario del libro La república moderna, de Pierre Mendes France, publicado el 23 de febrero de 1963.

El nacionalismo, una religión (*)
"?Con algunas reservas, puede admitirse el concepto de que el nacionalismo moderno y contemporáneo hace un llamamiento al sentido religioso del hombre y le ofrece en cierta medida un sustitutivo o un complemento para la religión natural. Esto último con la necesaria aclaración de que en la complementación el cristianismo no puede ser subordinado al nacionalismo. Por el contrario, el hecho de que nuestra religión sea católica y ecuménica, o sea universal, es lo que debe impedirnos cometer excesos en nombre de un nacionalismo extremo. Es precisamente la supremacía del cristianismo lo que evitará que las divisiones patrióticas se vean enturbiadas por odios raciales o aberraciones genocidas. Movimientos nacionales, sanamente inspirados en el cristianismo u otras religiones, son los que sirven de estímulo para realizar reformas internas y para mejorar y desarrollar a los países en donde se producen."
* Artículo publicado el 21 de enero de 1968.

Homenaje a Alberdi (*)
 "En nuestro pueblos rebosantes de pujanzas juveniles, enamorados ardorosos de las glorias bélicas, vibrantes, como cuerda metálica, al toque guerrero del clarín -fresco aún su bautizo de sangre generosa-, se acepta cual sentencia bíblica la bella frase de un elegido de las musas: 'el que sabe morir, sabe ser libre'. ¿Por qué no hemos de modificarla, como una aspiración del porvenir, en esta forma, menos sonora pero no menos exacta: el que sabe pensar lleva la libertad en su cerebro?...
Alberdi llevó en sí mismo gérmenes de libertad y los hizo fructificar para su patria. Porque supo pensar con intelecto robusto, el ilustre tucumano fue libre dentro de la inmensa órbita de la humanidad aprisionada.
No adoró de rodillas las imponentes figuras militares, que trazaban fronteras a golpes de acero, porque a su espíritu superior no pudo sugestionarle lo que otro publicista ha llamado después el culto del coraje?.
Y si en general, sin encabezar ejércitos, sin acaudillar multitudes, ni predicar, con voz de Júpiter Tonante, el exterminio por el rejón de la lanza o el plomo del fusil, fue libre y sembró a su paso estela de lucientes libertades, tanto más perceptibles para nuestra retina cuanto más nos alejamos del deslumbrante foco que las proyectó a raudales sobre su pueblo".
* Artículo publicado el 24 de mayo de 1992.

San Martín (*)
 "A principios del siglo XX, con el objetivo de homogeneizar a los hijos de inmigrantes, el Consejo Nacional de Educación de nuestro país inició una campaña de educación patriótica que incluyó en los primeros grados el 'ciclo de los héroes' a través de una 'enseñanza legendaria'. Eran los años en los que el ministro de Instrucción Pública Joaquín V. González sostenía que 'el patriotismo es una religión' y Ricardo Rojas expresaba que la 'patria es una forma visible de la divinidad'.
Las figuras de nuestra independencia fueron perdiendo entonces sus características mundanales y limitaciones humanas, para convertirse en personajes sobrenaturales, sagrados, generalmente asexuados, que hasta morían en forma especial diciendo frases ejemplares como 'viva la patria aunque yo perezca' o lograban detener las agujas de los relojes al expirar (como San Martín)?
El psicoanalista Roberto Rusconi, en su libro El Fantasma de la Realidad, de próxima aparición, considera que los argentinos tenemos una orfandad de base que nos ha llevado a la creación del Padre de la Patria, a quien la exaltada ideología nacionalista, llena de embriaguez narcisista y conducta megalomaníaca ('somos los mejores del mundo')  elevó al nivel de un 'Santo de la Espada', según el contradictorio título de la biografía escrita por Ricardo Rojas?
Por haberse constituido este mito sobre un 'parricida culposo en relación con España', de reiteradas desobediencias al gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata y que no pudo asumir plenamente la paternidad de su hija biológica Mercedes, la función mítica habría fracasado y los argentinos, hijos de ese padre de la patria, nos hemos identificado con los rasgos negativos y masoquistas de esta imagen, lo que nos lleva al sometimiento a caudillos y tiranos, y al incumplimiento de las leyes.
Al margen de estas interesantes consideraciones, resulta claro que en el plano intelectual  nos cuesta salir del mito y volver a la historia, dejar el campo de lo divino para retornar al mundo?
El predominio de los elementos mitológicos sobre los históricos sirvió para 'argentinizar a los descendientes de los gringos', pero lo  hizo a costa de subestimar la inteligencia de los escolares y pretender congelar su entendimiento en los mecanismos propios de la magia; rebajar la ciencia histórica al nivel de los dogmas, desalentar las investigaciones críticas e incentivar los torneos de elogios a los próceres; y desarrollar en la población un espíritu xenófobo y a la vez sumiso, que ha sido el germen de aventuras belicistas y prolongadas dictaduras militares".
* Artículo publicado el 1 de abril de 2001, en el marco de una polémica sobre San Martín, en la que participaron los historiadores Patricia Pasquali, Hugo Chumbita y Diego Herrera Vegas, que se publicó en las ediciones de LA GACETA Literaria del 4 de marzo al 15 de abril de ese año.

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