No juegan, pero nunca bajan los brazos

En día de partidos, los que no concentran trabajan a destajo a las órdenes del profesor Somma.

RELAX. Después de una sesión a pleno, los futbolistas se refrescan. LA GACETA / ANTONIO FERRONI RELAX. Después de una sesión a pleno, los futbolistas se refrescan. LA GACETA / ANTONIO FERRONI
31 Marzo 2009
Mientras el plantel elegido para disputar un encuentro duerme en el hotel, los futbolistas que no fueron convocados transpiran a lo loco en el Monumental. Ellos, que no tienen la chance de jugar, se entrenan duro para estar 10 puntos y esperan que el técnico Héctor Rivoira los convoque.
Esta actividad se repite cuando Atlético juego en casa o de visitante. Ricardo Somma, Ernesto Dunat, Sergio Ramos y Salvador Mónaco se alternan para dirigir al grupo de entre nueve y 10 jugadores. Facundo Quiroga, Josemir Lujambio, Mauricio Verón, Esteban dei Rossi, Iván Benedetti, Rodrigo Herrera, Claudio González, José Ibáñez y Daniel Molina, entre otros, son los que corren alrededor del campo primero y después hacen ejercicios de resistencia y velocidad durante una hora y medida como mínimo.
No sólo aguantan los duros ejercicios que los preparadores físicos les ordenan realizar, sino que además el canchero Juan Antonio Vázquez les pide encarecidamente que no pisen las líneas de cal que acaba de pintar para que el campo se mantenga en condiciones. El trabajador "decano" aprovecha la oportunidad para charlar con ellos.
"Esto no tiene nada raro. Todos venimos muy tranquilos a entrenarnos. Después de realizar el duro trabajo físico, volvemos a casa y después vamos a la cancha a alentar a nuestros compañeros", relató Quiroga.El arquero Dei Rossi también explicó lo que siente un futbolista cuando vive esta situación. "Siempre quiero jugar, para eso trabajo. No estoy triste porque no lo hago, pero tengo la espina por no haber debutado en el certamen. Me esfuerzo en todas las prácticas para que el día que se me presente una chance esté en perfectas condiciones", señaló.
Estar en el Monumental forma parte del ritual de los jugadores que no conforman el grupo de futbolistas convocados para protagonizar un encuentro. La mayoría de ellos asiste al estadio acompañado por sus familias o con amigos. Por ejemplo, Erica, esposa de Molina y su hijo Agustín, viajan desde Monteros para alentar al "decano" desde las plateas. "Siempre los saludo en el vestuario y les deseo suerte", comentó el zaguero.
Verón, en cambio, tiene otra rutina. "Si mi familia decide acompañarme, voy directamente al estadio, pero si deciden quedarse en casa, paso por el hotel donde están los muchachos, los saludo y voy con ellos a la cancha", comentó el futbolista.
Ibáñez, uno de los juveniles del club que se entrena con el plantel profesional, se colocó el traje de hincha. "Siempre estoy a muerte con mis compañeros, más allá de que no esté dentro de la cancha -enfatizó-. Los aliento como un fanático más".

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